La grandeza.

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Daemon se acercó lentamente a su hija, sintiendo una mezcla de orgullo y asombro al contemplar la escena que ella ofrecía. La conexión entre Hydra y sus dos dragones era tan profunda y poderosa que superaba incluso lo que él había imaginado. Solo habían pasado cuatro días desde que los reclamó, pero ya eran inseparables, una extensión el uno del otro.

Desde la distancia, la observó sentada en la amplia arena, con la suave marea acariciando sus pies y el frío viento jugando con su largo cabello plateado. La escena, a simple vista, podría haber parecido una imagen tranquila y serena, como si fuera un retrato lleno de paz. Pero la presencia de los dos imponentes dragones que la rodeaban convertía ese momento en algo mucho más peligroso, una amenaza latente que podía desatarse en cualquier instante.

Vermithor, el enorme dragón de escamas bronceadas, estaba acostado en un círculo protector alrededor de la niña, mostrando una devoción absoluta hacia su jinete. Silverwing, por su parte, se mantenía vigilante detrás de ambos, con una mirada fría y hostil que no dejaba de fijarse en Vhagar, el temido dragón de Laena que volaba en el horizonte distante.

El no pudo evitar sentirse un tanto envidioso al observar cómo los lazos entre Hydra y sus dragones eran incluso más fuertes que los que él mismo compartía con Caraxes. Vermithor no toleraba que nadie se acercara a su hija, y Silverwing era igualmente protector, dispuesto a lanzarse contra cualquiera que osara poner en peligro a su dueña o su compañero. Daemon sabía bien que aquellos dragones, capaces de reducir ciudades enteras a cenizas con solo un rugido, eran armas mortales en manos de su hija. Pero también confiaba que era lo suficientemente fuerte y astuta como para controlarlos.

Con Blackfyre en su mano derecha y Dark Sister en la izquierda, avanzó hacia su primogénita, dispuesto a ofrecerle una de las espadas. Estaba preparado para renunciar a una de las armas más preciadas de su familia si eso era lo que Hydra deseaba, si eso la hacía feliz.

Sin embargo, aún a cierta distancia, Vermithor levantó su colosal cuerpo y emitió un rugido que resonó en todo el lugar, dejando claro que no permitiría que nadie se acercara a su jinete. Silverwing, con igual ferocidad, avanzó unos pasos, sus ojos llenos de odio fijándose en Daemon como si fuera un enemigo.

La tensión en el aire era tan densa que podría cortarse con un cuchillo. Cada paso que daba lo acercaba más a una línea invisible que podría desencadenar la furia de los dragones en cualquier momento.

Hydra, sin embargo, sonrió con una mezcla de burla y confianza. Sabía que tenía el control, que esos dragones harían cualquier cosa por protegerla. Pero cuando su mirada se posó en las espadas que su padre portaba, su expresión cambió. El color se desvaneció ligeramente de su rostro al darse cuenta de lo que él estaba a punto de ofrecerle.

Aun así, con la calma y el control que la caracterizaban, su pequeña mano se posó suavemente sobre las escamas de Vermithor, acariciándolas en un gesto tranquilizador. Ante su toque, ambos dragones retrocedieron, volviendo a sus posiciones anteriores y permitiendo que Daemon se acercara, aunque no sin mantener una vigilancia constante.

Cualquier otra persona se habría sentido aterrada ante la presencia de dos dragones tan imponentes, pero el solo sentía orgullo. Sabía que su hija era especial, una verdadera Targaryen en todos los sentidos.

-¿Disfrutas tus vacaciones? -preguntó en un tono cortante, que para otros podría parecer intimidante, pero que para Hydra no era más que la forma habitual en que su padre parecia expresarse.

La joven levantó una ceja, claramente divertida por la pregunta. -Estaba esperando que finalmente te dignaras a hablarme -respondió, cerrando con suavidad el viejo libro que tenía en su regazo. -Creí que podía tomarme unos días para descansar. Después de todo, conseguí dos de los dragones más importantes que existen actualmente. Y, sin mencionar el hecho de que prácticamente fui secuestrada por un hombre al que apenas conozco. -Se puso de pie, sin apartar la mirada del príncipe.

𝐂𝐎𝐋𝐃 𝐇𝐄𝐋𝐋 , 𝐇𝐎𝐔𝐒𝐄 𝐎𝐅 𝐓𝐇𝐄 𝐃𝐑𝐀𝐆𝐎𝐍 [𝑬𝑵 𝑬𝑫𝑰𝑪𝑰Ó𝑵]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora