Zwei

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El inicio en la crónica de un Ilustre Hombre.




Desde hace días, mis hermanos se encontraban en una situación complicada. Resulta que se habían involucrado con uno de los individuos más peligrosos del Sur. Distribuían sustancias ilegales en los lugares más concurridos de Busan y disfrutaban de las fiestas en los clubes nocturnos más populares entre los jóvenes. Sus decisiones imprudentes los llevaron al borde del abismo y, tras la insistencia de mi madre, decidieron escapar. Sin embargo, antes de partir, me dieron un cálido abrazo y, en medio de una despedida llena de tristeza, dejaron un pequeño obsequio sobre el escritorio de mi habitación. Lo mantuve cuidadosamente oculto detrás de la montaña de ropa que se acumulaba en mi armario, ya que sabía que mi madre estallaría de furia contra sus hijos y me castigaría severamente por aceptar tan modesto regalo.

En cada poste de luz, se podía ver nuestros rostros pegados. Los pequeños negocios cercanos a nuestro hogar nos habían prohibido la entrada. Nuestra única esperanza era la ayuda de la parroquia y sus limosnas, pero esta vez el padre, quien también era pareja de mi madre, era más astuto que antes. Por lo tanto, mi madre tenía que cometer el silencioso atraco en su nombre, en lugar de hacerlo a nuestro favor como lo había hecho años atrás.

—JeonGguk, por favor, dirígete a tu alcoba de inmediato —ordenó mi madre con autoridad.

La entrada se cerró con un estruendo inmenso, haciendo que las ventanas temblaran violentamente. En cuestión de segundos, un cuerpo embriagado chocó con las paredes del comedor, resonando en cada rincón. Mutter, con lágrimas en los ojos, revelaba su peor temor a través del brillo en su mirada. Mientras tanto, yo, como un niño indefenso de tan solo diez años, me ocultaba en lo más recóndito de mi habitación.

—¿Cuándo volverás?

—Antes de que el reloj marque la medianoche —murmuró mientras depositaba un beso en mi frente.

Los alaridos no tardaron en hacerse presentes. Mi madre derramaba lágrimas en silencio mientras el otro desgraciado saboreaba cada rincón de su esbelto cuerpo. Tomé la almohada más pesada de mi lecho y la coloqué sobre mis oídos, intentando acallar los golpes provenientes de la planta baja. De repente, todo se volvió paz, el niño que habitaba en mi interior perdió el miedo y, sin importar si un monstruo debajo de mi cama o escondido en mi desastroso armario me engullera, me apoderé de mi peculiar regalo y salí de mi habitación.

Los peldaños crujían bajo mis pies mientras las palabras de mis hermanos resonaban en mi mente: "¿Recuerdas cuando mamá te regañaba por presionar el botón? Esta vez, mami* te agradecerá por faltarle al respeto y no cumplir tu palabra. No lo dudes, cuando lo necesiten durch Drücken der button*".

La adrenalina corría por mis venas. En ese instante, hubiera dado cualquier cosa por no haber bajado aquellas escaleras. Me apetecía una buena patada en el culo que me hiciera regresar hasta mi habitación, sin embargo, era demasiado tarde para arrepentirme.

Al entrar a la sala, me encontré con una escena que me dejó sin aliento: mi madre yacía tumbada en el sofá, con las piernas abiertas y la cabeza echada hacía atrás. El hombre que le acorralaba la sujetaba con un brazo y tenía su espalda a mi disposición. Sollocé fuerte y los dos pares de ojos centraron su atención en mí. A la vez que mami me miraba triste, el adulto no hacía nada más que burlarse en mi cara.

—Ggukie, ¿qué tal se me ve la polla desde esa distancia? Apuesto que se mira espectacular el culo bien abierto de tu madre a la vez que se come mi glorioso falo —dijo, con una repugnante sonrisa dibujada en su rostro.

Erguí el arma, apuntando directamente hacia su cabeza. Mi difunto vater* solía aconsejarnos que, si queríamos deshacernos de alguien, no debíamos apartar la mirada del cráneo. Mi madre, sorprendida por mi repentina aparición, hizo todo lo posible por deshacerse de él de mil maneras diferentes.

—¡No me hagas reír, botija! —exclamó chancero— Careces del coraje necesario para empuñar tan noble pieza de metal. Sería más conveniente que admires y te deleites con una exquisita exhibición de maestría.

Antes de enterrarse —por segunda vez y bruscamente— en mi madre, accioné al gatillo. Mi destreza en el tiro era lamentable y, en lugar de atravesar su cráneo, hundí el fragmento de acero en su hombro derecho. Mi madre se deshizo de él y se apresuró hacia donde se encontraba, entretanto, el hombre gemía de agonía.

—¿Qué has hecho, querido Sohn*?

— Lo lamento profundamente, Mutter, haber caído en la tentación y defraudado tu confianza. Me humillo ante ti y te ruego que me perdones.

—Debemos de lavarte las manos, liebe*. ¿Qué te ha dicho mama acerca de acostarte sucio en la cama? —inquirió con inquietud.

— La vestimenta impoluta como la nieve es el requisito indispensable para ser digno de la presencia divina.

Mi madre asintió con una sonrisa en su rostro, apresurándose hacia la bañera para enjuagar mi cuerpo mientras entonaba mi melodía predilecta. Con delicadeza, limpió minuciosamente entre mis uñas con un palillo y se aseguró de que la esponja recorriera cada centímetro de mi piel. Al volver, me vistió con mi pijama más reciente y me envolvió en un cálido abrazo.

— Te insto a que te dirijas con premura hacia la majestuosa Iglesia de la colonia y expongas con vehemencia que un despiadado individuo está causándome un daño.

—Quiero estar contigo, Mutter.

—Nada nos separará, permaneceremos unidos por toda la eternidad, ich verspreche da*.

Los agentes se hicieron cargo de mi situación. Al llegar, gritando y desesperado, me brindaron su apoyo inmediato. Les relaté la verdad, mi madre estaba en peligro y necesitaba ayuda. Rápidamente, nos subimos a la patrulla y nos dirigimos a mi hogar. Sabía que tendría que dar explicaciones, pero confiaba en que mi madre me respaldaría y juntos superaríamos esta difícil situación.

La entrada permanecía tal y como la había dejado antes de partir, sin emitir el menor sonido en el interior de la residencia. Los agentes ingresaron con cautela y yo me deslicé tras ellos. El salón se encontraba en un estado deplorable, mi madre —tumbada de cara al suelo—agarraba el arma y su pareja —en la misma posición—le tomaba de la pierna.

—Parece ser que se trató de una acalorada contienda entre cónyuges —expresó uno de ellos.

—¡Mutter! —grité bravo.

El séquito policial que me escoltaba me sujetó firmemente por la cintura, obstruyendo mi avance. Desesperadamente, forcejeaba y golpeaba para liberarme y correr, con premura, hacia los brazos amorosos de mi progenitora. No cesé en mi empeño hasta que uno de ellos me hizo caer en la dolorosa realidad de que ya era demasiado tarde... mi madre había sacrificado su vida por mí.

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Traducción alemán-español.
1. Mami: uso menos frecuente del sustantivo "mamá".
2. Durch Drüken der button: se refiere a la acción de "apretar el botón".
3. Vater: padre.
4. Sohn: hijo.
5. Liebe: sustantivo de" "amor/cariño".
6. Ich verspreche da: "lo prometo".

Repito; las traducciones son las más comunes, si hay alguien que sabe alemán y conozca otro tipo de formas para referirse a las oraciones, sustantivos o palabras déjelo en los comentarios. ¡Muchas gracias!

Herr White ➤ kookgi [+21].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora