Achtzehn

57 8 0
                                    

En una situación difícil.




Afuera del hotel, alineadas en perfecta formación, aguardaban diez imponentes camionetas negras. Pasé junto a ellas, observando detenidamente la intimidante postura que mantenían los hombres elegantemente vestidos que esperaban junto a los lujosos vehículos.

— Buenas noches, estoy buscando a...

En ese momento me encontraba en una situación delicada, ¿qué nombre debería mencionar? O mejor aún, ¿en qué habitación citaría al adinerado caballero que esperaba ansioso "conquistar" mi corazón? Con temor, saqué mi celular y cuando la luz de la pantalla iluminó mi rostro, un nuevo mensaje apareció en mi bandeja de entrada.

"Por favor, solicite la habitación número noventa y nueve y mis leales acompañantes te guiarán hasta mi presencia."

Como un devoto seguidor, obedecí fielmente la instrucción que se me había dado. La dama quedó asombrada al percatarse de que el pago de la habitación había sido realizado a mi nombre y con una hora de anticipación a mi llegada.

— Disfrute de su estancia, distinguido señor Min.

Me quedé boquiabierto. ¿Cómo es posible que ese hombre, cubierto de oro, supiera mi nombre y apellido? Avancé con temor, acompañado por dos escoltas que rápidamente me tomaron del brazo, y nos dirigimos hacia el ascensor más cercano.

— Sería de gran cortesía que informaran a su despreciable jefe que sea más considerado conmigo —protesté con indignación una vez que llegamos a la suite presidencial.

Sin preocupación alguna, fui arrojado fuera de la caja, justo en el momento en que las imponentes puertas de metal se abrieron, brindándome una visión panorámica de la estrecha habitación. Las majestuosas estatuas de mármol resaltaban con el resplandor que se filtraba a través de la ventana. Los sillones de piel se encontraban dispuestos alrededor de una mesa de cristal, mientras que los impresionantes ventanales ofrecían la vista más espectacular de la ciudad.

Haro labree — di un giro y choqué mi nariz contra el impresionante pecho del caballero que me esperaba en la habitación.

— ¿Debo agradecerle por costear mi alojamiento y utilizar mi nombre en la factura? —me resultó completamente imposible ocultar mi disgusto ante esta clara violación a mi intimidad.

— Es imprescindible para mí preservar mi prestigio y renombre, koneko.

En este momento, me encontraba inmerso en una implacable persecución. ¿Qué secretos ocultos podría conocer este individuo sobre mi persona? Tal vez, sus conocimientos superan los límites de lo aceptable. Es posible que haya descubierto detalles íntimos acerca de mi familia, como la trágica muerte de mi padre o la lucha contra el cáncer de hígado de mi madre. Además, no puedo ignorar la infame reputación de mi hermano y mucho menos mi propia reputación en el colegio.

— ¿Y qué hay con el mío? ¡Has irrumpido en mi esfera privada!

— Si te encuentras afrentado, sería prudente que te retires — advirtió, desplazándose hasta alcanzar el bar y descorchar una botella de vino rosado.

Era innegable, se estaba mofando de mi persona. La forma en que sostenía su copa, sin apartar la mirada de mí, deleitándose con el frutal aroma que impregnaba la estancia. Mis puños se cerraron con furia, obteniendo como respuesta una maliciosa sonrisa que se dibujó en sus labios refinados.

— Mi partida está programada en una hora, por lo tanto, te sugiero que tomes una determinación a la brevedad posible, antes de que se agote el tiempo.

Oh, vaya estupidez, reflexioné, alisando mi chaqueta y exhibiendo el majestuoso tatuaje que se elevaba desde mi pecho hasta rozar con mi oreja.

— ¿Dónde se encuentra su esposa? —me resultó imposible mantener silencio.

Con su mirada fija en mi pecho, replicó:

— Ella partió con nuestros hijos antes —tragó saliva, contemplando mi esbelta figura—. Pero, olvídate de ella, esta noche solo seremos tú y yo.

Me volví con gracia, realizando suaves movimientos. Me deshice del ajustado pantalón que vestía, dejando al descubierto el sensual encaje negro que envolvía delicadamente mi trasero.

Inclinó su cabeza ligeramente hacia un lado, ansioso por apreciar mejor mi escultural figura semidesnuda. Me giré, revelando los deslumbrantes aretes que adornaban mis pezones, añadiendo un toque de lujo y sofisticación a la escena.

Mis manos se deslizaban con elegancia por mis piernas, mientras él desabrochaba con destreza sus pantalones de calidad suprema. Me recosté en el exquisito sofá y, con un gesto sutil de mi dedo, lo invité a unirse a mí. Él no tardó en rendirse a mi encanto, dejando su copa vacía sobre la impecable mesa del bar.

En el preciso instante en que sus manos acariciaron mi espalda, sus dedos se perdieron en mis prominentes nalgas, disfrutando plenamente del inigualable calor que mi cuerpo emanaba.

— Eres una deslumbrante obra de arte, YoonGi, resulta completamente imposible resistirse a la perfección de tu naturaleza.

Su lengua dibujó con maestría la delicada línea de tinta negra que embellecía mi cuerpo. Al llegar a mi vientre, apartó el encaje y envolvió con destreza mi erecto miembro, introduciendo la punta en su boca húmeda. Un gemido escapó de mis labios al sentir sus uñas bien cuidadas trazar figuras imaginarias en mis muslos. A pesar de todo, anhelaba este momento desde que escuché su voz, y mi piel se erizaba ante su presencia.

— Señor... —susurré en voz baja.

— Dímelo, YoonGi —exigió, agarrando con firmeza mis cabellos—. Dime cuánto dinero deseas y en un abrir y cerrar de ojos estará en tu bolsillo.

Mi fuego interior fue sofocado por la sorpresa inesperada. La cadencia de sus palabras me envolvía, aunque las sensaciones que despertaba en mí me provocaron un profundo repudio.

"No tienes que hacerlo, Gi.", las palabras que mi hermano me había dedicado antes de partir continuaban resonando en mi mente, como un martilleo constante.

— Un millón —respondí con determinación—. Deseo un millón de dólares.

Sakurada asintió:

— Entonces, entrégate a mí esta noche —con la ayuda de sus manos, guio mi toque hasta su entrepierna—. Si me permites poseer tu cuerpo esta noche, te concederé un millón y medio en recompensa. 






;

Traductor japonés - español. 

1) Haro labree — hola, precioso. 

2) Koneko — gatito. 

PD. A pesar de que estos capítulos aparentan ser superfluos, NO LO SON. 

Herr White ➤ kookgi [+21].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora