Por entre la penumbra del pabellón C.
Actualmente, había alcanzado la edad de cuarenta y dos años. JiMin, de repente, dejó de frecuentarme, llegando incluso a borrar su nombre de la sala de visitas. A pesar de ello, la correspondencia a su nombre seguía llegando a mi celda, lo cual me llevaba a cuestionar las innumerables razones de su ausencia. La única respuesta que obtenía ante mis constantes interrogaciones se convirtió en un fragmento de guion que no dejaba de dar vueltas en mi mente.
"Me resulta insoportable contemplarte por entre la penumbra del pabellón C, y además los guardias me infunden temor."
Me deleitaba con cada lectura de sus ingeniosas ocurrencias. A través de las letras, plasmaba la intensa melancolía que embargaba su ser por mi ausencia y, sobre todo, la inmensa satisfacción que experimentaba al dirigir la cafetería que juntos habíamos inaugurado.
Él había olvidado mis hábitos impuros y, debido a la falta de respuestas de mi parte, desconocía que pagaba grandes sumas de dinero por su seguridad. Los jóvenes y mis seguidores del vecindario, aquellos por los que arriesgué mi vida una noche antes de ser capturado, protegían su espalda. Ellos me visitaban al menos cuatro veces por semana y me informaban de todo lo que mi "padre" hacía.
Sus horarios de entrada y salida estaban enmarcados en la pared de mi celda, y cuando mi teléfono no vibraba para informarme sobre el bienestar de JiMin, mi cabeza se dividía en dos, llegando incluso a pelear con algún otro compañero del pabellón. Debido a esto y a mis problemas de ira, los policías me vigilaban todo el día y, por orden del jefe, no debía tener un compañero de celda... a menos que quisieran deshacerse de un molesto prisionero sin levantar sospechas.
Mi linaje hacía temblar hasta los cimientos del lugar. Con el transcurso del tiempo, ascendí a través de los escalones hasta alcanzar el puesto de liderazgo en el pabellón C. Los guardias pronto se convirtieron en mis compañeros y el director de la prisión me convocaba con frecuencia a su despacho.
—JeonGguk tienes visitas —me informó el guardia de turno, mientras abría la reja para permitirme salir de mi pequeño rincón.
Las esposas fueron colocadas sin asegurarlas en mis muñecas, y juntos avanzamos hacia la elegante sala del primer piso. Mis pies se desplazaban con una pesadez inusual, ya que desde hace días me sentía más fatigado de lo habitual.
Al ingresar al recinto, los agentes de la ley que custodiaban el lugar se ocuparon de expulsar a los reclusos que disfrutaban de una agradable conversación en compañía de sus seres más amados. Cada uno de ellos me dirigió una mirada despectiva por haber interrumpido su momento más íntimo, aunque no era mi culpa ser una figura destacada en su triste historia.
J. Wang aguardaba ansiosamente mi llegada. Al parecer la noticia que tenía para mí, ardía en su garganta anhelando escapar por sus labios y llegar a mis oídos. Una amplia sonrisa se dibujó en mi rostro al encontrarme frente a él, pero rápidamente desapareció al notar su seriedad.
—¿Qué sucede, Jackson? —pregunté con el corazón acelerado.
—Los hombres de Kim están en el barrio y han dejado un mensaje para ti.
A pesar de su falta de voluntad y su escasa dedicación, deslizó una tarjeta envuelta en un sobre quemado y de un intenso color rojo. La tomé con rapidez y rompí el envoltorio con la esperanza de descubrir su contenido. Mis ojos se perdieron entre las numerosas letras, pero quedé inmóvil al contemplar una fotografía del refuego "Stone", acompañada de una enigmática frase:
"Y el Señor Dios dijo a la serpiente...maldita serás más que todos los animales...sobre tu vientre andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida..." (Génesis 3:14-15).
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Herr White ➤ kookgi [+21].
Fiksi PenggemarEN CURSO. ➤Contenido adulto, religioso, vulgar, violencia y narración poco profesional. ➤Uso (en ocasiones) de palabras/adjetivos en alemán. ➤Herr: título de cortesía en alemán, equivalente a "señor". De fenomenales discotecas mariposa hasta la gél...