EL FINAL
Sunshine
Noviembre 20, 18:00. Moscú.
La nieve cubre todo con abundancia, y los marcos de las ventanas están congelados de lo frío que está afuera, y el vidrio de estas se empañan gracias al vapor de la bañera en la que Aiden y Ranger se bañan jugando entre ellos.
No puedo dejar de observarlos, no puedo evitar pensar en todo lo que me he perdido y que por mas que intente no voy a tener de vuelta. El cabello se les pega a la frente, a las orejas, y la nuca mientras chapotean entre ellos. Mirándolos así de perfil puedo ver el relieve de algunas facciones de los hombres Hoffmann.
—Vamos. —digo y los dos salen del agua obedientes envolviendose en las toallas mientras les desenredo los rizos frente al espejo, el rojo se ve color carmesí al estar mojado y rápido cogen la vuelta rizada cuando termino...
Mis ojos se clavan en los del hombre que se pone de pie en el marco de la puerta, sus brazos cruzados y sus ojos grises clavados en los míos en el vidrio del que no aparto la mirada mientras aún sostengo el cepillo.
Después de la discusión que tuvimos no hemos vuelto a hablar y anoche nos besamos, pero eso fue por los mellizos. No quiero que se estresen y piensen cosas que no son por ahora, así que si Isaac y yo ya no vamos a estar junto en lo último que tenemos que pensar es en nosotros es en los dos niños que caminan en dirección a la puerta para que el hombre de pie los ayude a poner las pijamas.
Salen y dejo que se vayan mientras hago tiempo abriendo la bañera para que se vacíe mientras me meto en la ducha dejando que el agua caiga en mi cabeza. Salgo del baño y salgo de la habitación buscando la habitación de al lado mientras hago el nudo de la bata, todo mi cuerpo está tenso por la falta de descanso, y aunque hoy estuve tumbada todo el día con los mellizos no pude dormir.
<<Y eso que los mellizos toman una siesta larga en las tardes.>>
Entro en la habitación y me aclaro la garganta cuando veo al hombre que está sentado en la orilla de la cama de Aiden que bosteza ya en pijama bajo las sábanas al igual que Ranger.
—Buenas noches. —susurra Isaac haciéndole unas cosquillas ligeras en los pies a Aiden que se ríe y sus ojos se clavan en los míos cuando pega sus labios en la mejilla de Ranger.
—Buenas noches papá. —dicen los dos y me hago a un lado cuando Isaac sale dejándome con los mellizos con los que me siento en la cama.
Me arropo en la cama con Aiden y tomo el cuerpo de Ranger que acuesto en mi estomago, me abraza y Aiden me abraza el costado. Les gusta el afecto y no tardan en dormirse mientras hablamos entre susurro de todo, y no se de donde aparece la sonrisita que se dibuja en mis labios cuando las palabras de ambos se cortan de un momento a otro y es por qué se quedan dormidos.