Capítulo 1

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Jeon Jungkook estaba cansado. 

Con esa frase podía resumir a la perfección los últimos años de su vida.

Cansado de estudiar algo que no le gustaba. Cansado de vivir con sus padres. Cansado de sentirse solo todo el tiempo, aunque estuviera rodeado de gente.

Necesitaba un cambio en su vida, una señal. Algo que le mostrase la dirección correcta, el camino que debía seguir. 

Necesitaba un golpe de suerte.

•••

Caminaba por la calle, con los auriculares puestos, escuchando música. Desde muy pequeño, esta se había convertido en su consuelo, su compañía y su mejor amiga.

Adoraba la música, tanto escucharla como crearla, y odiaba profundamente haber nacido en una familia donde eso no se valoraba en absoluto.

Podía pasar horas y horas encerrado en su habitación, tumbado en su cama con los auriculares puestos, o escuchándola con los altavoces si tenía otras cosas que hacer, y sus padres jamás conseguían comprenderlo.

"Te pasas todo el tiempo con esos chismes en los oídos, te vas a quedar sordo" le repetía su padre cada vez que tenía ocasión. Y aunque él trataba de ignorarlo, en el fondo, sufría. 

Le provocaba tristeza no tener la libertad de decirle a sus padres que la carrera que estudiaba no lo hacía feliz, que estaba cansado de la física y que su verdadera vocación era ser cantante.

Las pocas veces que les había insinuado dejar la carrera, ellos habían entrado en cólera. ¿Cómo iba siquiera a decirles que la quería dejar por esa razón? 

Al menos, esas clases semanales de guitarra lo consolaban. Por supuesto, sus padres no sabían nada de eso, era algo que mantenía en secreto. Solo Jin y Hoseok eran conocedores de ello. El primero por ser su mejor amigo, el segundo porque casi siempre lo acompañaba.

"Maldito Hoseok" susurró en voz baja, pateando una piedra con la cabeza gacha. El pelinegro le prometió acompañarlo aquel día, pero cambió de opinión en el último momento. 

Levantó la cabeza y miró al frente, estaba llegando a su casa, muy a su pesar. Solo tenía que cruzar un par de pasos de peatones más y aquella urbanización que amaba y odiaba a partes iguales, aparecería frente a sus ojos. 

Se quedó mirando el muñequito rojo inmóvil en el semáforo, mientras la música penetraba en sus oídos. Desde hacía un tiempo. la melancolía lo acompañaba, y, a pesar de sus peculiares gustos, le apetecía escuchar música más tranquila.

Adelantó el pie derecho tan pronto como el muñequito cambió de rojo a verde. Continuó con sus pasos, al ritmo de la música en sus oídos sin ser consciente de que un coche, conducido por un distraído señor que miraba su teléfono, se acercaba a toda velocidad.

Fue el sonido del frenazo lo que lo alertó. Giró la cabeza a la derecha al oír el ruido a través de sus auriculares, pero su cuerpo, paralizado por el miedo, no fue capaz de reaccionar.

Un segundo, todo pasó en un segundo.

Sintió su cuerpo caer y su cabeza chocar contra el suelo. De sus ojos cerrados caían incontroladas lágrimas fruto del dolor.

Dolor, sentía dolor, pero... ¿Así dolía el impacto de un coche?

Sus sentidos fueron volviendo a él poco a poco, haciéndolo darse cuenta de que sobre él había algo, pero no sabía qué. Lo que sí tenía claro, a pesar del mareo es que, por el peso, no era un coche. 

Como caído del cielo [JIKOOK/KOOKMIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora