Capítulo 24

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Unas horas antes, de camino a Seúl.

Cerró los ojos al sentir la brisa de la Tierra golpeando de nuevo su cara. Había echado de menos ese cuerpo y esa sensación, pero, sobre todo, había echado de menos a Jungkook.

Los dos meses que había estado alejado de él, había intentado de todas las formas posibles hacerle saber que estaba ahí, pero el pelinegro seguía siendo demasiado escéptico como para entenderlo.

La forma más directa que tenía de contactar con él, era mediante sus sueños. Los ángeles guardianes no solo se encargaban de proteger a sus asignados mientras estaban despiertos, en su día a día, si no también tenían como misión proteger sus sueños.

Jimin había intentado, mediante ellos, comunicarse con él, pero había sido en vano. ¿Cómo iba a atar alguien tan incrédulo tantos cabos sueltos?

El único momento en el que fue capaz de conservar la fe, fue cuando, unos días atrás, oyó a Yongsun hablarle a su hermano de los ángeles de la guarda. Jimin sabía que no era fácil entenderlo, pero tenía la absurda esperanza de que asociase aquella luz con "T", "T" con el llamador y por lo tanto, con él.

Sabía que no adivinaría su nombre real, aunque había ido dejando pistas allá donde le era posible. Pero Jungkook se obcecó demasiado con la letra "T", y fue incapaz de ver los números trece que pululaban a su alrededor constantemente.

Jimin no esperaba que, por arte de magia el pelinegro descubriera que era su ángel de la guarda, solo intentó, desesperadamente, que este supiera que no se había ido de su lado, aunque no pudiera verlo y por eso aparecía en sus sueños, aunque fuera en forma de luz, su verdadera forma.

- ¿Has quitado la última conexión del móvil? - le preguntó Minji, con el ceño fruncido mientras conducía. Jimin asintió con la cabeza, sin dejar de mirar la carretera. Estaban llegando a Seúl.

- No tienes de qué preocuparte. - le respondió. - Solo vengo a hacer mi trabajo.

- Espero que no me estés mintiendo, Trece, y que esta vez no te dejes llevar por ese disfraz. - Jimin tragó saliva y se frotó la mano con el pantalón, estaba sudando por los nervios.

- No tienes de qué preocuparte. - mintió.

Durante esos meses, Minji lo había tenido bien vigilado y, de tanto en tanto, pasaba por su morada para asegurarse de que "aquella estúpida idea de estar enamorado de su asignado" se le había ido de la cabeza.

Al principio, Trece se resistía, defendía su postura y su derecho a vivir como le diera la gana, pero, con el tiempo, entendió que de esa forma no conseguiría nada y que si quería tener la oportunidad de estar con Jungkook, tendría que hacer lo que mejor se le daba a los humanos: mentir.

Así que, pasados los meses y con la excusa del inminente fallecimiento del señor Jeon, Jimin había conseguido convencer al arcángel para "disfrazarse de humanos por última vez"

- El creador nos ha asignado otra casa. - le comentó la mujer, una vez entraron en Seúl. - No podemos volver a la misma porque levantaríamos sospechas.

- Me parece bien. - respondió el castaño. Le daba exactamente igual donde vivieran, porque encontraría la manera de llegar a Jungkook igualmente.

- Tenemos provisiones para una semana. - continuó explicándole ella. - Después de ese tiempo, tendremos que volver definitivamente a nuestro viento.

- Solo quiero asegurarme de que Jungkook maneja bien el fallecimiento de su padre, ni siquiera tendrá que verme si no es necesario. - volvió a mentir. - Ya me he encargado de poner a alguien en su camino que lo ayudará.

Como caído del cielo [JIKOOK/KOOKMIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora