"Respira, lo has echo bien"
El árbitro pita y el chico naranja y Bachira se juegan el partido entre ellos. Parecía que solo ellos estaban en el campo, la gente los miraba y los demás jugadores casi ni podían hacer nada. La cosa era entre ellos, ni las animadoras animaban al estar tan pendientes del partido.
Cuando parecía que uno iba a marcar, algo inesperado hacia el otro que lo bloqueaba y la robaba, estábamos en un punto muerto.
—¡Tiempo!—grita nuestro entrenador al árbitro y pita haciendo una T con sus manos.
Bachira y los demás vuelven y van a beber agua. Me acerco a Bachira y toco su hombro.
—Muy bien echo, Bachira—le sonrío y él también, le veo relajar los hombros y suspirar cansado.
—Gracias.
—Escuchad, por favor. Estamos en un punto muerto y Bachira no aguantará más.
—¡Puedo jugar!—se levanta, pero le tiemblan las piernas y rápidamente lo agarro con mis brazos, ayudándole a sentarse—¡Por favor!
—Bachira, debes descansar—toco su pecho y siento sus latidos ir muy rápido—Respira, lo has hecho bien.
Asiente mirándome —Descansaré un poco, luego vuelvo—Todos lo miran extrañados, pero asienten y el entrenador vuelve a hablar.
—Bien, cambiaremos a Bachira por Asuna.
—¿Yo? Pero ni siquiera puedo correr más entrenador, me duelen las piernas—le digo confundida.
—Da igual Asuna, has descansado y estoy seguro de que después del gol que has marcado, puedes volver a hacerlo, aunque Bachira no esté para ayudarte—dice y suspiro rendida.
—Está bien —le digo y vuelvo a donde Bachira para acariciar su espalda.
—Bien, ¡Adelante escuelas Namikaze!—juntamos las manos y volvemos al partido.
—Asuna—Bachira me agarra la mano y me mira fijamente a los ojos, le veo mirarme en silencio y sus labios temblando.
—¿Pasa algo?—le miro preocupada y me agacho para estar a su altura.
—Suerte—dice en un susurro, pero logró escucharle, sonrío y me levanto, volviendo al campo con un buen sentimiento en mi corazón.
No tengo fe de marcar un gol, pero al menos, trataré de perder tiempo y bloquear si puedo.
El árbitro pita y en vez de subir, bajo y corro para ir al chico anaranjado que tenía el balón.
Me lo encuentro después de que esquive a un compañero e intento quitarle el balón, pero quedó en eso, un intento.
—¿Tú eres la del gol?—pregunta y asiento con la cabeza, mirándole a los ojos, también naranjas, que poseía—Tienes potencial.
Entonces, desaparece de mi vista como guepardo y lo siento detrás de mí después de pasar el balón por encima de mí con los pies.
—Pero no el suficiente.
Lo siguiente que oigo es el pitido del gol y la grada estallar en vítores por él .
¿Qué había pasado? ¿Cómo me había bloqueado así?
Me giro y le veo volver a su posición sin quitarme la mirada de encima.
Esta vez, salgo determinada a ir hacia arriba cuando el delantero de mi equipo consigue coger el balón y me lo envía, lo atrapo, pero al ver al frente, ya lo tenía de nuevo .
—Perdona—me lo quita de entre los pies haciéndome caño entre las piernas y vuelve a subir a portería, le sigo de cerca para tratar de quitársela, pero no es suficiente cuando marca otro gol.
—¡5-5!—grita el árbitro.
—¡Asuna!—la voz del entrenador me llama y le veo de pie junto a Bachira, listo para salir al campo.
Me acerco desanimada y le choco la mano, él sale mirándome un poco preocupado y vuelvo a mi sitio, colocándome una toalla en la cabeza para evitar las miradas de los demás.
—Perdón, entrenador, equipo...—digo susurrando, pero nadie me había escuchado.
Dejo de prestar atención al resto del partido hasta que se acaba y alguien me agarra la muñeca, haciéndome levantar y que la toalla caiga al suelo.
Levanto la vista para saludar a la grada y chocar las manos al equipo contrario con una neutra expresión. Estaba contenta por haber podido empatar, pero me fastidia que, por mi culpa, el otro chico hubiera marcado. Podía sentir las miradas de todos en mí y como me juzgaban con la mirada. Seguramente pensaban que no debía de estar en el equipo o que estoy para pasar el rato sin tomármelo en serio. Mi corazón se aceleró y mi respiración también.
El equipo había perdido por mi culpa, y ahora no nos clasificaríamos ni nada, por mi culpa. Sabía que el fútbol no era lo mío y debía haberme quedado en la medicina que siempre me ha encantado. Todos me miran de cerca y me reprochan lo ocurrido.
Salimos al vestuario y agarro mis cosas saliendo de ahí, si estaba un solo segundo más, me daría algo.
Corro para llegar detrás de las gradas, ahí nadie pasaba y si no te fijas un poco, no podías ver más allá. Las lágrimas amenazan con salir y llevo mi mano al pecho tratando de calmar mi respiración, pero no funciona. Escucho los murmurios de la gente y solo lo empeora. Caigo de rodillas al suelo al sentir que cada vez me costaba más respirar, ¿Qué era esto? Nunca antes me había sentido así.
—¡Asuna!—alguien llega y tira sus cosas al suelo, se arrodilla junto a mí y me sienta en el suelo—Asuna.
Me toca la mejilla limpiando las lágrimas que en algún momento habían salido, mi mano sigue en mi pecho y él la quita de ahí.
—Asuna trata de escucharme y respira conmigo—empieza a respirar calmado e intento enfocarme, pero no lo consigo —Todo irá bien, Asuna, todo estará bien.
Intento enfocarme más y sin darme cuenta, ya estaba respirando al ritmo que él.
—Siempre estaré aquí, Asuna —veo a Bachira mirándome y me estrecha con fuerza entre sus brazos.
—Bachira...—lloro con más intensidad en su pecho, le mojo la chaqueta, pero no parece importarle —Perdón.
—Tranquila Asuna—me acaricia el cabello igual que cuando yo lo hago con él —Respira, lo has hecho bien.
Cierro los ojos por unos segundos tratando de calmarme y disfrutar del momento junto a Bachira.
—Gracias, Bachira —le digo una vez más calmada.
—Gracias a ti, Asuna, siempre estás cuando te necesito y ahora me tocaba a mí. Te vi mal después de que te cambiarán y me disculpo porque no le di importancia, pero cuando te vi salir tan deprisa del vestuario me preocupé mucho, cosa bastante rara en mí.
—¿Cómo sabías que estaba aquí?
—No lo sé, supongo que solo lo supe—su pecho late al reírse y me toca el hombro—Debes ir con tus padres, están preocupados.
—Vale—me levanto y agarro mi mochila y él la suya —Vamos.
Camino y él me sigue de cerca. Salimos y mis padres, al verme, vienen hacia mí, rodeándome con los brazos.
—¿Dónde estabas? —pregunta mi padre.
—En el baño.
Mi madre suspira y me da un beso en la frente.
—¡Mamá!
—Perdona, hija, pero has jugado muy bien, ese gol tuyo ha sido muy chulo.
—Gracias—asiento sonriendo.
—Aún quiero saber cómo es que has dejado de lado la medicina por el fútbol, a ti no te gustaban los deportes—dice mi padre sonriéndome y rodeando mis hombros con su brazo, caminando hacia el coche.
—No la he dejado de lado, papá—le sonrío.
Me giro un poco para ver hacia atrás y algo en mí duele al ver a Bachira abrazar a Karla, de una manera un tanto afectuosa .
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El monstruo en mi interior ~•~ Bachira (CANCELADA)
FanfictionDos personas muy distintas, se conocen en la misma escuela. ~•~•~•~•~ Un chico moreno con mechas rubias, le apasiona el fútbol, tiene "un monstruo" en su interior y le gusta la música. Una chica morena, que detesta los deportes y siente una gran p...