Dos personas muy distintas, se conocen en la misma escuela.
~•~•~•~•~
Un chico moreno con mechas rubias, le apasiona el fútbol, tiene "un monstruo" en su interior y le gusta la música.
Una chica morena, que detesta los deportes y siente una gran p...
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"Perdona, estás guapa Asuna"
A la mañana siguiente, ya jueves, había quedado con Bachira para vernos después de la escuela. Aunque por ahora, debía de llevar ropa de deporte para hacer la clase de deportes.
Bien. Justo de buena mañana me hacen correr.
Por suerte, cuando llegué se me hizo más ameno y rápido, nos dieron la clase libre para hacer juegos porque el profesor no había venido, después, tuve matemáticas.
Recogía mis utensilios de mi pupitre y el timbre sonó, librándome de estar un solo minuto más ahí. Salí al recreo con mis galletas para comer, voy donde siempre y espero a que Karla llegue.
Al verla, con sus típicos ropajes oscuros y su batido, también típico, en la mano, me saluda sonriéndome.
A la mañana siguiente, ya jueves, había quedado con Bachira para vernos después de la escuela. Aunque por ahora, debía de llevar ropa de deporte para hacer la clase de deportes.
Bien. Justo de buena mañana me hacen correr.
Por suerte, cuando llegué se me hizo más ameno y rápido, nos dieron la clase libre para hacer juegos porque el profesor no había venido, después, tuve matemáticas.
Recogía mis utensilios de mi pupitre y el timbre sonó, librándome de estar un solo minuto más ahí. Salí al recreo con mis galletas para comer, voy donde siempre y espero a que Karla llegue.
Al verla, con sus típicos ropajes oscuros y su batido, también típico, en la mano, me saluda sonriéndome.
—Hola, ¿qué tal todo?
Así estuve durante todo el resto del día, algunas veces miraba hacia el campo de fútbol y veía a Bachira jugar solo con el balón, quería ir con él, pero no quería dejar a Karla sola.
Más tarde, a la hora exacta de las 17:25, ya estaba esperándole sentada en un banco que había justo en la entrada al colegio.
De repente, me asusto al sentir las manos de alguien en mis hombros -¡Bu!
—¡Ah!—me levanto y me giro asustada con mi mano en mi pecho y veo a Bachira riéndose de mí—Bachira...
Suspiro más relajada y él se sigue riendo.
—Perdona, no lo haré más—se siguió riendo, pero paro al poco tiempo—¿Vamos?
—¿A qué?—pregunto inclinando mi cabeza a mi hombro derecho.
—Menos mal que no te has arreglado mucho—dice mirándome de abajo a arriba.
—¡Ey!—golpeo su hombro de broma y él se hace el dolido.
—Perdona, estás guapa Asuna—sonríe y yo siento mis mejillas sonrojarse, pero sonrío —Vamos a ir al campo de fútbol, te enseñaré a jugar para este sábado.
—Oye... ¿Y si no quiero?—le digo dejando de caminar y cruzándome de brazos.
—Pues...—muestra unas monedas en su mano y las mete en su bolsillo—No te compraré caramelos.
—Vale, voy—le digo sin pensarlo al escuchar la palabra" caramelos".
Él sonríe y vuelvo a caminar junto a él, dejando que me guíe a donde quiera.
A medio camino, me doy cuenta de que la leve brisa que corre, hace que el cabello de Bachira vaya hacia atrás y pueda ver más sus rubias mechas como el oro, haciéndolas ver hermosas.
—¿Qué miras?
—Nada, nada—digo sonriendo y mirando al frente de nuevo.
Llegamos al campo de fútbol, había unos chicos jugando a un lado, y nosotros nos pusimos a la otra mitad del campo.
—Bien, te enseñaré lo básico, como los pases y tiros a portería—asiento—Pero antes, vamos a calentar.
Hacemos estiramientos y calentamientos, después, me da el balón que traía consigo, y me enseña cómo tengo que hacerlo.
—Te toca—dice pasándome el balón, que lo atrapo con el pie.
Hago lo que él hizo, un poco torpe, pero lo hago, creo que bastante bien.
—Creo que ha estado bien -le digo.
—Si—sonríe—Para no gustarte el deporte, se te da bien.
—Espero no hacer esto muy seguido, sino, empeorarán mis agujetas—ambos nos reímos—Es broma.
La tarde fue bastante bien, pude aprender muchísimo de Bachira, y la camiseta sin mangas le sentaba tan bien, se marcaban los bíceps de sus brazos y podía ver muy poco de sus pectorales, pero era suficiente.
—¿Me oyes?—dice Bachira, moviendo sus dedos frente a mi cara.
—¿Eh? Ah, sí, sí —le digo asintiendo con la cabeza. Él se ríe.
—Hemos llegado a tu casa -señala la puerta aun sonriendo.
—¿Cómo sabes dónde vivo?
—Me lo dijiste antes de quedarte pensando en tus cosas, ¿Estás bien?—pregunta tocándome la frente pero quitándola al poco tiempo.
—Si—sonrío—Muchas gracias por acompañarme Bachira.
—De nada—me guiña el ojo y se despide moviendo su mano—¡Hasta mañana!
