Dos personas muy distintas, se conocen en la misma escuela.
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Un chico moreno con mechas rubias, le apasiona el fútbol, tiene "un monstruo" en su interior y le gusta la música.
Una chica morena, que detesta los deportes y siente una gran p...
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"Equipo V vs. Z"
Hoy me sentí más ansiosa, no sabía si era porque en ambos bandos estaban personas que conocían y querían que ganaran, o simples nervios.
Me hubiera gustado poder hablar con ellos antes de que se presente, pero ahora después de desayunar algo charlando con ambos hermanos, alguien llamó a la puerta.
—¿Anri? —le digo a la chica frente a mí con unos papeles y archivos entre sus brazos.
—¡Asuna, cuánto tiempo! —me dedica una sonrisa contenta— Solo pasaba para ver cómo estabas, hoy hablaré con Ego, así que dime lo que piensas.
—Estoy bastante bien, no tengo quejas —de repente, se me viene el recuerdo del beso con Bachira haciéndome sonreír más enormemente.
—¿Segura? Vaya... Y yo esperaba que estaría algo enfadada por no poder salir —me dice suspirando cansada.
—Estoy bien, de verdad, no me hace falta nada más —le digo sonriendo al pensar en mi chico moreno.
—Vale, también se lo comentaré a Ego —me dice y me hace un gesto de despedida algo mal, por culpa de los papeles— Casi se me olvida, no sé si lo sabes ya, pero hay un jugador en el equipo Z, que vendió a todo su equipo a cambio de pasar él a la siguiente fase.
Me quedé sorprendida por lo que me acababa de decir—¿Qué? ¿Enserio? ¿Quién haría eso?
—Un verdadero egoísta, Wataru Kuon.
Vaya, no lo conocía mucho, pero no me esperaba esto. No podía ver el motivo de sus actos, pero como dice Anri, es un verdadero egoísta.
—Vaya... —no sabía que más decir y creo que Anri lo notó.
—Esta bien, no te molesto más, adiós Asuna —se despide con una sonrisa y la veo perderse por el pasillo.
Wataru Kuon, ¿Quién lo diría?
Cerré la puerta de mi cuarto y volví a lo que hacía, con algo de pesadez por tener que volver.
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Al abrir los ojos, me di cuenta que me había quedado dormida sobre los papeles. Me limpio el fino hilo de saliva que tenia en mis labios y me dispongo a recoger los papeles de la mesa.
Oigo unos efusivos golpes a la puerta que me hacen sobresaltar. Me quedo algo parado en mi lugar, hasta que se repiten y voy a abrir la puerta.
Pero ver a Bachira frente a mí, con su pelo mojado, sonriendo con un brillo en los ojos, me hizo olvidarme de todo lo que debía hacer para enfocarme solamente en él.
—¿Qué tal ha ido? —pregunto deseando oír la respuesta positiva.
