Dos personas muy distintas, se conocen en la misma escuela.
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Un chico moreno con mechas rubias, le apasiona el fútbol, tiene "un monstruo" en su interior y le gusta la música.
Una chica morena, que detesta los deportes y siente una gran p...
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"Verdad"
—Oye, Asuna —oigo la voz de Kotome a mi lado, seguido del frío ruido de la bandeja de comida contra la mesa.
—Hola Kotome —la saludo algo confusa.
—No me tomes por tonta, te vi a ti salir de la enfermería después del chico ese, Bachira —decia y no pude evitar ponerme nerviosa— Se te notaba la sonrisilla en la cara y no me lo niegues.
No sabía que decir, era consciente de que no estaba bien lo que hacía. Y Kotome tenía toda la razón para enfadarse y más conmigo por su hermano.
—Kotome, yo...—
—Nada, yo te apoyé para que siguieras tus sentimientos y te sigo apoyando y lo haré siempre, pero no puedes jugar con los dos, Asuna y lo sabes tanto como yo —me suelta con molestia en su voz.
Me quedo en silencio, pensando en sus palabras. Miro mi comida sin mediar palabra y me llevo algo de carne a la boca.
—¿No dirás nada? —ahora con la voz un poco alzada y una mueca en la cara.
Una lágrima se escapa de mis ojos y rueda por mis mejillas hasta sentir su salado sabor en mis labios. Ahí recuerdo todo lo vivido hasta este instante y la realidad de mis acciones se me clava en la espalda como un cuchillo.
—Lo siento —susurro con tristeza— No sé lo que hago ¿Vale? Quiero mucho a los dos chicos y yo... No sé... Me dejé llevar por mis sentimientos y ahora estoy en esta situación, Kotome. No se qué hacer y sé que cuando se enteren los dos me odiarán y me quedaré sola.
—¿Estás segura de que los quieres, o es amistad? —la miro confundida frunciendo mi ceño.
—¡Pues claro que sí, quiero a Bachira! —suelto rápido y alto. La sala queda en silencio pero no importa, solo el contacto visual entre Kotome y yo— Yo... No pretendía...
La veo suspirar — Tranquila, al menos has aclarado tus sentimientos. Asuna, no pasa nada si la cosa no avanza entre Mitsuri y tú, sé por la forma en la que sonríes cuando hablamos de él, como tu mirada brilla y tus mejillas se sonrojan cada vez que te sientes emocionada por verlo, o cuando juegas con tus dedos sin darte cuenta, son esas pequeñas cosas que con mi hermano, no pasan, Asuna.
—Mi consejo es que hables con los dos y les digas la verdad, porque cuánto más tiempo pase, peor será su reacción y no te quedarás sola Asuna —me sonríe y suelta una risa nasal— ¿Qué? ¿No somos amigas ahora, o qué?
Me río por su comentario sintiendo remordimiento y pesar en mi corazón— Tienes razón.
Basta con un leve apretón en mi mano para saber qué tengo su apoyo incondicional en todo lo que haga, y se lo agradezco mucho.
La miro alegre y continuo comiendo de mi plato, ahora sintiendo esa ansiedad que tenía desvanecerse y ser reemplazada por mi único objetivo ahora. Decirles la verdad.
