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Christopher maneja por las calles solitarias de Miami en una noche particularmente estrellada.

Estaciona frente a su tienda favorita, baja del auto e ingresa al lugar.

Johann, el dueño del lugar lo saluda y el castaño comienza a recorrer los pasillos.

Busca un pack de cervezas, chicles y alguna golosina. Se acerca hasta la fila de la caja y espera pacientemente hasta que es su turno.

Paga todo y se despide de Johann, sale de la tienda y escucha a alguien llamándolo.

—¡Hey, tú!—el ecuatoriano voltea y sus ojos se encuentra con una figura imponente.

Sus ojos escanean al guapo y sexy chico, su cabello azul le gusta hace resaltar su piel, su cuerpo parece bastante trabajado.

—¿Disculpa?—habla el chico y Christopher sale de su trance.

—Lo siento, ¿por qué estás buscándome?

—Olvidaste tu cambio y tus golosinas—comenta divertido al ver como las mejillas del chico castaño toman un color rojizo, extiende la bolsa junto con el dinero.

—Gracias—murmura y toma la bolsa junto con el dinero—. Creo que no oí tu nombre.

El boricua sonríe y extiende su mano—. Zabdiel de Jesús.

—Christopher Vélez—toma la mano del peliazul y sus ojos se clavan en el anillo que tiene en su mano derecha.

¿Acaso estaba casado? Christopher no salía con hombres casados, ni siquiera sé fijaba en hombres con novia.

—Creo que tengo que irme, fue un gusto—habla y suelta la mano del castaño.

—El gusto fue mio Zabdiel, gracias por...

Sus palabras mueren cuando siente como de Jesús lo arrastra para esconderse detrás de unos autos.

—¿Que sucede?—pregunta confundido y Zabdiel lo calla poniendo su mano en su boca.

—Shhh, puede escucharte—susurra mirando hacia la entrada de la tienda.

Christopher quita la mano del peliazul de su boca y copia la acción de Zabdiel.

Observa a una mujer parada en la entrada, tiene un vestido color azul, tacones altos y cabello negro.

—¿Ella es tu esposa?—pregunta y Zabdiel niega horrorizado.

—Dios no te oiga—contesta—. Es mi ex novia.

—Uh—murmura—. ¿No funcionó?

—No, me sentía asfixiado con ella a mi lado—confiesa y observa como la pelinegra comienza a alejarse—. Fue mi relación tóxica.

—Lamento oír eso—contesta y acaricia el hombro del peliazul.

Zabdiel lo mira a los ojos y le da una sonrisa amable—. Lamento haberte arrastrado hasta aquí.

—Si te soy honesto, esto fue lo más divertido de mi semana.

—¿En serio? ¿Ser secuestrado por un extraño?—pregunta divertido.

Christopher asiente riendo—. Un desconocido muy guapo.

Zabdiel se sonroja ante la confesión y se queda en silencio.

—No quise...—habla Christopher al notar el silencio de su acompañante.

Zabdiel junta sus labios con los del castaño tomándolo por sorpresa.

Cierra sus ojos y le corresponde al beso, sus manos se dirigen al cabello del ojicafe, sintiendo las manos del peliazul tomar su cintura.

De Jesús cola su lengua en la boca del más bajo, lo apoya contra el auto y se separan por falta de aire.

One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora