El show el Quayaquil había terminado y con eso se llegaba al fin del tour en Ecuador, Christopher siente como la nostalgia lo invade.
Erick y se acerca y lo abraza, el castaño le devuelve el abrazo y lágrimas descienden de sus ojos.
La próxima vez que pisará un escenario lo harían cada uno por su cuenta ya no como grupo.
Los amigos se separan y Erick le da una sonrisa al ecuatoriano.
—Gracias Er—murmura y el ojiverde solo sonríe.
—Vamos, tenemos que festejar—contesta y caminan hacia los amigos que Christopher tiene en Ecuador.
Cada uno saluda a Christopher y le entregan un pequeño presente y el castaño les sonríe, ama a sus amigos.
Richard se acerca y deciden jugar un partido de ping-pong, Richard con Erick contra Christopher y sus amigos de Ecuador.
Transcurren los minutos y Erick y Richard son los ganadores. Hacen festejos divertidos que quedan grabados en un Tiktok que van a subir luego a la cuenta del grupo.
Christopher ríe junto a sus amigos al ver los festejos exagerados del dominicano y el cubano, Erick saca el lado divertido de todas las personas.
Sus ojos miran buscando a Zabdiel pero el peliazul se ha ido apenas el show había terminado.
—Chris—el ojimiel mira a Aron—. ¿Revancha?—el castaño niega y deja que sus amigos juegen de nuevo y él va tomar asiento a lado de Kate.
Le gusta las orejitas de conejo que tiene—. Kate, ¿puedo?—señala a la cabeza y la mujer le sonríe y se saca la vincha entregándosela al mayor del grupo—. Gracias.
Kate le sonríe y ambos continúan viendo el juego entre los chicos, ahora Erick y Richard están enfrentados.
Las horas van pasando y los amigos de Christopher comienzan a despedirse.
—Voy a volver pronto—murmura y sus amigos les sonríen porque saben que Christopher cumple con su palabra.
Christopher camina hacia donde se encuentra el equipo y comienza a bailar donde vueltas y sonriendo.
Sus ojos se encuentran con los del puertorriqueño, Zabdiel se encuentra sentado en uno de los sofás y lo mira con atención.
Christopher recuerda que tiene puestas las orejitas de conejo y que están encendidas cambiando de colores.
Siente el calor subir a sus mejillas y voltea alejandose de todos, camina con pasos apresurados y sale del lugar.
Finalmente suelta todo el aire contenido y el frío de la noche lo golpea, se maldice mentalmente al recordar que no tiene camiseta.
Ingresa de nuevo al las instalaciones y Zabdiel le da una sonrisa divertida.
—No digas nada—interrumpe y camina hacia los vestuarios.
—Tofio—llama y toma el brazo del ecuatoriano haciendo que finalmente lo mire—. ¿Por qué huiste?
—Se supone que no tenías que verme, pensé que ya te habías ido al hotel—explica y Zabdiel acaricia la mejilla del más bajo.