❝Eʀᴏs❞✓
•Eros (Cupido entre los romanos), que simboliza el deseo sensual, es el dios griego responsable de la atracción sexual, el amor y el sexo, venerado también como un dios de la fertilidad.
[Lector/a por personaje]
«Lᴏ ᴜɴɪᴄᴏ ǫᴜᴇ ɴᴇᴄᴇsɪᴛᴏ ᴘᴀʀᴀ s...
—El último capítulo de TR me dejó un vacío extraño y placentero en el corazón. Este manga marcó una etapa grandiosa en mi vida, al igual que gracias a este conocí a muchas personas maravillosas. Me gustó compartir esto con más personas. Me dio tantas cosas, que no sé ni como sentirme, pero sobre todo agradezco que me hayan dado al tremendo Naoto con cara de maestro de literatura o filosofía MUY atractivo. Si ya lo amaba, ahora lo amo más.
Que disfruten el Os.
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Pocas horas antes de que rayara el alba, en una fría mañana de diciembre del 2017, me apeé de mi coche y entré en el aeropuerto central de Tokio. Aferraba mi mano a la de mi novia mientras me abría paso a través de un enjambre de cientos de personas que cogían el avión el día de hoy; mis ansias y emoción iban en aumento a medida que la hora de partida se acercaba.
No tenía ni idea de que haríamos una vez allá, pero me entusiasmaba el solo pensar en todo. Con el único objetivo de llegar al avión y cuidar a mi pareja de toda este gentío; subí y bajé rápidamente en las escaleras, pasando por delante de los puestos de comida sin detenerme ni por un segundo a pesar de que mi estómago rogaba por siquiera unas pocas migajas de pan. Iba en ayunas y a tiempo contado.
Las maletas, cargadas con ropa, zapatos y un pequeño equipo de artes de mi novia, se deslizaba detrás de mí, arrollando pies y golpeando tobillos. Gritos de enfado parecían llegarme de todas direcciones. Pero no me detuve. No podía.
Para entonces estaba sudando a través de mi acolchada chaqueta de invierno, y respiraba con dificultad por el aire viciado. El teléfono en mis pantalones marcando la hora con la alarma que antes coloque, sonó y a su vez el altavoz del lugar que llamó a nuestro vuelo.
Nuestro avión estaba a punto de volar. Me tambaleé al bajar la escalera eléctrica que conducía a las puertas, sacando mi teléfono de forma rápida, apagando aquel sonido y vibración de mi bolsillo y, con gran alivio, reconocí los signos que indicaban nuestra parada.
¡Por fin! Este era nuestro avión, el que saldría disparado en dirección a El Instituto de Arte de Chicago; un museo y escuela de arte situado en la avenida Michigan, junto al Grant Park, enfrente del lago Michigan en Chicago, Estados Unidos.
Uno de los museos de arte más importantes del mundo y que, con gran orgullo, mi novia acababa de integrarse. A ella le encanta ese sitio, ya que contaba con una de las colecciones permanentes más valiosa de cuadros del Impresionismo y Posimpresionismo del mundo.
