❝Eʀᴏs❞✓
•Eros (Cupido entre los romanos), que simboliza el deseo sensual, es el dios griego responsable de la atracción sexual, el amor y el sexo, venerado también como un dios de la fertilidad.
[Lector/a por personaje]
«Lᴏ ᴜɴɪᴄᴏ ǫᴜᴇ ɴᴇᴄᴇsɪᴛᴏ ᴘᴀʀᴀ s...
No estuvo tan mal, y la verdad extrañaba corregir +18, me gusta escribirlos, aunque aún voy mejorando. Unos capítulos más por revisar y regresamos con los que tengo pendientes de publicar. Una gran disculpa a las personas que me hicieron pedidos. Los tengo, solo quiero volver a estar al corriente para subirlos. Y, también tengo un cap. por nuestro aniversario con este libro. Ya un año, dios mío. Las personas que están desde el principio se merecen un beso y una disculpa por tan mala redacción del principio. Se les quiere millones. Perdón, ya fue mucho texto jaja.
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Estaba nevando.
Las nubes cubrían el cielo, algo normal en esos días. Le encantaba ver los copos blancos. Caían del cielo gris en medio de giros y danzas, desafiando la gravedad. Luego, ascendían revoloteando deprisa antes de volver a descender.
Ver esto era hermoso. Los copos volaban de un lado a otro, hasta que finalmente aterrizaban y se mezclaban con los otros. El alféizar de la ventana estaba lleno de nieve, y su aliento se marcaba en un empañado en aquel cristal.
Permaneció enfrente de esta, observando el mundo exterior, todo estaba en completo silencio, lo único que se podría escuchar era el apenas audible sonido de las teclas de la laptop que utilizaba en esos momentos su pareja.
—Te ves guapo —comentó el joven viéndolo de reojo, pero aún concentrado en su trabajo.
El azabache intentó ocultar la sorpresa, lo había tomado desprevenido y un saltito fue reflejo del pequeño susto que había tenido; una expresión divertida atravesó su rostro.
—¿Disculpa? —se hizo el desentendido cuando claramente le había escuchado.
—Dije que te ves atractivo. Esa postura tan despreocupada, sin camisa y esos pantalones sueltos. Simplemente, me gusta como luces —dijo todo teniendo breves pausas, y luego soltó una pequeña risa al notar la expresión del chico.
—Gracias, me siento alagado. Por cierto, ¿ya me puedes decir en qué estás trabajando?
—Nope —y siguió con su computadora. Kakuchō, por su parte, soltó un fuerte suspiro. Desde hace días el chico está concentrado en su trabajo y poco caso le hacía. Además, la curiosidad lo estaba matando, ¿qué era aquel trabajo que tanto escondía?
Aunque, antes de una respuesta, necesitaba más de su atención y aún más en estos días de invierno. Así que, sin hacer mucho ruido, de forma lenta se fue acercando, al estar al lado de él se sentó a su derecha, recargado la cabeza en su hombro, soltando un fuerte suspiro.
