Epílogo

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Llegó nuevamente otro invierno en Gusu. En los corazones de la pareja durmiendo en la Habitación del Silencio, sin embargo, sólo había una cálida primavera.

Hacía horas Xuanyu dejó de estar dormido, y simplemente siguió en la misma posición disfrutando oír los latidos apasionados de su marido, como se hizo costumbre en los años que llevaban casados.

Una mano gentil acarició su cabello ya llegando el amanecer. Los brillantes ojos claros del jade se abrieron, y en su rostro una leve sonrisa se esbozó, mirando a su esposa ya despierto.

—Cariño...– Susurró ronco el Mo, buscando sus labios.

Wangji por supuesto no se negó al beso, y saboreó al derecho y al revés su boca, disfrutando la tibia sensación  de euforia, y los brazos del menor envolviendo su cuello para profundizar más el acto.

Xuanyu sonrió en medio del beso, embelesado por lo adictivo que era compartir gestos así, y no cesaba con el pasar de los años.

Finalmente tuvieron suficiente por el momento, y Wangji se levantó para buscar sus túnicas superiores.

—¿Qué quieres comer?– Preguntó, curioso.

—Congee.

El Lan volvió a sentarse en la cama, y apretó la nariz del menor, como si fuera un cariñoso regaño.

—Está bien– Cedió de buena gana el Mo, sonriendo gentil– Congee de pollo, y dumplings rellenos.

De vez en cuando le gustaba pedir lo mínimo para comer, sólo queriendo otra vez repetir la misma escena con su marido. Su corazón siempre se llenaba de euforia del mismo modo que la primera vez.

Wangji esta vez no replicó, y buscó su túnica blanca, mientras Mo Xuanyu hacía lo mismo deteniéndose un momento cuando vió los patrones de nubes. El menor esbozó una sincera sonrisa, apreciando su actual túnica blanca indicando pertenecía a un lugar donde nunca lo engañarían, ni dejarían a un lado.

Aunque no podía olvidar del todo a su hermano Yao. Sus sentimientos se volvían contradictorios recordando los mejores tiempos de su vida en Lanling Jin fueron construidas en base a las mentiras de quien idealizó ciegamente hacía tan sólo un par de años. Mirándose ahora, hasta llegaba a pensar pasó una eternidad desde entonces.

No se arrepentía. Hizo lo que tenía que hacer, y trás mucho tiempo reflexionando una y otra vez lo mismo, aceptaba incluso si Jin Guangyao no fue como creyó, éste lo quiso a su modo, pero eso no significaba tuviera derecho a quedar impune.

Respirando hondo, dejando algo de tristeza atravesara sus pensamientos ante el recuerdo de todo lo que perdió desde muy joven, también se alegró por lo que tenía actualmente. Más de lo que pidió.

Amaba su nuevo hogar.

Cambió las sábanas, barrió el suelo pacientemente, y encendió una varilla de incienso. En otra situación, algún discípulo de menor rango lo limpiaría, pero el Mo disfrutaba arreglando su habitación él mismo. Su habitación y de Wangji.

Una vez arregló su cabello, y maquilló su rostro, se sentó al lado de la mesita, admirando el cuadro donde la difunta Madame Lan sonreía, pintada por el propio Xuanyu hacía poco, junto a otro cuadro de su propia madre que la mayoría asumía era un retrato de sí mismo. Esperaba si en otra vida pudiera también tener la fortuna de ser amado por Wangji otra vez, sus madres pudieran conocerse. Seguro se habrían llevado bien.

Las puertas se abrieron con un leve sonido sordo, y el Lan entró con parsimonia, observando a su esposa, igual de ensimismado que el feliz día donde unieron sus vidas para siempre.

Te Ayudo A Olvidar (Mo Xuanyu X Lan Wangji)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora