Capítulo 4- Lu

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Kaeri no podía dormir, por lo que se quedó observando el cielo.

Ella intentaba cerrar los ojos para llegar a Mihweyr, pero no lograba transportarse. Tal como Kai había dicho, no era posible. Además, ella ni siquiera sabía cómo lo había logrado hacer en primer lugar.

Su cabeza estaba llena de pensamientos, ideas de como volver, imágenes de Xiumin, sensaciones de la nieve. La pasaba bien con estos dos chicos, pero algo dentro de ella le dolía, la preocupación no la dejaba en paz.

Pensar en lo que podría haber pasado con Xiumin la hacía también pensar en que había pasado con ella. Ella había muerto. Había sentido como su pecho era arrancado, partido en dos.

Su brazo empezó a doler y cuando lo miro, parecía que hubiese grietas en él, como si ella fuera de madera, pero cuando parpadeó y se tocó, ya no había nada. Una simple ilusión.

Ella no solo había muerto, la habían matado.

Alguien había acuchillado su corazón.

Miró la luna intentando calmarse. Le puso tanta atención que noto que esta estaba del lado izquierdo y se movía levemente hacia la derecha. Las estrellas eran demasiadas, y de distintos colores.

Intentó reconocer alguna constelación, pero lo logró.

Kai había caído rendido horas atrás después de mucho parloteo, y ahora dormía con la cabeza apoyada en su hombro.

Ella vio la luna hasta que sus ojos se cansaron y comenzó a ver doble, veía dos lunas y justo antes de parpadear estas se unían en una sola.

Finalmente, sin darse cuenta cayó dormida. Entre más se hundía en el sueño, más se agitaba su respiración. Comenzó a sentir su garganta seca, como si no hubiera bebido nada en meses y de pronto el aire comenzó a disminuirse.

Ella intentó respirar más fuerte, pero el aire no llegaba a sus pulmones.

Y entonces logró abrir los ojos y se encontró con los ojos rojos de la hiena posados sobre ella, y sus afilados dientes a centímetros de su pie.

La hiena estaba inmóvil, congelada.

-Eso estuvo cerca! - la voz aguda de Xiumin se asomó por detrás del animal- estás bien?

Y ella lo ve: su rostro de niño, pelo rosado y ojos puntiagudos.

Estaba ahí, a salvo.

Ella asintió, había estado tanto tiempo preocupada por él, y ahora estaba frente a ella.

Su respiración había estado agitada de nuevo, como si el momento en Korish nunca hubiera pasado. Kaeri finalmente estaba comenzando a entender cómo funcionaba esto.

Kaeri no era aún cercana a Xiumin, pero el alivio que sintió al ver al chico sonriéndole hizo que se moviera sin pensarlo.

Se lanzó hacia él en un abrazo. Xiumin se sorprendió, ella debía de estar muy asustada. No era bueno que ella no tuviera nada para protegerse, debían conseguir armas.

Él sabía el lugar perfecto para encontrarlas.

-Debemos movernos- le dijo entonces a la chica.

-A dónde vamos? - preguntó ella. En Korish buscarían al rey, pero aquí no había ninguno.

-Comenzaremos buscándote algo para defenderte. Debemos atravesar la montaña primero.

Xiumin señalo el camino y Kaeri siguió el dedo con la mirada. La montaña estaba lejos. Les esperaba un largo camino.

Twelve -EXODonde viven las historias. Descúbrelo ahora