Adem.
Los minutos pasan, y al igual que el día va avanzando mi enojo va aumentando.
Recorro una vez más todo el palacio de la corona buscándola, intentando confirmar que lo que oí no es más que una mentira y que ella no aprovecho mi distracción para huir. Pero en ningún lugar está.
—Carlie ¿Dónde mierda estarás?
El sol ya comienza a hacer acto de presencia anunciando que el día está comenzando.
Minutos después desde el despacho de mi padre la veo pasar delante de las puertas de vidrio.
Dejo lo que estoy haciendo para ir tras ella.
—¿Dónde estabas tú? —le pregunto sorprendiendola.
—Mierda Adem, me asustaste.
—Te hice una pregunta.
Mi molestia es evidente.
—Primero que nada buenos días ¿No?
—Responde de una vez mi puta pregunta. —le exijo.
—¿Es que acaso me estás controlando? Te sugiero que cambies esa postura, porque así nada conseguirás de mí y si quieres saber algo preguntalo bien y yo decido si te respondo o no. — dice caminando por mi lado.
La tomó del brazo para que se detenga.
—Te estoy dando una orden, dime de una puta vez a dónde fuiste anoche, ¿Qué era tan importante para escaparte cuando se supone que debías estar junto a mí apoyándome?
Su mirada se vuelve oscura indescifrable podría decir.
—¿Qué estás intentando decir?, primero que nada tú a mí no me das órdenes a lo mucho sugerencias si pero órdenes no. —hace una pausa safandose de mi agarre. — Cambia esa actitud de mierda con la que te has despertado hoy.
—Dime de una vez, dónde estabas. —gruño molesto. —Lo que sale de mi boca son órdenes no sugerencias.
Ella se acerca a mí para luego sonreír.
—Yo no cedo a las órdenes ya te lo dije solo cedo ante el deseo y no deseo responderte algo que no te interesa.
Ella se marcha y yo tomo lo primero que veo, un jarrón de vidrio para estrellarlo en algún rincón.
«La jóven que lo acompaña se ha escapado por la parte trasera, iba totalmente cubierta y no dijo a donde iba.» Las palabras de Dahia, la esposa de mi hermano no salen de mi cabeza, ella llegó dos horas después de que mi hermano se presentará ante el pueblo.
Si tuviera algo más en mente que no sea esa duda de que estuvo haciendo tal vez comenzaría a preguntarme cómo ella sabía que Carlie no estaba aquí o incluso como sabe de su existencia, si ella no estaba y se supone que no tiene contacto con nadie aquí dentro pero eso ya parece tener una respuesta obvia cuando pienso en que llegó vistiendo un riguroso luto y llegó dos horas después del anuncio aún cuando estaba fuera del país.
Camino hasta la habitación donde escuchó el ruido de la ducha así que espero afuera a que ella salga.
Carlie sale vistiendo una bata y me mira dudosa antes de hablar.
—Tienen a los rebeldes tomando la ciudad, eso fui a ver, por primera vez pensé más en su pueblo que en mi misma y quise ver cómo se encontraban. —me reverencia. —Espero y me disculpé príncipe Adem pero debo cambiarme si me disculpa. —su enojo se nota demasiado más cuando veo sus ojos.
—Podrías simplemente haber dicho eso y yo lo hubiera tomado bien. —le respondo.
—Usted podría haberme hablado de buen modo y yo encantada le decía donde estuve y que vi, pero usted estaba en pose de celoso maniático o lo que fuera que es ese show de usted.
Me paró frente a ella para mirarla directamente a los ojos.
—Deja de tratarme de usted.
Ella se acerca aún más a mi, quedando a milímetros de mí rostro.
—¿No te gusta que te trate así? —comienza a tocar mi mejilla, para luego tomar la iniciativa y besarme.
Paso mis manos por su cintura para acercarla aún más a mí.
Ella comienza a avanzar obligándome a retroceder pero sin despegar nuestros labios, cuando hago contacto con la cama ella me obliga a sentarme y se sienta sobre mi regazo.
Se separa para mirarme directamente a los ojos.
Comienza a besar mi cuello mientras yo me atrevo a bajar mis manos de su cintura a sus nalgas para poder estrujarlas a mi antojo.
Carlie comienza a moverse lentamente sobre mí, creando fricción entre nuestros cuerpos.
Cuando pienso que avanzará más se defiende abruptamente y me sonríe.
—Esto es para que tengas en cuenta la próxima vez que me hables de esa forma las consecuencias de tus actos.
Toma algo de ropa y se vuelve a meter en el baño.
Yo veo mi creciente erección y niego para luego morder mi labio.
Realmente esta mujer se volverá mi perdición.
A los minutos sale vistiendo un conjunto negro con una apertura en su espalda.
—Necesito hablar con tu hermano sobre lo que está pasando afuera. —dice acercándose para limpiar mi labio. —Ups se me quedó un poco de labial. —se ríe.
—Mi hermano tiene una reunión con el consejo dentro de unos minutos. —le informo viendo la hora.
—Perfecto, yo asistiré así ya todos saben lo que no están viendo.
Le ofrezco mi brazo para que camine junto a mí y ella no duda en tomarlo.
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En los brazos del príncipe
RomanceUna bailarina y un desconocido en Las Vegas, en una despedida de soltera, jugando a un juego de retos por alcohol. ¿Que puede salir mal?