Capítulo 46.

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Un mes después

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Un mes después.

Emily.

Corró por las calles de Londres intentando detener algún taxi, pero ninguno frenó, todos de pronto estaban con pasajeros.

Bufó cuando se largó a llover.

—Simplemente mi día es perfecto. —gruño.

Mi celular vuelve a sonar como por décima vez en la mañana.

—Mi madre me cuestionaba el porque me mudaría a Londres si odio la humedad y yo de tonta diciéndole sobre el paisaje, y ahora no puedo ni conseguir un taxi bajo lluvia, mi cabello es un desastre y hasta las medias tengo mojadas. —bufó para mí misma. —Que ilusa eres Emily, de verdad que eres todo un caso.

Mi teléfono vuelve a sonar y terminó por responder.

—¿Es que acaso no te cansas de llamar? Deja de molestar. —respondo sin ver de quién se trata.

—Cuida y cómo le hablas a tu jefa. —dice Vanessa.

—¿Quien más que tú podría estar llamando como 10 veces en menos de una hora? Menos mal que eres mi mejor amiga, sino te juro que ya te habría denunciado por explotación. —me quejé.

—Yo te tendría que denunciar a ti en tal caso, llevas media hora de retraso y te necesito en el restaurante ahora mismo Emily.

—Lo sé. —bufó. —Por si no te enteras, está lloviendo y en todo Londres aparentemente no hay un solo taxi libre, hasta ahora no me salen alas, así que te aguantas a ver cuánto tardo andando.

—Dios no puedo contigo Emily, tienes una nube gris encima ... si quieres puedo envío a alguien a qué vaya por ti.

—No gracias, tú de seguro enviaras al idiota de Ilek, y sabes que lo detesto.

—Es mi hermano, sabes que no lo estoy justificando, pero él dice que cuando te ha besado estaba ebrio.

—Si lo que él diga, no me importa.

Cuelgo la llamada, y veo un taxi, estiro mi mano para que esté se detenga y este no lo hace.

Mi celular de alguna forma termina resbalando de mi mano y cae al suelo, rápidamente me agachó para recogerlo y cuando lo levanto, solo siento un golpe en mi cabeza luego ... nada.

Dorian.

Venía entretenido en mi celular corroborando algunos datos sobre unos eventos donde debía presentarme, dentro de unos días en Dinamarca, cuando de pronto mi chófer se detiene de pronto y escucho un ruido fuerte.

—Oh, no la he visto. —es lo primero que dice antes de retroceder un poco.

—¿Que no has visto? —digo abriendo la puerta.

En los brazos del príncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora