Capítulo 35

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Carlie

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Carlie.
Mi vista se encuentra perdida en el amanecer que anuncia el inicio de un nuevo día.
Y sin quererlo, un nuevo día inicia, dejando atrás mi noche de insomnio.

Mis pensamientos son interrumpidos por un ruido sobre el escritorio.
Volteo mi cabeza encontrandome con la princesa.
—Bien, es bueno que no estés dormida, tienes bastante trabajo.

—Lo siento, eso queda para después, tengo que ir al hospital. —digo pasando por su lado, pero ella me detiene.

—Esto es tu prioridad ahora, simplemente no puedes dejar que otra cosa diferente a esto se vuelve tu prioridad.

Bufó.
—Es el primer día y ya estamos empezando mal —murmuró.

Miro el montón de papeles
—Ellos están esperando una proclamación o siquiera alguna palabra tuya.

—Leyla.

Me interrumpe.
—Princesa para ti. —me corrige.

—En tal caso, reina para ti. —contraataco. —Te aseguró que nadie morirá si no hablo al respecto, si no firmo un documento o siquiera lo leo en este instante, pero si falto a mi guardia no sé si es por mi causa o mi ausencia pero sí hay cosas que pueden verse perjudicadas.

Ella me mira un segundo.
—Bien, en marcha, iremos al hospital, yo iré contigo a asegurarme que en cualquier espacio libre que tengas no te quedes haciendo nada.

—Eres una princesa ¿Que se supone que harías en un hospital lleno de personas heridas y enfermas? Mejor resguardate por tu seguridad.

Ella me sonríe y niega.
—Te aseguró que bajo ningún motivo intentarían hacerme algo, de hecho en este momento yo puedo poner mi vida delante de la tuya aunque me cueste admitirlo, mi obligación es proteger bajo cualquier concepto la corona, incluso cuando esté muy en desacuerdo con mi hermano y contigo.

—Pues tranquila, porque jamás te pediré que te expongas por mi. —camino hacia la salida seguida de ella, y me llevo la sorpresa que rápidamente soy respaldada por seis hombres con armas y espadas. —¿Qué? —digo algo impactada. —¿Que se supone que están haciendo?

—Proteger a la reina. —habla muy tranquila la princesa Leyla.

—No pueden venir conmigo, inquietaran mucho a las personas del hospital.

—No puedes darle una contra orden, las órdenes de mi hermano están sobre las tuyas, además ellos no tienen permitido hablar contigo, salvo que sea estrictamente necesario.

Leyla se adelanta pasándole todos los documentos y libros a dos de los guardias.

—Venga, dijiste que tenías turno, apúrate o llegaremos tarde. —dice saliendo resguardada por dos de los guardias, quedándome a mi cuarto a mis costados.

En los brazos del príncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora