Di un largo resoplido mientras miraba la pantalla de mi teléfono, viendo fotos de los viajes que hacen los extraños por internet. Vi varios que se fueron a Francia, otros a Italia, Hungría, Japón, etcétera... Quiero ir...
-Agh... -me giré en el sofá hasta pegar mi rostro al respaldo de este.
El viento de aquí arriba me golpeaba bien y era fresco. El ambiente calmó mi frustración por no poder hacer estos viajes. Pero... tenía una opción.
-¿Será buena idea? -pensé en voz alta- ¡Ay! ¿Qué importa? Solo será un momento...
Me levanté y miré desde el borde del tejado. Era de noche, ya había pasado la hora de la cena. Alex está encerrado en su oficina haciendo trabajo... tengo tiempo de ir y venir antes de que me venga a buscar para hacer que me vaya a dormir. Llevé mis manos hasta mi collar y me lo quité, al instante en que la piedra deja de brillar yo me sentí tan liberada... suspiré profundo y entonces miré por encima de mi hombro.
-Ya las extrañaba.
Extendí aquellas grandes alas blancas y me paré sobre el borde del tejado. No había nadie viendo, así que en un segundo salí disparada hacia el cielo, disfrutando de esto. Miré a la luna y casi que podía escuchar los regaños de mi madre por ser descuidada, sabía que no me estaba viendo ya que prometió no hacerlo. Y además... esta era la hora en donde más trabajo se le acumulaba, al ser la Diosa de la Luna debe controlar a las criaturas que rondan la noche para alejarlas de donde no deben estar.
En realidad... ese deberá ser mi trabajo cuando sea mayor, esa es una de las razones por la que los Dioses tienen hijos, para dividir el trabajo. Aunque mamá no me creo solamente para eso. Su gran amor la hizo desear una hija, y aquí estoy. Pronto tendría que asumir mi responsabilidad como Diosa de la noche... Pero aún falta tiempo para eso.
Mis alas se batieron con fuerza llevándome con rapidéz hasta la ciudad más cercana, las luces de todas aquellas casas y edificios era tanta que dentro de la ciudad no pareciera alcanzar el brillo de luna de mi madre. Llegué hasta uno de los edificios más grandes y miré todo desde la cima.
-Wau...
Las personas aún estaban despiertas, yendo y viniendo, en grupo o solitarias. Decidí camuflarme, me convertí así en un pájaro nocturno común. Me dejaría volar cerca de ellos sin que empezaran a alterarse. Era pequeña y adorable, nadie me haría daño así. Me paseé por encima de las cabezas de las personas, viéndolas de cerca como siempre he esperado. Noté entonces un perro que comenzó a ladrarme, revoloteé por su alrededor y me alejé antes de que pensara en atraparme.
Reí un poco pero entonces llegué a un restaurante que parecía ser muy famoso porque estaba repleto. Tenía una terraza, así que me paré en la baranda de esta y miré dentro.
-Aw, pero que pájaro tan lindo.
Una mujer en la mesa de a un lado me mira, se veía amable. Yo la miré y di un par de saltitos hacia ella, acercó su dedo hacia mí y yo me paré en este.
-Que curioso, eres tan lindo -acarició mi cabeza con gentileza y si pudiera sonreiría ahora mismo.
Salté de su dedo y decidí seguir explorando, pude escucharla despedirse de mí y luego comentar de eso con su pareja que estaba allí. Volé mirando las tiendas, las personas, las calles y los edificios. Todo era tan hermoso, mucho mejor de cerca que de mi hogar.
Pero ya iba siendo hora de irme a casa de Alex. Llegué hasta nuevamente aquel edificio alto y me volví a mi forma humana con mis alas. Iba a llegar más rápido así que como un pequeño pájaro.
-Quiero regresar, o incluso ir a comprar cosas... Mañana regresaré definitivamente -pensé en voz alta mientras regresaba.
Encontré la manada y llegué hasta el tejado de la casa, escuchando los pasos de Alex subiendo por las escaleras. Me sobresalté y rápidamente me coloqué el collar de nuevo. Mis alas se desvanecen y mi poder también, me tiré sobre el sofá y fingí estar dormida.
-Mi Luna, ya es hora de...
Sus palabras quedan a la mitad cuando me ve en el sofá. Podía jurar que junto aquel suspiro salió una sonrisa. Lo escuché acercarse a mí y entonces acarició mi cabello antes de cargarme en brazos y llevarme a dormir adentro. Entreabrí un ojo cuando me dejó sobre la cama pero lo volví a cerrar cuando me colocó las mantas encima. Sentí que besó mi mejilla con ternura y susurró en mi oído.
-Descansa, Amaris...
Mi cuerpo se eriza por escucharlo pronunciar mi nombre, pero traté de no reaccionar tan evidentemente. Me removí como si lo hiciera sonámbula y me acomodé entre las mantas, él se endereza y se va a cambiar antes de acostarse junto a mí. Pero no supe más nada cuando en lugar de seguir fingiendo, me habia quedado dormida de verdad y por completo.
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AMARIS
Hombres Lobo¿Que sucede cuando la hija de la Diosa Luna decide ir a la tierra para saber cómo se siente vivir allí? ¿Pero y que su madre decida otorgarle un Mate? Amaris, hija directa de la Diosa Luna, enfrenta todo tipo de situaciones que se le van presentando...