Capitulo 5 - Chicas

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Domingo

Comienzo el domingo, con agujetas, como es normal después de haber pasado una noche entre orgasmos. Además, tengo que comer que no he comido nada desde ayer al mediodía.

Primero, antes de todo, una ducha caliente para relajar todo el cuerpo. He dormido, dieciocho horas seguidas, como una buena marmota.

Dejo el móvil sonando como una buena melómana, sonando Billie Ellish, Ed Sheran,... y varios artistas más de la actualidad, siempre me ha gustado la música en inglés.
Dejo caer, el agua caliente sobre mi cuerpo desnudo, apoyada en la pared y la cabeza hacia abajo, mientras mi piel reacciona con el cálido abrazo del agua. Empiezo a recordar pequeñas escenas de la noche pasado. Es algo intenso, introvertido, diría incluso que maravilloso, mi piel se eriza de nuevo, provocando que todo mi cuerpo reaccione de nuevo, deseando que estuviera de nuevo aquí, para tocarlo. No puedo evitar bajar mi mano, hasta la encrucijada de mis piernas. Empiezo a jugar con pequeños movimiento con mi clítoris, que lo recibe muy activamente. Los pequeños movimientos, cada vez se vuelven más intensos, rápidos, y fuertes, haciéndome un pequeño "clic"cada vez que paso mi dedo corazón por el clítoris, ese punto tan mágico que tenemos las mujeres.
Le sigo dando placer, al mismo compás de la canción de Ed Sheran, y es que no hay nada como tener un orgasmo al ritmo de una canción.

Mi cuerpo no puede parar, quiere más, le sabe a poco la noche, la mañana, la masturbación, y la ducha. Necesita más. Me sigo tocando no puedo evitarlo me vienen tantas posturas a la mente. Tantas caricias. Me pego a la pared, con las piernas flexionadas, introduciendo dos de mis dedos, gimo de placer, estaba deseando hacerlo, empiezo una carrera de entrar y salir. Cada vez con más presión, con más ganas, el pulgar haciendo hincapié en el clítoris, con idas y venidas, mientras los demás dedos están entrando hasta que llega el momento del grito final. Exploto en mi mano, deshaciéndome de lo poco que me quedaba dentro. Tomo aire, cogiéndolo profundamente. Me intento levantar y cojo la alcachofa de la ducha, y empiezo a limpiar mi entrepierna. Que no para de seguir humedeciéndose. Esto sí que ha sido una ducha profunda.

Al salir de la ducha, alargo el brazo para coger el albornoz blanco, la toalla del pelo, me pongo las zapatillas. Me voy dirección al cuarto para ponerme algo de ropa. Me asomo a la ventana y veo el buen tiempo que hace. Me apetece dar un paseo por las calles. A estas horas de la mañana, apenas hay gente.

Abro el armario, y busco la falda blanca y negra que tanto me gusta con la camiseta blanca de mangas cortas, junto las vans blancas. Me maquillo un poco, algo casual y natural, al mirarme al espejo veo que tengo las mejillas rojas, es normal pienso. Meto en el bolso negro las llaves, la cartera, un paquete de tabaco, que no fumo pero por si se me apetece, el perfume pequeño, el labial, monedas sueltas, la batería externa, el cable del móvil, y sobretodo el móvil. Cuando vengo a salir ya son más de las nueve, tengo hambre. Es algo claro y obvio. Me subo en el ascensor y me miro en el espejo para maquillarme los labios. Guardo el labial. Cojo el móvil y empiezo a contestar los mensajes de mis amigas. Los del trabajo los dejaré para la noche con una copa de vino ñ.

Es una ciudad tan bella, y preciosa, que no podría estar más enamorada de ella. Empiezo, a dar tumbos por las calles. Sin saber muy bien a donde ir.
Primero paro para desayunar algo en una cafetería, me siento en la terraza disfrutando del solecito que ha salido calentando mis huesos.

Sigo caminando paseando por las calles, viendo a los visitantes dar sus paseos y conociendo la ciudad. Entro en varias tiendas, comprando alguna prenda de ropa y algún libro nuevo que leer.

Me suena el móvil, es Clara mi amiga.

-Chica, a buenas horas apareces, ¿donde te has metido?

-Estaba encerrada en casa, tenemos un montón de trabajo en la oficina y tu sabes - miento.

Tu pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora