Sara
Le pongo mis manos por debajo del mentón y se levanta. Le beso, agarrando su cara y se sujeta a mis caderas.
Apoyados en la baranda del balcón, me besa tan intensamente que no quiero que se acabe la noche. Baja sus manos a mis muslos, levantándome para subirme en la baranda, lo que provoca que me agarre de cuello fuertemente y mire abajo.
-No te vas a caer- me dice con esa mirada lasciva, que se le pone cuando está apunto de hacerme gozar.
-No esperaría que me tiraras después de semejante orgasmo la verdad - le digo volviendo a mirarle.
Lo miro con cara de sorpresa, y no vuelvo a mirar abajo. Se ha puesto muy cachondo, tanto o más que yo. Me coge en brazos subiendome a su caderas y le rodeo con las piernas, provocando todo mi gozo. No me deja respirar cuando me besa, soy toda suya, y lo sabe. Me lleva dentro de la habitación. Nos tumbamos en la cama provocando un roce que me deja sin respiración. Sus mano descienden de mi cuerpo y hace que llegue a mi centro otra vez.
Me acaricia el clitoris haciendo que me excite otra vez mojando sus dedos, y esta vez esta dentro de mi. Moviendo su mano, dándome placer en cada movimiento. Nos besamos y yo solo quiero tenerlo más adentro. Sus manos son magicas y me hacen seguir correrme.
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Amanece de nuevo en ésta magnífica ciudad, tan alborotada como siempre. Me estirazo entre almohadas y cojines. Y veo algo inusual en la habitación, específicamente en el sillón su ropa ¿está aquí?
Me levanto de la cama para acercarme al sofá. Sí, es su ropa confirmado. Me la acerco y la huelo, es su perfume. Parece que estoy loca, pero es que su perfume hace que mi bajo vientre de vueltas de campanas.
Giro sobre mí para buscar mi ropa y no la encuentro. Entro en el baño y tampoco. Miro en el armario, hay más ropa de él, y de mujer con etiquetas y con una nota."Pontela, vengo enseguida. E"
La leo varias veces, para ver que debajo de ella había ropa interior.
No entiendo nada.Nuestras noches son fugaces, algo de una sola noche. La saco colocándola encima de la cama para verla mejor. Son unos vaqueros claros rotos, con un jersey rojo y unas playeras blancas, la ropa interior es más sencilla y delicada, se le nota en el tacto. Miro al baño con la postura de jarra. No lo dudo más y cojo todo para meterme dentro y empezar a arreglarme.
Me doy una ducha rápida. Me pongo la ropa en el baño. No quiero cruzarmele. Cuando salgo no está su ropa en el sillón, miro en el armario y la veo ahí, no quiero girarme pero lo hago igualmente. Esta ahí, en el balcón fumandose un cigarro, parece enfadado, enojado, esta con el teléfono en la oreja.
No puedo resistirme, lleva la camisa abierta y con la luz entrando por el balcón parece un dios griego. Me acerco por detrás abrazándolo. Gira la cabeza y me mira con una sonrisa, le ha cambiado la cara totalmente.-¿Que tal has dormido?
-Mejor si fueras estado. - no me creía lo que acababa de decir, me transmitía tanta paz estar a su lado.
-Me alegro que hayas descansado. - me dice con una sonrisa- veo que has encontrado la ropa y te has duchado, bien, ahora me duchare yo - me dice girando sobre sí y me deja un beso en la frente, antes de entrar en la habitación.
-Genial, yo ya me voy- le digo con una sonrisa - nos vemos la próxima vez.
Se vuelve y se queda mirandome con cara de sorprendido, no sabe si decirme algo o callarse. Se decide por lo primero, con paso firme sin vacilar, sin pensárselo dos veces. Me sujeta la cara y besa mis labios como si fuera una droga que no puede dejar.
-Quien te ha dicho que te puedes ir.
Se quita la camisa y hace lo mismo con mi jersey. No podemos parar, me tira a la cama y me quita los vaqueros, se quita los suyos para comenzar nuestro ritual de sexo desfrenado.
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Intenso, solo diré eso.
Se viene intensa la actualización.
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Tu piel
RomansaNada es lo que parece cuando se trata de engañar y matar a sus enemigos. ¿Quién es Sara Vendez?