Jamás se me olvidará el día que la ví por primera vez, bueno, en realidad la primera vez que la oí. Con su perfecto acento inglés en la única asignatura que jamás se me ha dado bien, hablando fluidamente con el profesor nativo como cualquier otro alumno.
Marta con su largo pelo negro, oscuro como la noche pero hermoso como la misma, liso y recogido en una coleta. Con esos ojos marrones que a todos parecen corrientes pero que son un mundo en cada persona.
Mi primer instinto fue girarme y contárselo a Carlos, pero recordé que ya no estaba a mi lado. Todos tomamos caminos separados, cada uno escogió su futuro. Eso no quita que todos los días tuviéramos al menos 30 mensajes en el grupo de WhatsApp.
Laura hizo magisterio y está trabajando en el colegio en el que crecimos, viviendo muy cerca. Carlos estudió arquitectura y ahora es el típico empresario vestido de traje que sale en los libros y tiene locas a todas las mujeres, incluida la mía, está obsesionada con esos libros y no me quejo en absoluto. Lucía en cambio es el orgullo del grupo, hizo carrera militar a pesar de que no fue un camino de rosas, conoció a alguien mientras hacía la carrera y mantuvieron la relación a distancia, ahora mismo es guardia civil y aunque estuvo unos años en Zaragoza volvió hace un par y fue directamente a por su chico, viven juntos y no pueden ser más felices.
A lo que voy, Marta no me lo puso nada fácil, fuimos amigos prácticamente toda la carrera pero los dos últimos años ella por fin cedió ante la tensión. Salíamos, nos conocimos y poco a poco nuestra relación fue cuajando.
No voy a mentir y decir que fue sencillo, porque yo estaba haciendo carrera militar también y muchas veces estaba fuera en entrenamientos por lo que el tiempo juntos era justo, pero desde luego mereció la pena.
Cada uno consiguió su propio trabajo y un año después estábamos viviendo juntos, en mis primeros años como militar apenas estaba en casa, pero me tranquilizaba la idea de saber que si volvía a casa ella iba a estar allí.
Con el tiempo todo se calmó, cada vez pasaba más tiempo en casa y nos íbamos estabilizando, económica y familiarmente. En el instante en el que apareció por la puerta de casa de mis padres en la cena de navidad mi familia la adoró y la quisieron aún más cuando un año después anunciamos que íbamos a ser padres.
Si amigos, tuvimos sexo y fue muy muy bueno.
Nueve meses después nacieron los mellizos. Cristina, mi preciosa niña, la viva imagen de su madre y Javier, mi hombrecito. Nuestros pequeños monstruitos y la alegría de la casa.
Hace un año nos compramos una casa en la montaña para pasar las vacaciones y ya la hemos estrenado en familia. Y hace 9 meses Marta me dió, de nuevo, la mejor noticia del mundo, volver a ser padre.
Si chicos, lo hicimos de nuevo.
Y aquí estamos, preparándonos para pasar el fin de semana en la casa de la montaña que nos vamos a reunir otra vez con Carlos, Laura y Lucía para que conozcan a la pequeña Isabel.
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La nieve no siempre es fría
RomanceSe conocen desde siempre y han sido inseparables desde que sus vidas se cruzaron cuando entraron al colegio. Años y muchas quedadas después se reúnen para pasar el fin de semana en la casa de la montaña de uno de ellos y conocer a la bebé que acaba...