Capítulo 4

10 0 0
                                    

LUCÍA

-¡Tía, tío!- los susurros emocionados de Javier y Cristina me despiertan.

-¿Qué pasa?- pregunto preocupada.

-¡Está nevando!- exclama Cristina en voz baja.

Pablo duerme como un tronco a mi lado pero con los dos niños correteando por la habitación de un lado para otro yo no puedo hacerlo, me levanto y descorro la cortina del balcón.

-¿Se lo habéis dicho a mamá y a papá?- cuestiono mientras nos ponemos delante del cristal a ver cómo cae la nieve.

-Si, y no se han levantado a verlo. Nos han dicho que fuéramos a decírselo a los tíos y hemos ido a ver a la tía Laura, el tío Carlos nos ha dicho que ella estaba muy cansada y que tenía que dormir un rato más- explica Javier manteniendo el tono bajo y con voz triste.

Que listos Jaime y Marta, mandando a los niños con los tíos para poder dormir más.

Sonrío internamente ante la actitud protectora de Carlos con Laura, ella suele tener problemas de insomnio, se despierta demasiado por las noches o no descansa bien.

-No pasa nada chicos, voy a despertar al tío Pablo y bajamos a la terraza grande- susurro.

-Vale- dicen los niños a la vez.

Pablo está más muerto que vivo, ni se inmuta las veces que le llamo. Me acerco a su lado por encima de la cama y le doy besitos por todo el cuello y hombros, lentamente va abriendo los ojos y acostumbrándose a la luz.

-Hola- digo.

-¿Qué hora es?- pregunta desconcertado.

Aprovecho para desconectar el móvil y miro la hora.

-Las 7 de la mañana-

-Me cago en mi vida, Lucía ¿qué cojones haces despierta tan pronto?- dice tratando de volver a dormirse.

-Arriba Pablo y cuida tu lenguaje que están los niños aquí. Tenemos que bajar y estar con ellos hasta que alguien más se levante, no pueden estar solos-

-Díselo a Carlos o a Laura-

-Ellos tienen que dormir- contesto.

Me lanza una mirada mitad asesina mitad ofendida y a regañadientes se levanta de la cama.

-¡Tío Pablo!- exclaman los niños al verle despierto.

-Hola pequeñines, que madrugadores sois-

Y así de fácil deja de estar molesto.

-Está nevando- le cuentan los niños a Pablo.

-¿Bajamos a verlo a la terraza de abajo?- pregunta este último.

-¡Si!- grita de emoción Cristina.

Nos ponemos las zapatillas de estar por casa y al salir por la puerta nos encontramos a Laura saliendo de su habitación.

LAURA

Me despierto y siento la respiración constante de Carlos a mi lado, a pesar de estar durmiendo bastante separados me doy cuenta de que su brazo está sobre mi estómago y me giro para enfrentarlo.

Sus largas pestañas negras reposan con sus ojos cerrados y su boca, ligeramente abierta, deja escapar pequeñas exhalaciones, su pelo está revuelto y recuerdo lo obseso que era con él, siempre perfectamente peinado y colocado, cada pelo en su lugar.

Su expresión relajada me provoca a quedarme un rato más en la cama simplemente para mirarlo mejor pero no tengo más sueño y cuanta más distancia ponga entre nosotros mejor.

La nieve no siempre es fríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora