CARLOS
Es bastante temprano cuando me despierto y siento frío, mi primer instinto es buscar la camiseta que me quité por la noche para ponermela de nuevo pero el peso constante de Laura en mi pecho me lo impide.
Opto por tirar de la manta que cubre el cuerpo de la pequeña dormilona que me tiene como almohada para que nos cubra a los 2.
Vuelvo a acomodarme y estoy a punto de volver a dormir cuando una vocecilla susurra.
-No me robes la manta- dice tirándola de vuelta a su cuerpo.
Resoplo y decido meterme bajo las sábanas, la tapo a ella por completo y vuelvo a colocarme para dormir.
-Me agobias- vuelve a hablar.
-Pues desarrópate- digo exasperado pero con una sonrisa tonta en la cara.
-Es que una ya no puede dormir en paz- se queja mientras se da la vuelta hacia su lado y se incorpora para levantarse.
Engancho mi brazo por su cintura y la tumbo de vuelta a mi lado.
-Por eso estabas babeando-
-¡¿Qué?!- suelta en un gritito.
-Estoy todo lleno de tus babas-
Sus manos tantean mi pecho para comprobar si es cierto.
-Eres un poco sobona-
Me gano un manotazo de su parte y la atrapo bajo mi cuerpo para hacerle cosquillas.
-Para, para- súplica entre risas.
Obedezco y me separo para ver sus mejillas sonrojadas, ya no tengo frío y sueño tampoco, por lo que me levanto y paso al baño.
LAURA
-Tengo amigas que tardan menos que tú- comento en voz alta hacia el baño.
Se abre la puerta y Carlos sale ya vestido.
-Pero ninguna está tan buena como yo-
-Seguro que has estado 10 minutos mirándote al espejo-
Me da una mueca de burla y se sienta en la cama, es mi turno de pasar al baño y en 5 minutos estoy fuera, con la cara y los dientes lavados, peinada y lista para bajar.
Al salir me encuentro la cama hecha y a Carlos cerrando la puerta de la terraza. La habitación está ventilada y se ve bastante recogida.
Bajamos a la planta de abajo y somos los primeros, preparamos el desayuno y esperamos que bajen los demás. Al poco rato bajan solos Cristina y Javier y antes de que lo hagan sus padres bajan Lucía y Pablo.
Marta baja y detrás lo hace Jaime con Isabel en brazos, se sientan a la mesa y desayunamos charlando sobre lo que vamos a hacer hoy.
Decidimos que es una buena opción salir a hacer una ruta por la nieve, ha dejado de nevar con tanta fuerza y es uno de los días que el tiempo se va a estabilizar algo más, nos organizamos para preparar comida caliente y comer en un mirador que hay por la zona.
La parte más complicada va a ser llevar a los niños pero está más o menos resuelto cuando Marta asegura que tiene un portabebés para llevar a Isabel y entre Carlos, Jaime y Pablo confirman que pueden llevar a los niños en brazos si se cansan.
Con todo pensado nos dividimos para preparar todo. Lucía y yo recogemos la mesa y los cacharros del desayuno, preparamos la comida y la dividimos en las mochilas para que se conserve calentita.
Subimos a vestirnos
-¡No va así!- oigo una voz masculina que grita desde la habitación de los niños.
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La nieve no siempre es fría
RomanceSe conocen desde siempre y han sido inseparables desde que sus vidas se cruzaron cuando entraron al colegio. Años y muchas quedadas después se reúnen para pasar el fin de semana en la casa de la montaña de uno de ellos y conocer a la bebé que acaba...