Lucia y Pablo

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Le conocí en las fiestas del pueblo en un momento de mi vida en el que mi futuro era mi prioridad, estaba en mitad de la carrera para convertirme en guardia civil pero la atracción era innegable e inevitable.

Jamás hubiera esperado enamorarme de una persona como él, justo lo contrario a mi, pero ahora entiendo la frase de: "los polos opuestos se atraen".

Nuestro comienzo no fue fácil en absoluto, mi vida estaba dirigida a mi carrera y estaba estudiando en Zaragoza, en cambio Pablo estaba firmando los papeles para empezar a trabajar con una gran empresa de bienes raíces. Siempre se ha dicho que mantener una relación a distancia es complicado, prácticamente imposible, pero él y yo somos esa pequeña minoría que lo consiguió. Hablábamos todos los días y en cuanto tenía algunos días libres aprovechaba para ir a verle o venía él a pasar el fin de semana.

Años después salí de la academia con mi título y mi uniforme, volví a Madrid, y como no, él me estaba esperando. Pasamos unos días juntos donde hablamos del futuro, un futuro que parecía lejano pero que no lo era en absoluto. Estuve un tiempo viviendo con mis padres hasta que por fin compramos nuestro piso y nos adentramos en la aventura de vivir juntos.

Y a día de hoy aún me sigo planteando cómo puedo estar tan perdidamente enamorada de mi polo opuesto. Cada mañana cuando veo su alocada rutina antes de salir para el trabajo, sin apenas orden, me impacta cómo puede haber acabado con una chica como yo, organizada como no hay otra. Pero luego me abraza en mis días, se acurruca a mi lado por la noches y me prepara las cenas más deliciosas los días que llego tarde a casa y no podría pedir nada mejor.

Estamos en un punto de nuestra relación en el que la estabilidad entró hace un tiempo a formar parte de nuestro día a día. Salimos juntos, hacemos planes con nuestros amigos, trabajamos y nos repartimos las tareas de la casa, básicamente parece que estemos casados sin siquiera estar prometidos todavía y aunque la tensión sexual es demasiada nos prometimos reservarnos hasta el matrimonio y lo estamos consiguiendo, eso no quiere decir que seamos santos, nuestras cosillas hacemos.

Hace poco me enteré de que Jaime, uno de mis mejores amigos de toda la vida y con el que mantengo una amistad muy especial ha vuelto a ser padre.

Es su tercer bebé, los dos anteriores fueron mellizos: Cristina, una niña y Javier, un niño. Me llamó para darme la noticia de que su mujer estaba embarazada en cuanto lo supo y por el grupo de WhatsApp nos iba contando cómo estaban ella y los bebés a medida que avanzaba el proceso y cuando nacieron fuimos a verlos al hospital.

Pero esta vez, para darnos la noticia de su segunda paternidad nos avisó de que Marta estaba embarazada de nuevo pero no dijo más, lo mantuvo bastante discreto.

Mi sorpresa fue cuando hace unos días me llega una foto de la pequeña recién nacida en sus brazos y su mirada de papá oso orgulloso y un pie de foto que da la bienvenida al mundo a Isabel.

Aparte me envió un mensaje de texto con una invitación a pasar el fin de semana en la casa de la montaña que se compró hace un año.

Y como buena tía postiza de la criatura ya estoy organizando todo para que Pablo me recoja a la que sale del trabajo el viernes y nos vayamos a su pequeño castillo en la montaña.

La nieve no siempre es fríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora