Capítulo 6

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PABLO

El resto de la tarde es un caos en la casa, estamos de un lado a otro preparando cosas y organizando los espacios donde va a tratar de trabajar cada uno.

Hemos descubierto que la casa tiene una increíble biblioteca de los antiguos dueños de la casa que decidieron dejarla y que Jaime y Marta han ido completando con algún que otro título actual.

Tendríais que haber visto la cara de Laura y de Lucía ante la biblioteca, no se lo podían creer. Estaban blancas de la impresión y cuando se han dado cuenta del espacio tan maravilloso que tienen se han puesto a mirar las estanterías como enamoradas.

La biblioteca es espectacular y para que lo diga yo que poco más que odio leer para los ratoncitos de biblioteca como son mi novia y su amiga esto es el paraíso. Todas las paredes están cubiertas de suelo a techo con estanterías llenas de libros, hay una pequeña escalera que sube a un nivel superior que consta de un pequeño pasillo para coger los libros de las estanterías más altas. Aparte de esto hay un escalera que rueda sobre las estanterías para coger cualquier libro que desees.

Hay un sofá muy bien decorado que da un aspecto confortable y cálido a la estancia, hay algunos cojines y unas mantas que combinan muy bien con los colores neutros que tiene la habitación. En una de las esquinas hay una mesa bastante grande, en la que aproximo cabrían 3 personas y tiene las típicas lámparas verdes de biblioteca que le dan el toque clásico.

Decidimos por unanimidad dejarles este espacio a Laura y Lucía para que trabajen si lo necesitan, por si les surge alguna reunión o se tienen que conectar on-line.

Vuelven felices al salón y el resto terminamos de buscar algún lugar por si surge algún tema urgente de trabajo que hay que abordar.

Al tener todo más o menos claro nos coordinamos para preparar la cena, entre unas cosas y otras se nos ha pasado volando la tarde y sin duda la mejor parte ha sido la reacción de los niños a la noticia de quedarnos unos días más en casa.

Veíamos a Marta y a Jaime pensando mil formas de decírselo para que no se pusieran tristes o quisieran volver a Madrid y sobre todo para que no preguntasen a cada rato cuando podían volver.

Y nada más decirles que tendríamos que pasar unos días más todos juntos, los niños se pusieron a gritar y a saltar de emoción.

Estas reacciones no favorecen a que me controle con Lucía.

Cenamos unos sandwiches calientes con su quesito fundido y bien crujientes, todos excepto Laura que a punto estuvo de caerse dormida encima del plato y se retiró a la cama disculpándose y dándonos besos de buenas noches.

CARLOS

Desde el momento en el que nos sentamos a cenar y veo la carita de Laura se que ella no va a llegar al final de la cena. Está muerta de cansancio y veo que le cuesta mantener los ojos abiertos, trata de comer algo y con bocados de pajarito consigue acabar con medio sandwich.

-No puedo más- avisa -estoy que me caigo de sueño, me voy a la cama-

Nos miramos entre nosotros y asentimos hacia ella.

-Descansa- dice Lucía.

-Ahora en un rato subo- informo.

Ella asiente y nos da un beso a cada uno, deteniéndose algo más de tiempo en los niños y haciéndoles cosquillas.

Sale del comedor y la pierdo de vista cuando empieza a subir las escaleras.

De repente me doy cuenta de que todos me miran.

-¿Qué?- pregunto.

-Tienes la misma cara de cansancio que ella pero tú tienes más orgullo como dejar ver que te caes del sueño- me dice Jaime.

La nieve no siempre es fríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora