Capítulo 13

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CARLOS

Es bastante temprano cuando abro los ojos para encontrarme solo en la cama. Me desperezo y paso al baño. Una vez dentro me refresco la cara y me lavo los dientes.

¿Dónde está Laura?

Cuando vuelvo a la habitación veo la cortina de la terraza abierta y voy hacia allí, al acceder al pequeño balcón acristalado veo a Laura con el portátil abierto pero durmiendo. Apenas hay luz pero veo lo suficientemente bien como para distinguir su figura.

Una sonrisa tonta se instala en mi cara al verla.

Seguro que se ha levantado porque no podía dormir y se ha puesto con el portátil, le habrá entrado el sueño y ahí se ha quedado. Me acerco lentamente y sin hacer ningún ruido levanto el portátil de su regazo y muevo el touchpad para que se encienda la pantalla, no soy un cotilla pero necesito saber si lo que sea que tiene abierto lo ha guardado para que al cerrar el portátil no pierda el archivo.

Cuando la pantalla se ilumina en un documento de Word sin prestar mucha atención le doy a guardar y lo pongo en el escritorio, salgo del archivo y cierro el portátil. Es de esos que al cerrar la pantalla se quedan como en stand by pero si pasa mucho tiempo se apagan solos.

Lo dejo en la mesa de la terraza y cojo a Laura como he hecho millones de veces, con uno de mis brazos por detrás de sus rodillas y el otro por su espalda, apoyándola contra mi pecho para poder llevarla a la cama.

La dejo en la cama y cuando me voy a levantar para ir a mi lado sus brazos se enganchan en mi cuello y tira de mí hacia ella.

Me tumbo sobre su cuerpo y consigo levantar la cabeza para ver que vuelve a estar medio dormida, cuando trato de rodar hacia mi lado de la cama ella me lo impide abrazándome con más fuerza por lo que me acomodo en su pecho y paso mis brazos por su cintura para abrazarla y seguir durmiendo.

Me despierto un par de horas después cuando a mi lado Laura se retuerce. Me quedo en silencio mientras la miro, no parece que sea una pesadilla, y de repente un gemido sale de su boca

La hostia.

¿Acaba de...? No, no puede ser.

Vuelve a hacerlo justo cuando las ideas se conectan en mi cabeza y sé lo que está pasando.

Con una única idea en mente me pongo sobre ella y aparto las sábanas.

Paso mis manos por su cuerpo en un toque rápido pero que me permita sentir cada centímetro de ella. Me centro en su cuello besando la piel expuesta hasta que estoy satisfecho, bajo por su pecho hasta meter mi cabeza bajo su camiseta del pijama y besar su estómago, subo poco a poco hasta que me encuentro con sus pezones.

Ahora viene lo bueno.

Me ensaño con ellos hasta que se convierten en pequeños puntos aún más duros.

-Carlos- oigo que me llama.

Saco mi cabeza y la sustituyo por mis manos para seguir jugueteando con ella.

-Buenos días- saludo.

No dice nada, pero cuando pellizco levemente uno de sus pezones entre mis dedos se arquea contra mi.

-Hola- dice.

Me acerco a su boca para besarla pero me detiene antes de que pueda unir nuestros labios, nos quedamos a milímetros uno del otro.

-No me he lavado los dientes- susurra.

-Me importa una mierda. Si te quiero besar te beso y punto- argumento antes de besarla con ansia.

La nieve no siempre es fríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora