𝐏𝐔𝐍𝐓𝐎 𝐆! | No hay ninguna forma de amor que no encierre una pizca de odio ¡!❞
Donde Ainara González se encuentra enamorada del chaval más insoportable que ha cruzado su camino. A pesar de ser alguien desafiante, cuyo carácter resulta difícil d...
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❝ CAPÍTULO CUATRO └ ⠀⠀otra vez* ˚ ✦
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Estábamos a punto de salir y dirigirnos a otro lado, la salida seguía repleta de entrevistadores y corríamos riesgo de ser vistos. Y es que la verdad a mi eso no me importó.
── Ainara.── Decía Pablo detrás de mí, pero la verdad fue que yo no le tomaba atención a sus palabras, hasta que en una de esas, me tomo el hombro, y me volteo.── ¿Estás segura?.── Cuestionó mirándome a los ojos, y quitando mis cabellos de estos con una de sus manos.
── Joder Gavi.── Conteste un poco molesta, aún sosteniéndole su mano con la mía.── Que si tío.── Reproché.── Que si lo hago es por algo.── Seguí hablando, Pablo solo me miraba con sus ojos, seguía sudado de bailar en la discoteca.
Pablo se mantuvo en silencio, sumergido en sus propios pensamientos, y decidí seguir adelante, llevándolo conmigo mientras sujetaba su mano con firmeza. Nos escapamos de la multitud que aguardaba afuera: reporteros ansiosos, entrevistadores en busca de titulares y un mar de fans entusiastas.
Descarté la opción de usar el auto de Pedri. Si realmente quería mantener esto en secreto, necesitaba evitar problemas mayores para Pablo y para mí. Así que nos aventuramos por las calles de la ciudad, camino al edificio donde se encontraba mi apartamento.
Hasta ese momento, Pablo no había soltado mi mano y yo tampoco la suya. Mantuvimos ese contacto íntimo hasta llegar al ascensor.
Presioné el botón correspondiente a mi piso y, en un instante, liberé su mano. Elevé la mirada hacia sus ojos, desafiándolo con la mirada, esperando que él tomara la iniciativa y me sorprendiera con un beso repentino. Las emociones latían intensamente en el ambiente, creando una expectativa eléctrica entre nosotros.
Un beso que duró hasta que llegamos a mi piso, acariciándonos en zonas que claramente no nos habíamos visto en nuestra puta vida. Mis manos se introducían bajo su camiseta que horas antes le había prestado y me pertenecía, con mis dedos sentía de su abdomen, una zona que jamás en la vida había tenido la oportunidad de tocar al menos yo.
