❝CAPÍTULO VEINTICUATRO
└ APA* ˚ ✦Es evidente que solo tenía una certeza en mi mente: el día en que nos separáramos, solo le rogaría a Dios que cuidara de él hasta el momento en que pudiera ofrecerle lo que realmente merecía. Sentía una opresión, un dolor constante, una sensación de asfixia. Estaba herida y sin ánimos de continuar así. Quería sobrevivir a nuestra relación, pero no podía soportar amar algo que me estaba destruyendo segundo a segundo.
── Pablo. ── Lo llamé mientras estábamos sentados juntos en aquel coche verde de Pedri, un Mini Cooper. Habíamos sido invitados por él a pasar tiempo con su familia en lo que él llamaba un "Domingo familiar", a pesar de que ambos queríamos tener un momento a solas para disfrutarnos mutuamente y resolver algunas cosas que habíamos dejado pendientes. Nuestra ausencia en la reunión familiar fue aceptada, lo cual agradecíamos profundamente.
Los ojos de Pablo se posaron en mí mientras mantenía mi mirada baja, llena de tristeza, tratando de evitar que las lágrimas aparecieran.
── ¿Qué sucede? ── preguntó él, recostando su cabeza en el respaldo de cuero del asiento y colocando su mano sobre mi pierna, la cual quedaba al descubierto por la longitud de mi vestido de Zara. Ante su gesto, inhalé profundamente y luego exhalé lentamente.
── ¿Por qué hay días en los que un día estamos bien y al siguiente estamos mal? ── Pregunté, dirigiendo mi mirada hacia él en la misma posición en la que se encontraba. Sin embargo, mis manos jugueteaban entre sí debido al nerviosismo que sentía en ese momento. ── A veces parece que nuestras peleas son lo único que nos mantiene unidos. ── Concluí, mientras el sol comenzaba a esconderse y los mosquitos del campo empezaban a molestar.
Gavira dejó escapar un suspiro similar al mío, uno que parecía estar cargado de miedo, tristeza y decepción. No podía culparlo, ya que también me sentía decepcionada, tanto de mí misma como de nuestra situación. Éramos solo unos adolescentes que, a pesar de amarnos, habíamos empezado nuestra relación con el pie izquierdo, algo que no resultó ser lo más adecuado.
── No lo sé, mi niña. ── Respondió el chico, bajando la mirada hacia la mano que acariciaba mi pierna, reflexionando por unos instantes. ── Si nuestras peleas son lo que nos mantiene juntos, preferiría discutir todos los días y a todas horas antes que enfrentarme a un día sin ti, o incluso toda una vida. ── Concluyó, volviendo sus ojos a los míos con una leve sonrisa.
Era una conversación incómoda, pero de alguna manera, agradecía la oportunidad de tenerla. Era uno de esos raros momentos en los que ambos éramos completamente honestos el uno con el otro. Nos necesitábamos mutuamente, pero al mismo tiempo queríamos liberarnos del abismo en el que nos habíamos sumergido por amor.
── Solo veo la oscuridad en estos momentos. ── Confesé, manteniendo mi mirada fija en él, disfrutando aún de sus caricias. ── Tu voz resuena entre tanta tragedia y, a pesar de todo, siento que deberíamos ser eternos. ── Mantuve una pequeña sonrisa para ocultar mi verdadera tristeza y nerviosismo. Estaba nervioso porque ninguno de los dos sabíamos hacia dónde nos dirigíamos con esta conversación, estas palabras, nosotros.
Sin embargo, sus ojos dejaron de acariciarme con la mirada y se desviaron hacia abajo, mostrando una tristeza aún más profunda de lo que ya se reflejaba en ellos.
── Ainara. ── Pronunció mi nombre con delicadeza, manteniendo su postura como si estuviera sumido en sus pensamientos.
── ¿Sí? ── Respondí, permitiéndole espacio para que pudiera plantear lo que quería decirme. Su mano dejó de acariciarme, y una brisa nocturna comenzó a acariciar mi piel, que aún estaba tibia por el contacto con su mano.
── Creo que nunca te he pedido perdón. ── Dijo Pablo sin mirarme aún. ── No solo por aquella vez que accidentalmente te golpeé. ── Continuó. ── Sino por todo. Por todo, de verdad. ── Concluyó, alzando la mirada hacia mí.
── ¿A qué te refieres exactamente? ── Pregunté, aunque en realidad sabía a lo que se refería. Quería escucharlo de él, que expresara con sus propias palabras aquello por lo que sentía la necesidad de disculparse.
── Lo de Sara, lo de aquel día en la playa, la situación en la discoteca... todo eso. ── Mencionó, evocando esos momentos desagradables que ambos recordábamos, aunque para mí, esos recuerdos estaban acompañados de un dolor persistente. Mis ojos estaban fijos en él y, sin darme cuenta, comenzaron a llenarse de lágrimas, dejando que estas se deslizaran por mis mejillas, lo que provocó que Pablo notara mi estado. ── No, no quiero que llores. ── Replicó, levantándose ligeramente para acercarse a mí, abrazándome suavemente en un intento de consolarme. ── No pretendía que te sintieras así. ── Concluyó.
El tiempo pasaba y los mismos conflictos se repetían. Humillaciones, desconfianza, el dolor de una herida mal curada. Todo aquello de lo que habíamos escapado sin resolver parecía destinado a volver a suceder. Si no reflexionábamos, si no reconsiderábamos nuestras decisiones o la forma en que nos relacionábamos, estábamos condenados a cometer los mismos errores una y otra vez.
Sus brazos rodeándome, sus manos acariciando mis brazos, que en ese momento estaban fríos y erizados, y sus suaves besos en mi cabeza y cabello. Esta era mi manera preferida de estar con él, abrazándonos y dándonos el amor que realmente merecíamos.
── Te lo he dicho mil veces, y te juro que jamás me cansaré de decírtelo. ── Dijo Pablo, y prosiguió. ── Sé que he cometido errores en el pasado, pero me han ayudado a aprender y a comprender que lo que más deseo en este mundo eres tú, por encima de todo. ── Concluyó mientras seguía expresando su amor de forma física.
Era un abrazo común, uno de esos gestos que a menudo damos por sentado, pero en realidad, era el abrazo más íntimo que había compartido con él entre todos los que habíamos tenido. Nuestros cuerpos estaban estrechamente unidos, nuestros corazones latían demasiado cerca. Este abrazo me hizo comprender lo profundamente enamorado que estaba de mí, especialmente porque su gesto perduraba en el tiempo. Era evidente que ambos estábamos construyendo un vínculo único, lo que desencadenaba en la liberación de endorfinas, haciéndonos sentir más enamorados y conectados que nunca.
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<3
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𝐏𝐔𝐍𝐓𝐎 𝐆! ━━ pablo gavi.
Fanfiction𝐏𝐔𝐍𝐓𝐎 𝐆! | No hay ninguna forma de amor que no encierre una pizca de odio ¡!❞ Donde Ainara González se encuentra enamorada del chaval más insoportable que ha cruzado su camino. A pesar de ser alguien desafiante, cuyo carácter resulta difícil d...