PRINCESS- Shuntarō Chishiya

xv. Cheshire

El rubio la acostó sobre las sábanas blancas de la habitación, no con intenciones sugerentes, sino como una ayuda a la peliazul, que con el alma tan lastimada no estaba segura de poder cargar con su propio cuerpo. Dado que aún estaba enrollada en una toalla de baño, el rubio dejó sobre ella un par de sabanas y cobijas, para protegerla del frío y la pena. Chishiya se sorprendió a sí mismo siendo más dulce y cuidadoso que nunca; y vaya que ya de por si era meticuloso en todo lo que hacía,pero con Akira simplemente no era suficiente, quería que todo fuera perfecto para ella. La peliazul se arrimó hacia la izquierda, dejando un hueco libre en la cama, Chishiya la miró con ojos dudosos.

- Akira...¿Quieres que esto pase? -pregunto el rubio casi como si diera una advertencia, Akira se inclinó sobre él y con la mano arrimo un par de mechones blancos detrás de la oreja del mismo, el tacto hizo que un escalofrío recorriera todo el cuerpo de Chishiya.

- No tiene porque pasar nada, solo quiero tenerte cerca de mi.

Los ojos de Chishiya brillaron, antes de poder dudarlo un poco más, se metió bajo las mismas sábanas,ignorando completamente el cuerpo desnudo de su compañera, para no incomodarla, ella esbozo una sonrisa dulce acercándose más. Chishiya sintió sus manos temblar de nervios, eran esas la clase de cosas de Akira que hacían que se enganchara a ella como una droga,cosas como el valor único que tenía. Si, tal vez Chishiya no pestañeaba ante los mortales retos del Borderland, tal vez no le importaba en absoluto nadie que no fuera el mismo y su peliazul, tal vez tenía fuerza física y mental; pero incluso con todo eso, durante más de dos años jamás se había atrevido a hablarle a Akira en el mundo real donde la paz reinaba; ahora, en el Borderland, donde estar acompañado es un arma de doble filo, Akira simplemente podía acercarse a él de esa forma sin miedo a salir lastimada, en el Borderland donde la bondad es corrompida, Akira seguía siendo la misma persona caritativa que vendía flores en Shibuya.

Allí recae la verdadera fuerza y el verdadero valor. Algo de lo que él carecía, casi por completo,tal vez es por ello que se obsesionó tanto con la peliazul.

Los dedos del rubio quisieron tocarla mejilla de la peliazul, pero antes de siquiera rozarla se detuvo dedicándole una mirada dudosa, en busca de pedir permiso para acariciarla como deseaba hacerlo, los ojos cristalinos de Akira le devolvieron la mirada con un brillo fugaz dentro de ellos y tomó su mano para apoyarla ella misma sobre su mejilla. Chishiya no pudo contener la sonrisa picará que sus labios esbozaron, ahora contando con el permiso de la peliazul se arrimó aún más junto a ella, pegando sus cuerpos cálidos por el ambiente. Su mano recorrió sin prisas la mejilla de la peliazul, pasando después por su mandíbula, barbilla,cuello y clavícula. Sentía que estaba tocando un lienzo hecho a medida por los mismo dioses para él, era perfecta.

- ¿Qué te perturbaba, hace un rato? - preguntó Chihsiya con voz calmada, sin intenciones de hacerle daño con la pregunta, no quería regresar al estado triste con el cual la encontró en el baño, pero en realidad, estaba bastante preocupado. La mirada triste de Akira se refugió en sus ojos grises.