Yang

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Yang

¿Vivir para los demás?

Akko era una niña normal.

Salía de la escuela, jugaba con sus amigos, comía helado en el parque, preparaba galletas con su mamá, miraba películas con su padre. Disfrutaba su infancia como nadie, le gustaba el helado de fresa y ver dibujos animados en la tv.

Las notas de Akko siempre fueron altas y destacó sobre toda su clase de ballet, todo para poder ver una sonrisa orgullosa en los rostro de sus progenitores, y siempre que lo conseguía se sentía como la mejor persona del mundo. Ella vivía para los demás, adoraba hacer a todos felices y no dudaba en compartir todo lo que tenía con todos, aunque eso le causara daño.

Cuando salió de la secundaria, entendió que la felicidad que sentía al estar con su familia era todo lo que le importaba, y por esa razón, se dedicaría durante el resto de su vida a formar su propia familia. Viviría para los demás como siempre hizo desde niña. Además todos la amaban por su encanto y su elegancia que venía de la mano con la belleza de sus mejillas rosadas y sus dulces ojos marrones.

Tendría una linda casa rosa, con tres lindos niños pelinegros y un esposo exitoso y educado.

¿Pero esto no se trata de Akko, verdad?

No.

Se trata de Akira, y de cómo su nacimiento, empezó con una muerte.



















Akira quería ser una niña normal.

Quería ir a la escuela, quería tener amigos, quería ir al parque, quería comprar galletas, quería ir al cine. Akira quería saber sobre el mundo, quería conocerlo y enseñarle a todos quién era realmente, pero eso no estaba permitido en su hogar.

Su madre siempre fue su gran acompañante, estaba allí siempre, enseñándole sobre la vida, diciéndole que hacer y quien ser, guiandola en un camino que parecía conocer muy bien y siempre repitiendole sus valores como un mantra.

"Siempre piensa en los demás antes que ti misma Akira"

"Siempre se buena con todos Akira"

"No importa lo que pase siempre tienes que ser buena con todos"

Akira se sentía rara, sabía que su madre estaba orgullosa de la persona a la que había criado, pero Akira no estaba muy segura de ser realmente esa persona. Si, tenía el guión memorizado a la perfección pero no lo sentía real.

Soy Akira Chaotome, me gusta el helado y el ballet. Soy amable y altruista, de grande quiero casarme,tener muchos hijos y ser la ama de casa perfecta. Cuando esas palabras salían de su boca los halagos y las sonrisas de su madre no tardaban en llegar, la veía con....amor.

¿Y entonces por qué se sentía mal?, Akira se golpeaba a sí misma en la frente cuando esos pensamientos aparecían, ella no debía cuestionar a la mujer que le había dado todo en la vida, no podía sentirse mal de vivir para otras personas.

La educación siempre le costó mucho, Akira no deseaba buenas notas, ella solo quería ir al parque y jugar con los otros niños, pero su madre siempre la presionó para tener notas impecables, era muy difícil y con frecuencia la hacía llorar, puesto que sentía que no daba la talla para lo que su madre deseaba.

Su padre por otro lado, no era un hombre de muchas palabras, algunos días al año la llevaba a la granja de la familia, le enseñaba el vivero y todas las flores que contenía dentro, esos días eran los días más felices de su apretada vida, pues se sentía en contacto, no solo con ella si no también con la naturaleza y los animales de la granja que sin saberlo era un pasión oculta dentro de ella, que temía mostrar al mundo. Un día su padre la vio tomando todas las flores azuladas del lugar, le pregunto que por que solo tomaba las azules, Akira respondió que porque su color favorito era el azul, su madre le pidió que añadiera al ramo que estaba creando varias flores rosadas también.

Sin embargo, su padre desde ese dia le estuvo regalando zapatos, vestidos, medias, incluso sabanas y cobijas de color azul, Akira lo adoraba, sentia que era una forma de ser ella misma, aunque fuera solo en su aspecto, porque en todo lo demas tendria que seguir interprentando un papel desconocido.

Un dia, una Akira adolecente encontro a su madre dormida sobre el sofá, con su rostro arrugado lleno de maquillaje corrido, su madre había estado llorando. Y en su mano la foto de una mujer joven le sonreía con amabilidad desde sus mejillas rosadas y sus ojos marrones.

...

- Amelie (SOY LA ESCRITORA)

PRINCESS- Shuntarō ChishiyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora