PRINCESS- Shuntarō Chishiya

xx. The beginning of the end

Chishiya.

Kuina se sentó a mi lado, se veía cansada. No dudé que lo estuviera. La playa se había convertido en una carnicería más rápido de lo que había calculado. La sangre y la furia irreconciliable de los militares no tardó en llegar.

Incluso si Arisu y su complejo de protagonista bondadoso hubieran logrado resolver el acertijo de la bruja, no había nadie ni nada que pudiera salvar a las personas de la playa. Desde antes del juego de corazones, el hotel se había convertido en una bomba de tiempo. De igual forma, no tenía interés por ninguno de ellos. Solo eran borrachos ahogados en sus esperanzas de amanecer muertos al día siguiente y no tener que enfrentarse nuevamente a los horrores de un juego.

Sin embargo, el poder que de forma discreta pero arriesgada logré obtener era algo que sin duda extrañaría. Tenía mis ojos y mis oídos dentro del único grupo mínimamente interesante del lugar, que a pesar de ser los líderes de la playa, fueron lo suficientemente tontos como para meterme dentro de su élite y así poco a poco llevarlos a la ruina.

- Tu plan funcionó al final - murmuró Kuina. Una pequeña risa salió de mi garganta.

Levanté el mazo de cartas frente a mis ojos para que la morena a mi lado pudiera observarlo muy bien.

- Fue complicado, pero dio sus frutos.

Kuina apartó la mirada, casi con vergüenza. Sus ojos pasaron de mí y se centraron en sus uñas, certificándose de que cada una de ellas estuviera intacta después de la agitada noche. Pero la tensión en sus hombros revelaba que había algo más pasando por su mente. En parte, Kuina solía ser casi tan desalmada como yo. Sin embargo, yo mismo conocía el lado más emocional hasta un punto tonto de la morena.

- ¿Qué ocurre?

- ¿Valió la pena traicionar a nuestros compañeros? - La voz de Kuina cayó, observando a lo lejos las siluetas de Arisu y Usagi, que como todos los sobrevivientes, tan solo miraban con rostros cansados las ardientes cenizas de la playa.

- ¿Aún piensas en ello?

- Estoy pensando en Akira, Chishiya.

Cerré mis ojos. No fue un golpe físico, pero dolió como tal. Me obligué a tomar las riendas de mis sentimientos de nuevo y no dejar que aquello me derrumbara. Sobretodo cuando tengo las cartas en mi mano, la cumbre de este mundo podrido guardado en mi bolsillo como si de un caramelo se tratase. Yo, la persona detrás de todo, parado sobre las cenizas de un reino de desesperanza con las llaves a la libertad.

Sin embargo, seguía siendo un rey sin reina.

- ¿Qué ocurre con ella?

Kuina cruzó sus brazos con molestia. Su cuerpo se levantó rápidamente hacia mí. Sus puños apretados fueron una amenaza inmediata para mí. Sus ojos negros me miraban llenos de decepción. Me mantuve tranquilo e imperturbable ante su actitud. Después de todo, conocía a Kuina. Ella sería incapaz de hacerme algo malo, por muy enojada que estuviera. Seguía siendo la única compañía que le quedaba en el Borderland.