Capítulo Veintidos

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Habían pasado tres días desde que se fue de su casa y Kate no respondía a las llamadas ni a los mensajes de texto de Mikhail. Sabiendo que era un movimiento de idiotas, lo hizo de todos modos: el jueves, la llamó a su oficina.

Entró, luciendo agobiada y sombría. -¿Qué quieres? -ella exigió tan pronto como la puerta estuvo cerrada.

-Tenemos que hablar, Katya.

-Hablamos. Nos dimos cuenta de que queremos cosas diferentes, así que ahora vamos por caminos separados. Fin.

Mikhail se levantó de la silla de su escritorio. -No es el final. Esto no ha terminado. No todavía.

-¿ Aún no ha terminado ? -repitió con una risa que sonaba más apenada que divertida.

-Te he lastimado. -Se dirigió hacia ella, pero ella lo detuvo con una mano levantada.

-Me lastimé yo sola al ver algo que no estaba allí. Eso no es tu culpa.

Era su culpa, estaba fundamentalmente roto, y ese quebrantamiento la había lastimado. Y ahora ella lo estaba dejando. La presión sorda que sentía en su pecho cada vez que estaba lejos de ella se convirtió en un dolor insoportable. Apretó un puño contra él, como si pudiera aplastarlo hasta convertirlo en nada.

-Knyazhna...

-No. No soy eso. Ya no.

-¿Qué pasa si lo intento?

Ella frunció el ceño. -¿Intentar que? ¿Intentar sentir algo por mí?

El asintió.

-No se puede forzar lo que no está ahí. Y no quiero que finjas. Prefiero no tener nada en absoluto que algo falso.

-¿No puede ser suficiente que te sirva y te mantenga en el lujo?

-Solo hasta que te aburras de mí. -dijo con frialdad.

Estaba en la punta de su lengua decirle que nunca se aburriría de ella. Pero las palabras quedaron atrapadas en su garganta y se las tragó.

-Adiós Mikhail. -Ella se alejó de él. En la puerta, se detuvo con una mano en el pomo. -Entregué mi aviso de dos semanas ayer. Te olvidarás de mí una vez que me haya ido.

La noticia lo destrozó. Antes de que pudiera abrir la puerta, él estaba allí, cerrándola con una mano. -No. 

-Sí. Ahora, déjame salir. -Ella tiró del mango.

-¿Qué puedo hacer? -suplicó, sintiendo como si todo lo que había ganado, todo lo que había construido, se estuviera desmoronando debajo de él como arena.

Ella le dirigió una mirada agonizante, pero no respondió.

-¿Recuerdas cuando hablamos de Shanghái? Te llevaré. En este momento.

-Eso no es lo que necesito. Los viajes, los coches y las joyas de lujo no son lo que necesito . ¿Por qué no puedes entender la diferencia?

No pudo evitar tocarla. Estaba rígida como una estatua cuando él la tocó, su mano rodeó su brazo, tratando de tenerla más cerca. -¿Y si me caso contigo? -propuso salvajemente.

-¿Matrimonio? —repitió con voz atónita.

-Sí. Me casare contigo. Sin acuerdo prenupcial. Simplemente no te vayas.

Ella estaba tranquila. Su mirada recorrió su rostro, las cejas juntas. La indecisión luchó en sus ojos y, por un momento, Mikhail se atrevió a tener esperanza.

-¿El matrimonio viene con el amor?

Su esperanza murió. Él no le mentiría. -No sé lo que es el amor, Katya.

-Si no eres capaz de amar, entonces yo no soy capaz de casarme.

-Katya, por favor. No puedes tirar todo lo que te ofrezco. Es una tontería.

La ira chisporroteó en sus ojos. -Tal vez soy una tonta. Probablemente incluso me arrepienta de esto, después de suficiente tiempo. ¿Eso te hará feliz?

-¡No! -estalló salvajemente. -¡Seré miserable! ¿Por qué hacernos miserables a los dos? Solo di que sí. Solo quédate conmigo.

-Quiero ser amada.

-¡Entonces te diré que te amo! ¡Cada maldito día! ¿Eso te traerá de vuelta?

-¿Lo dirás sinceramente?

No pudo responderle.

-¿Es el dinero lo único que entiendes? -preguntó ya cansada.

-Es lo único que importa.

-Y es por eso que no puedo estar contigo.

-Me exprese mal. -dijo rápidamente. -Tú también me importas.

-¿Renunciarías a tu dinero para estar conmigo?

-Sabes que mi patrimonio neto está todo en Domovoy. Significaría ceder el control de mi empresa. El trabajo de mi vida.

-Está bien. Se que eso es pedir demasiado.

Mikhail la miró fijamente. Las palabras sonaban bien, pero sintió que ella se estaba escapando aún más de su alcance. -Te daré acciones. Si vuelves a mí, te daré la mitad de mis acciones.

Ella frunció el seño. -Entonces no serías el accionista mayoritario.

-Lo seriamos ambos. -La idea lo calentó.

Podía ver su indecisión: toda esa riqueza sería una atracción embriagadora, pero ¿era suficiente?

-No quiero esa responsabilidad. Yo no... -ella negó con la cabeza, perdida. -Sentarme en una junta y votar decisiones corporativas nunca me había atraído.

-¿Entonces qué quieres? Dime, te lo daré.

Ella suspiró. -Quiero que seas alguien que no eres. Alguien que tiene un corazón. Alguien a quien pueda confiarle el mío. Si no puedes hacer eso, entonces déjame ir.

No tuvo elección. Dio un paso atrás y la vio alejarse. Una abrumadora falta de aliento se apoderó de él cuando regresó a su escritorio. Todo el dinero del mundo, y no podía comprar lo que más deseaba.

"Preferential Treatment" (Trato Preferencial) TraducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora