Capítulo Diecinueve

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Al día siguiente, Kate se quedó en casa, tanto para su inquietud como para su alivio. Mikhail la llamó por la mañana y esta vez respondió.

-Estoy mucho mejor. -insistió, aunque todavía estaba un poco ronca. -Regresaré al trabajo mañana.

-No te apresures, Katya.

Ella rió. -Honestamente estoy bien. Sin fiebre y sin dolores de cuerpo. Mi apetito ha vuelto.

-Bueno. Bebe más té. Usa otra compresa de mostaza. Dejé la caja en tu mostrador junto al té.

-Sí, definitivamente haré todas esas cosas.

Su descarada mentira lo hizo sonreír, incluso cuando la ansiosa necesidad de asegurarse de que ella estuviera sana y segura todavía lo molestaba. -Iré. No sabes cómo hacer el té.

-No puedes. -La voz de Kate bajó. -Mi compañera de cuarto está en casa hoy.

-Ah. -Todavía quería ver cómo estaba. -¿Me reconocería?

-Cuando escuche tu acento, podría sumar dos y dos.

En su mejor intento de la cadencia clásica de Chicago, dijo: -No tengo acento.

-Suenas como un agente de la KGB realmente malo.

Mikhail soltó una risa sorprendido.

-¿Cómo estás, compatriota estadounidense? -ella prosiguió, imitándolo. -Disfruto viendo el béisbol y comiendo hamburguesas. Dime, ¿qué secretos gubernamentales conoces?

-Suenas como el Conde de Barrio Sésamo.

Fue el turno de Kate de reír. El sonido ligero y burbujeante se deslizó dentro del pecho de Mikhail y se alojó allí.

-Déjame ir, knyazhna. Si su compañera de cuarto sabe quién soy, puedes decirle que me dedico mucho al bienestar de mis empleados.

-Dedicado, ¿eh? -preguntó, divertida.

-Sí. -dijo con sinceridad. -Completamente.

Hubo una pausa por su parte. Después de un momento, ella dijo: -Está bien. Naomi salió a hacer mandados. Puedes venir por una hora.

Kate se apresuró frenéticamente a limpiarse. Se cambió y se puso unas mallas limpias y un cómodo suéter de gran tamaño. Se cepilló el cabello descuidado y rápidamente se lo retiró de la cara con una trenza francesa. Hizo su rutina matutina de cuidado de la piel, pero antes de que pudiera ponerse una pizca de maquillaje, sonó el intercomunicador. Maldiciendo, Kate abandonó sus esfuerzos y fue a dejar entrar a Mikhail.

Claramente había venido directamente del trabajo. Apareció menos de veinte minutos después de que terminara su llamada, vestido con su impecable traje habitual. Tan pronto como Kate le abrió la puerta, él apoyó el dorso de la mano sobre su frente, su mejilla, el lado de su cuello. Ella se estremeció ante el suave toque, retrocediendo antes de hacer algo vergonzoso, como intentar besarlo de nuevo.

-Te ves mucho mejor hoy. -dijo Mikhail, con un claro alivio en su voz. -Pero deberías tomar más té. -Él la pasó por alto, fue a su cocina y hurgó en los gabinetes como si hubiera estado allí un millón de veces.

Desconcertada, Kate entró detrás de él, apoyándose contra la puerta mientras lo observaba reunir los ingredientes y poner la sartén a hervir. Él la miró por encima del hombro.

-Katya. -dijo con desaprobación. -Deberías sentarte.

Sacó un taburete de debajo de la pequeña isla y se sentó en él. -¿Contento?

"Preferential Treatment" (Trato Preferencial) TraducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora