Seis.

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Luz se despertó a la mañana siguiente en una cama vacía. Le tomó unos segundos recordar lo que pasó en la noche, y cuando lo hizo se levantó rápidamente y escaneó la habitación. Amity no daba señales de estar en ningún lado.

—¿Amity? —llamó levantándose y caminando hacia la puerta de su habitación. Hubo un sonido detrás de ella cuando abrió la puerta. 

Se pausó un segundo y siguió el sonido acabando en frente de su armario. Cautelosamente abrió la puerta de su armario y se encontró con Amity, ampliando sus ojos cuando la vió.

—¿¡Qué estás haciendo?! —gritó. Se agachó y la encontró revisando su libro de dibujos— ¿Dónde has encontrado esto?

—Lo encontré —ella dijo levantándose y sonriendo extensamente. 

Luz frunció las cejas cuando vió las marcas de rotuladores en las manos de Amity. Ella agarraba el cuaderno de dibujo muy fuerte.

—Es mío —Luz bufó. Caminó de vuelta a la habitación sentándose en el suelo e instantáneamente abriendo la primera página.

Su ira era más fuerte cuando se dio cuenta que Amity había cubierto cada uno de sus dibujos con garabatos sin sentido. Horas y horas de trabajo duro y ahora estaban arruinadas.

—¿En qué estabas pensando? —Luz gritó, levantándose y lanzando el cuaderno de dibujos, este pegó en la pared, esparciéndose los papeles alrededor de toda la habitación.

Amity al instante se tapó las orejas. 

—¿Tú sabes cuánto tiempo gasté en esto? —Luz continuó con los brazos cruzados y mirando a Amity en la otra punta de la habitación.

—Son bonitos —Amity asintió levantándose y recogiendo un papel de los que Luz había tirado.

—Eran bonitos Amity, hasta que los arruinaste —Luz espetó—. Justo como las flores. ¿Qué te dije de mantenerte alejada de las cosas bonitas?

Amity la miró inexpresivamente antes de caminar hacía Luz con un dibujo en la mano. Luz gruñó y apartó el dibujo de su cara.

Confusa, Amity inclinó la cabeza.

—¿Lulu?

—Ese no es mi nombre —la voz de Luz era enfadada—. No quiero hablar contigo, vete de mi habitación —gruñó señalando la puerta.

Amity dio un paso hacia atrás todavía con el dibujo en la mano.

—Yo... lo siento —miró a Luz suplicante.

—¡No me importa! —dijo agarrando a Amity por los hombros y sacándola al pasillo—. Déjame sola —dio un portazo en la cara de Amity y se aseguró de que la puerta estuviese bien cerrada. 

Esperó hasta que escuchó pisadas alejarse de su habitación antes de colapsar en su cama.

El cuaderno de dibujo era el tesoro más preciado de Luz. Nunca dejó que nadie lo tocase. Tenía que estar sola para abrirlo y dibujar en él. Meses y meses de trabajo duro ahora a la basura. La castaña se sentó y observó los papeles esparcidos por el suelo. Tenía que haber sabido que pasaría esto cuando dejó entrar a Amity a su cuarto.

Con un gesto de frustración se levantó y recogió cada hoja que había en el suelo, iba revisándolos, pero todos los dibujos estaban llenos de garabatos. Rezaba porque hubiese uno o dos impecables.

Obviamente no lo había. Cada página tenía marcas de rotulador. Un dibujo en particular captó su atención, sin embargo. El dibujo a medio acabar de las margaritas de ayer. Parecía como si Amity hubiese intentado terminar, añadiendo flores encima de los tallos que Luz había dibujado con lápiz. Cerró sus ojos y suspiró, dejando los dibujos de vuelta en el cuaderno y guardándolo.

Yellow [Lumity]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora