Veintiuno.

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Los siguientes días pasaron en agonía para los cuatro compañeros.

Luz, sin embargo, lo estaba tomándolo peor que los otros tres chicos. Después de todo, ella se abrió y se permitió acercarse a Amity, sólo para que se fuera lejos de su lado. El pensamiento inminente de que Amity pudiera terminar en la cárcel y nunca más pudiera ser capaz de volver a casa aterrorizaba a Luz.

En todos sus años en la Tierra, Luz nunca había sufrido una pérdida tan grande como ésta. Claro, ella había perdido a su tía abuela cuando tenía 7 años de edad, pero no recordaba nada de la mujer. Su madre la había regañado por estar recogiendo las flores en el funeral en lugar de estar de luto, junto con su familia, pero Luz simplemente no se atrevía a sentirse triste por la pérdida de alguien que apenas conocía.

Ahora Amity era otra historia. Luz se preocupaba enormemente sobre la chica más joven. Por supuesto, ella solía odiarla, pero le resultaba imposible ahora después de aprender sobre ella. A Luz le resultaba imposible odiar a alguien una vez que descubría lo suficiente sobre ellos. Una vez que se enteraba de los verdaderos motivos de alguien, se hacía más fácil para ella simpatizar con ellos.

Había pasado el resto del fin de semana en cama. Sus compañeros iban a su habitación a ver cómo estaba de vez en cuando, pero después de que ella los echara varias veces, decidieron que lo mejor era darle a la chica de ojos marrones su espacio.

Fue sólo a las 11 pm el domingo que Luz se dio cuenta de que tenía clases al día siguiente. Lo que significaba que tenía que hacer otro de sus proyectos de artes independientes. Después de considerar simplemente saltárselo, Luz fue finalmente capaz de salir de la cama.

Encendió las luces de su habitación y buscó en su mochila sus materiales. Sus ojos recorrieron los colores de pintura que tenía para elegir, haciendo una mueca en todos los brillantes colores vivos que había traído a casa. Eventualmente, ella tiró todos menos dos tubos de pintura dentro de la mochila.

Utilizando las pinturas blanca y negra, mezcló una variedad de grises en su paleta. Gris. Porque sin Amity, todo pareció perder su color. Los colores brillantes solamente le recordaban lo que posiblemente podría perder. Ella comenzó a buscar en su armario un lienzo, jurando que había uno escondido en alguna parte. Su corazón se detuvo cuando vió lo que había estado buscando. Sin embargo, se veía un poco diferente de lo que había esperado.

En lugar de encontrar un lienzo blanco liso, Luz encontró un lienzo cubierto de garabatos infantiles de Amity.

Ella debió haber hecho eso la mañana que había coloreado en su cuaderno de dibujo también. Sintió lágrimas en sus ojos, Luz colocó la pintura en su caballete y empezó a salpicar ciegamente pintura sobre los dibujos de colores, con ganas de sacarlos de su vista lo más rápido posible.

A los pocos minutos y un ataque de llanto más tarde, Luz miró su paleta sólo para darse cuenta que había usado toda su pintura. Mirando hacia al lienzo, se mordió el labio cuando se dio cuenta cuán densamente había coloreado. La pintura goteaba por la parte inferior de la lona, por el caballete, y dejando pequeñas manchas en el suelo.

Creciendo cada vez más su frustración, Luz lanzó su pincel hacia el suelo y se quejó. Caminó de regreso a su cama y se metió bajo las sábanas, acurrucándose en el mismo lugar donde había pasado todo el fin de semana. Alguien llamó a la puerta unos momentos después. Cuando Luz no contestó, Hunter entró a la habitación. Él levantó una ceja ante la pintura antes de caminar y sentarse en el borde de la cama.

-¿Cómo te sientes? -Luz suspiró, sentándose y limpiándose los ojos.

-¿Por qué no podemos simplemente... No sé, robarla y salir del país?

Yellow [Lumity]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora