5 de diciembre #NaviFicsMLB
¿Quiénes se creían que eran para desconfiar del pobre Adrien Agreste?
Le había prometido comprar un mordedor a su pequeño bebé de seis meses por el tema de la dentición y eso haría.
—¿Puedes creerlo Hugo? —preguntó mirando por el espejo retrovisor a su bebé que iba apretando a Plagg con una de sus regordetas manos.
—Oye chico, adoro el hecho de que me hayas invitado a ir de compras contigo pero tu hijo no deja de llenarme de baba —se quejó el kwami, aunque poco le importa el ser llenado de la saliva del rubio, él adoraba ser el amado juguete de Hugo.
—Paciencia Plagg, Hugo obtendrá su plástico en cualquier momento. Es normal que rejunte mucha baba, ocurrió con Emma —volvió a mirar por el espejo hacia su compañero—. ¿Recuerdas?
El kwami rodó los ojos al recordar esa etapa.
—Emma prefería a Tikki.
—¿Celoso?
—Para nada, Hugo es mi mejor amigo. Tikki puede quedarse con la otra niña si quiere.
Adrien negó divertido ingresando al estacionamiento del centro comercial para aparcar su camioneta.
Descendió de su lugar, acomodando su gorro de lana para luego abrir la puerta trasera y sacar a su bebé con sumo cuidado de que no le hiciera mal el frío del pronto invierno.
Lo sostuvo contra su pecho mientras retomaba su andar con un Plagg escondiéndose en el abrigo de su portador para evitar ser visto.
—¿Tú también crees que olvido las cosas con facilidad? —preguntó el rubio con disimulación.
—Bueno... no quería decírtelo pero... olvidaste saludar a Marinette al salir de casa y tampoco has traído el chupete del niño rubio.
El ojiverde paró en seco al percatarse de ello sintiendo cómo su corazón comenzaba a latir con suma rapidez.
—N-no es cierto —relamió sus labios comprobando de que nadie lo viera hablando "solo"—. Estoy bastante seguro de que Marinette no estaba en la cocina cuando me fui, ¿verdad?
—¿Quieres que te mienta? ¡Soy un ser puro!
—Joder —apretó sus ojos al caer en la cuenta de que su esposa tenía razón con respecto a que olvidaba las cosas con facilidad.
El bebé comenzó a removerse en el pecho de su papá al percatarse de las luces navideñas que adornaban el lugar en donde se encontraba. Sus regordetas manos empezaron a golpear el torso del rubio al sentirse preso de la emoción que le generaba ver tal maravilla de nuevo.
Inevitablemente Adrien sonrió al verlo, lo giró para pegar su espalda a su pecho y permitir que se deleitara con todo lo que pudiera ver desde esa perspectiva.
—Creo que alguien olvidará su chupete si se entretiene viendo todo a su alrededor mientras compro los regalos.
—Suerte con ello —soltó en tono bajo Plagg.
Papá Agreste inició la búsqueda de una varita mágica para Emma, pero no sólo compraría eso. No señor. Agregaría una hermosa diadema decorada con diamantes falsos pero brillosos. No descartaba comprar un pomposo vestido digno de una princesa como su hija.
Su plan se vio interrumpido al visualizar una gran caja moteada como la que solía tener el maestro Fu para resguardar los prodigios.
Automáticamente pensó en Marinette, ella podría guardar todos los accesorios pequeños que tenía a la hora de realizar una confección. Debía tener sumo cuidado de que nada quedara al alcance de los pequeños, pues la azabache contaba con agujas de varios tipos que podrían lastimarlos.
La colocó en su carro para comprar y terminó en la última góndola para buscar el mordedor para su príncipe.
—¿Quién se ha olvidado las cosas ahora eh? —poco le duró su sonrisa de suficiencia al visualizar que Hugo no se hallaba en la silla para bebés del carro.
Inmediatamente comenzó a resolver toda su mercadería por si lo había cubierto con sus compras pero no había señales del bebé.
—Plagg —susurró intentando localizar a su kwami para que lo ayudara—. Como si no fuese suficiente también perdí a mi kwami.
Sabía que Marinette lo reprendería toda su vida por esta pérdida grande. No podía volver a casa con regalos pero sin el más importante de todos.
Hugo.
—¿Señor? —una encargada del lugar lo llamó con cierta cautela al verlo tan desesperado—. ¿Se encuentra bien?
—¡No! —restregó su rostro con ambas manos por la frustración—. Yo, necesito ver las cámaras de seguridad por favor —sus gestos de súplica enternecieron a la chica—. He perdido a mi bebé.
—¿Un bebé que apretaba un pequeño peluche negro?
Adrien tragó duro al percatarse de que Plagg había hecho de las suyas para jugar con Hugo sin importarle que lo vieran los demás.
—Sí, ese —soltó entre dientes—. ¿Lo ha visto?
—¡Sí! —los ojos de Adrien se iluminaron con esperanza—. Una chica lo ha llevado diciendo que era suyo.
Un tic nervioso se hizo presente en uno de los ojos verdes del rubio provocando que su respiración se entrecortara.
—¿Qué?
—Sí, mire —señaló la pantalla de su portátil—. Ella, la señorita con gorro de lana y abrigo negro.
Conocía a la perfección ese atuendo y más al analizar las características de ese gorro.
Marinette se encontraba alzando a Hugo que había decidido soltar el llanto luego de varios minutos de paz.
Pagó por sus cosas y agradeció de nueva cuenta a la encargada por su amabilidad.
No fue difícil localizar a su mujer entre tanta gente. Con la cabeza gacha se acomodó a centímetros de ella y con mucha culpa la abrazó por detrás con fuerza.
—Tienes tres segundos para explicarme.
—Ni yo sé qué ha ocurrido —escondió su rostro en la curvatura de su cuello como si fuera una niño pequeño siendo regañado—. Yo estaba comprando los regalos y...
—No me refiero a ello —se giró dentro del abrazo para conectar sus ojos con los de su marido que se hallaban brillosos—. ¿Por qué te fuiste sin darme un beso?
Adrien arqueó sus cejas frente a la sorpresa que le generó ese reclamo y no el hecho de haber perdido a Hugo.
—Salí inmediatamente de casa para que me dieras mi beso de despedida, pero en ningún momento notaste mi presencia, ni siquiera en el estacionamiento —esbozó un puchero que le apretó el corazón al rubio.
—Joder, nena —sostuvo su rostro con ambas manos—. No ha sido mi intención —dejó un casto beso en su frente—. Mi cabeza se concentró en querer demostrarte que no olvido las cosas importantes, como comprar los regalos para nuestros hijos.
Se separó alzando las bolsas visualizando cómo su esposa esbozaba una sonrisa orgullosa y de ternura.
—Eres el mejor papá que pude haber pedido para mis hijos —se acercó para frotar sus narices con dulzura—. Aunque hayas olvidado a Hugo en un canasto con decoración navideña —suspiró sonoramente.
—Sabía que no pasarías por alto ese detalle.
Marinette negó divertida al tiempo que tomaba la mano de su esposo en la suya y se dirigían al estacionamiento para ir a su respectivo hogar.
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Reto navideño || Adrinette
FanfictionMicrorelatos navideños durante veinticinco días. Reto propuesto por: MiraculousFics (twitter) / fics_miraculous (ig) para este mes de diciembre 2022. #NaviFicsMLB Se prohíben copias y adaptaciones.