22 || Luces

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22 de diciembre #NaviFicsMLB

Quinta vez que Marinette intentaba comunicarse con Adrien, pero siempre que lo hacía la operadora lo mandaba al buzón de voz.

¡Hola! Te comunicaste con Adrien Agreste, lamento no poder atenderte de seguro me encuentro ocupado, deja tu...

—Mensaje después del piiiip —finalizó ella al saberse de memoria la frase del contestador—. Joder, Adrien, era simplemente controlar que el akuma no se saliera de control, no borrarte del mapa.

Suspiró rindiéndose ante las insistencias.

Habían sido invitados por Amelie para celebrar el cumpleaños número veintiséis de su adorado hijo Félix, pero durante la celebración sus miraculous habían mandado la alerta de un akuma suelto.

Tanto Tikki como Plagg habían expresado que su poder se percibía con vibras extrañas pero que tranquilamente podría ser una ilusión, de todas formas quisieron que alguno de ellos fuera a dar una vuelta para saber de qué se trataba.

Por supuesto Adrien se negaba a que su chica volviera a patrullar ahora que sabía que estaba de nuevo embarazada.

Ni con Emma ni con Hugo había querido que ella volviera a exponerse a los peligros que acarreaba el hecho de supervisar o intervenir en París.

Le molestaba pero también quería velar por el cuidado exclusivo de sus bebés durante el embarazo.

—Carajo, necesitaré una copa a este paso —se quejó dando pasos de un lado a otro con los brazos cruzados.

—Tengo entendido que las damiselas con una cría en sus estómagos no pueden beber alcohol —soltó Plagg acostado en un buró de madera del siglo pasado.

—Lo sé Plagg, simplemente era un decir —bufó comenzando a desesperarse al volver a intentar contactarse con el rubio—. Ya ha transcurrido media hora, ¿qué le diremos a los invitados?

—Que Adrien comió mucho queso y ahora se encuentra internado en el baño, no es mucha ciencia —hizo un ademán con su mano restándole importancia.

—¿No te preocupa a ti también? —preguntó suavemente intentando calmar sus nervios.

—¿Qué el niño haya desaparecido? —la miró observando cómo su rostro reflejaba el pánico ante esa palabra por lo que se corrigió al instante—. Quise decir... ¡borrado!

Marinette palmeó su rostro con una mano sintiendo cómo sus sienes pulsaban.

—Adrien... —cerró sus ojos mientras intentaba respirar profundamente para calmar la ansiedad que le generaba no tener noticias de él.

Una intensa ráfaga entró por la ventana que daba del balcón, hecho que la hizo respingar en su lugar provocando que llevara sus pasos rápidamente a ese lugar. Sin embargo, no había nada más que la noche estrellada, el patio decorado con luces navideñas y la soledad del balcón.

Marinette esbozó una mueca de tristeza al no ver a su príncipe llegar.

—¿Sabes? —ella jadeó sorprendida ante esa voz familiar—. Creo que me quedaré con tu miraculous, me sienta bien ser Misterbug.

—¡Adrien! —trotó rápidamente hacia su encuentro para abrazarlo fuertemente sintiendo cómo sus lágrimas comenzaban a surcar sus pómulos.

—Hey —susurró tranquilizandola con sus brazos viendo lo desconsolada que se hallaba su princesa—. Ya estoy aquí preciosa, ¿por qué lloras?

—P-porque estaba preocupaba tonto —hipó subiendo su cristalizada mirada a la suya—. ¿Por qué no me contestabas? Tú siempre lo haces aunque te encuentres de cabeza en lo más alto de la Torre Eiffel.

El rubio rio apenas tomando su bonito rostro sonrojado por el pequeño llanto para besarla dulcemente. Sus manos masajeaban su espalda en un gesto reconfortante mientras sentía cómo ella dejaba de empuñar sus hombros dándole la pauta de que estaba sintiéndose relajada.

—Olvidé mi teléfono en tu bolso —murmuró aún a escasos centímetros de sus labios—. No me odies.

—Sabes que no podría —apoyó sus manos en su torso dejando que su frente descansara a la altura de los labios de su amado—. Me preocupo porque te amo, no lo haría si así no fuera.

—Motas fuera —susurró él liberando a la pequeña kwami de su labor.

Tikki salió volando hacia el encuentro de Plagg quien la esperaba para recargar energías con una dulce galleta.

—Lamento haberte hecho preocupar, sé que no es bueno para el bebé.

—Descuida —suspiró más calmada—, debo aprender a confiar en que sí volverás, tal vez no entero pero sé que siempre te las arreglas para volver.

Él rio separándose para terminar de limpiar los restos de sus lágrimas secas y dejar un casto beso en la punta de su nariz.

—Ven —tomó su mano para guiarla.

Marinette la sostuvo dándole un fuerte apretón mientras dejaba que su príncipe la guiara.

Descendieron las escaleras de la casa, llevando sus pasos al patio externo en donde se hallaba un gran árbol decorado con luces navideñas y un bonito columpio.

Adrien tomó asiento en este, tirando de la mano de su chica para que se sentara en su regazo. La rodeó con ambos brazos comenzando un lento vaivén que los relajaba.

Marinette giró apenas su torso para conectar su mirada con esas esmeraldas que tanto la hechizaban para luego juntar sus frentes cerrando sus ojos.

—¿Mejor?

—Mucho —respondió ella apoyando sus brazos en los suyos que la tenía aprisionada—. ¿Pudiste encontrarlo?

—Los kwamis tenían razón, simplemente fue una ilusión del miraculous del zorro —exhaló sonoramente—, pero luego de tanta persecución este se esfumó por sí sólo. No necesité siquiera utilizar el amuleto encantado.

—Este nuevo portador no me gusta nada —llevó una de sus manos a su mejilla para proveerle mimos.

—Ni a mi —abrió sus ojos para apreciar su rostro de muñeca—, pero no me asusta. No es la primera vez que nos enfrentamos a un villano y tampoco será la última, aún así no nos detendrá.

—Ni siquiera me dejas luchar a tu lado —esbozó un puchero lastimero.

—Porque portas un gatito o catarina pequeña aquí —apoyó su mano en su abdomen—. Y no pienso exponerlo a potenciales riesgos, incluso pienso quedarme con tus pendientes —quitó sus mechones de sus orejas para modelar con su mejor cara coqueta—. Me quedan super bien.

Marinette se carcajeó al verlo posando como diva con su miraculous.

—Eres todo un encanto.

—Lo sé, por eso te gusto.

—Error —el rubio alzó una ceja esperando que continuara—. Por eso te amo.

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Reto navideño || AdrinetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora