7 || Trineo

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7 de diciembre #NaviFicsMLB

En una cabaña a las afueras de París se hallaba la familia Agreste-Dupain Cheng disfrutando del hermoso paisaje blanco que les había regalado con anticipación el invierno.

Luego del incidente con Hugo, Adrien y Marinette decidieron permitir que sus hijos disfrutaran al máximo este fenómeno que no se veía todos los días del año. Por ello, alquilaron una cabaña acogedora para disfrutar de la nieve y de sus hijos admirándola.

—Creo que necesitaremos más palos para el fuego.

—Ya lo creo —el rubio se colocó su bufanda acomodándosela a la altura de su nariz y boca para evitar que ingresara el frío a sus vías respiratorias—. Vuelvo en unos minutos.

—¡Espera! —se acercó la azabache con su bebé en brazos—. ¿No crees que deberías de llamar a Plagg?

—¿A Plagg? —la miró confundido.

—El traje te protegerá más del frío que los abrigos normales.

—Descuida mi amor —tocó la punta de su nariz con su dedo índice a modo de juego—. Este gato tiene siete vidas, nada le ocurrirá.

—Adrien habló en serio —exhaló sonoramente acomodando a Hugo contra su pecho—. Ya es suficiente teniendo a nuestro bebé algo molesto por lo ajeno que le resulta este lugar.

El ojiverde se debatió unos segundos para pensarlos. Marinette tenía razón, no podía coger un resfriado estando lejos de casa y mucho menos dejando a su esposa al cuidado de sus dos hijos.

—¿Plagg?

El kwami voló rápidamente a su encuentro con una super galleta en sus manos. Adrien alzó una ceja esperando una explicación por ello, pues sabía perfectamente que esas galletas eran para Emma.

—No pude resistirme, Marinette tiene manos mágicas —suspiró ensoñando.

—Lo sé —intentó quitarle la galleta sin éxito alguno—. Pero sabes perfectamente que ustedes tienen sus propias galletas, estas eran pura y exclusivamente para mi princesa.

La azabache contuvo una risa para evitar meterse en las peleas infantiles que solían tener su chico con su kwami.

—Bueno bueno, deberían ir yendo antes de que nos quedemos sin calefacción —intervino finalmente al visualizar la fogata a punto de agotarse en la chimenea.

—Yo puedo encargarme de que no pases frío —el rubio guiñó un ojo en su dirección provocando su sonrojo.

—Prefiero calor de otra fuente —respondió en tono bajo colocando una mano a la altura de la nuca de Hugo—. Dense prisa.

—¡Plagg, transfórmame!

La magia hizo lo suyo mientras un coqueto Chat Noir hacía acto de aparición en la sala. Se acercó a su esposa para darle un beso de despedida que siempre se regalaban aunque estuvieran unos pocos minutos separados.

—El gato necesita su beso para tener energía para volver —susurró abrazando a su esposa por la cintura.

—La energía no funciona así —soltó una corta risa para luego apretar sus labios—. Sabes bien que nunca es sólo un beso.

—Prometo que sólo será uno —aseguró buscando sus labios pero ella se encargaba de esquivarlo—. ¡Hey!

—Adrien...

—Chat Noir para ti prrrrrincesa.

Marinette negó divertida para luego alzarse de punta de pies y unir sus labios en un recatado beso de despedida, apoyando su frente contra la suya al finalizar su pequeño acto de amor.

—Regresa pronto —susurró.

—Ya los estoy echando de menos —frotó sus narices para luego separarse y salir del lugar de manera rápida.

Mientras tanto Marinette se encargó de abrigar a sus hijos en caso de que la calefacción de terminara pronto y Adrien no llegara a tiempo para evitarlo.

De todas formas los niños ya quedarían listos para salir a jugar a la nieve. Necesitaba una forma efectiva para distraer a Hugo frente a la extrañeza que le generaba el lugar, sumado a su dentición que no lo dejaba en paz un segundo.

—Calma bebé —acercó el plástico a su boca para que hiciera lo suyo como calmante—. ¿Te gusta el regalo de papá?

Hugo comenzó a reír frente al juego que le hacía su mamá al pasar el plástico por su boca y retirarlo rápido para luego volver a repetir esa acción. De esta manera el bebé lo agarró con ambas manos para comenzar a embadurnarlo con su baba.

—Emma, cariño —la llamó obteniendo a una obediente niña al instante—. Wou, eso fue rápido.

—¿Lo fue? —sonrió entusiasmada—. Papá dice que soy una mini superheroína como tú, pero pequeña.

Marinette sonrió enternecida al saber que el rubio la admiraba de esa forma junto a sus hijos.

—He traído un trineo —alzó las cejas en plan de diversión—. ¿Gustas salir un rato a montarlo con tu hermano?

—¡Sí! —dio unos saltitos en su lugar demostrando su emoción.

—Andando —terminó de abrigar a sus pequeños y salieron al exterior con el trineo tirando de una cuerda.

No se alejaron mucho del lugar, pues era la primera vez que lo visitaban y desconocía totalmente alguna ruta fácil para volver.

Emma sostuvo a su hermano desde atrás con sus brazos en el juguete de madera y su madre los fue tironeando con una cuerda para pasearlos suavemente. De tanto en tanto se escuchaba la risa divertida de la pequeña rubia provocando que Hugo también se contagiara de ella y más al visualizar las caras graciosas que hacía su madre.

—¿Yo también podré montar el trineo? —la voz de Adrien captó la atención de los tres ocasionando que frenaran el juego—. Espero que sí porque tengo muchas ganas de jugar también.

—Papi, papi, súbete tú también —indicó Emma dándole espacio en el trineo en la parte trasera—. Mamá se encargará de pasearnos.

Adrien levantó a sus dos hijos con sus brazos para acomodarlos en sus piernas y evitar que se tambalearan y cayeran a la nieve fría.

—Vamos mami, dame un paseo —expresó divertido Adrien al ver cómo su esposa le lanzaba miradas de advertencia por el doble sentido de sus palabras, tornando sus mejillas de un carmín intenso.

—Espero que hayas conseguido palos para la fogata —siseó entre dientes tomando la cuerda con ambas manos al tener un peso extra con el rubio y comenzar a tironear con dificultad.

—Algo conseguí, sí...

—Qué bien, porque mis bebés y yo dormiremos calentitos adentro mientras su padre se queda afuera con el trineo.

—Pero...

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Reto navideño || AdrinetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora