6 || Muñeco de nieve

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6 de diciembre #NaviFicsMLB

—¿Crees que nuestros padres nos permitan jugar en la nieve? —preguntó una anhelante Emma a su primo Kyle de similar edad.

El pequeño rubio con unos -apenas notables- rasgos asiáticos acentuados se encogió de hombros volviendo a jugar con la muñeca de su prima.

—No creo que a la tía Marinette le agrade la idea de que salgamos al jardín y cojamos un resfriado.

—Mamá no es mala, de seguro el tío Félix no querría —se cruzó de brazos de forma retadora.

—Pues ella suele ser más mandona —imitó su acción.

Los primos Agreste-Fathom se habían reunido en la casa de la pequeña como todos los fines de semana. Adrien y Félix habían fortalecido su vínculo familiar luego de descubrir sus verdaderos orígenes. Fue cuestión de tiempo para que comenzaran a frecuentarse a menudo junto a sus preciosos hijos y esposas.

—Porque ella cuida a Hugo, es un bebé —sus manos señalaron al pequeño que se hallaba boca abajo mientras observaba cómo estos jugaban entre sí—. Está pequeño y debe dormir para crecer.

—Pues ponlo a dormir —soltó como si fuera obvio—. Si queremos salir a jugar, debemos hacer dormir a Hugo para que crezca más rápido.

Emma se perdió pensando en la idea de su primo, no parecía descabellada después de todo. De esa forma ellos obtendrían lo que querían.

—Ven hermanito —la niña gateó yendo hacia él para luego colocar sus manos en las axilas de este—. ¡Hugo!, pesas mucho —dijo con dificultad al intentar moverlo sin éxito alguno.

—¡No Emma!, el tío Adrien lo sostiene de su barriga —se acercó colocando su cuerpo detrás del pequeño que los miraba sin entender qué hacían esos niños—. Yo me pondré aquí y tú lo atraes hacia mi pecho.

La rubia volvió a intentarlo, llevando a cabo varias maniobras terminó por cumplir con lo deseado.

Kyle se hallaba apoyando su espalda contra el sofá mientras Hugo se encontraba sentado entre sus piernas jugando con una de las muñecas que habían dejado a un lado.

—¿Y ahora?

—Mamá suele llevarlo a volar.

—¿Volar?

—¡Sí!

—Pero necesitamos a los guamis para ello —suspiró derrotado observando cómo el bebé comenzaba a balbucear a medida que arrojaba baba.

—Tienes razón, nosotros no tenemos esos tuamis.

Los primos se rindieron al no encontrar otra solución para salir a jugar a la nieve, hasta que de repente a ella se le ocurrió una super idea que no tenía margen de error.

—¡Lo tengo! —sonrió entusiasmada mientras colocaba una mano en el suelo para levantarse—. Quédense aquí.

—¿Tengo opción? —bufó el niño viendo cómo su prima desaparecía de la sala—. Tu hermana está loca.

Hugo echó su cabeza hacia atrás formando una adorable sonrisa que contagió a Kyle y provocó sus ganas de abrazarlo. Hugo se removió volviendo a su tarea de tironear de los cabellos a la amada muñeca de Emma.

Mientras tanto, la dulce niña rubia se hallaba revolviendo los muebles en donde su mamá tenía todos los accesorios y materiales para confeccionar lo que su mente creativa quisiera.

—¡Maravilloso! —chilló feliz al encontrar lo que quería.

Con sumo cuidado, colocó todo en una bolsa grande para luego comenzar a arrastrar todo hasta la sala.

—¡Kyle! Haremos nuestro propio muñeco de nieve con estas cosas mamá, Hugo será nuestro modelo —soltó la bolsa para aplaudir emocionada.

Su primo fue agrandando sus ojos y boca al sorprenderse de la fantástica idea que había tenido Emma.

—Eres una genio, ¡comencemos!

Kyle sostuvo al bebé mientras Emma agarraba con una de las manos la goma de pegar y con su mano libre comenzaba a pegar algodón en el pijama de Hugo que reía de tanto en tanto por las cosquillas.

El bebé era totalmente ajeno a la travesura, simplemente creía que todo era un juego para él y ello le fascinaba.

—¿Niños? —la voz de Félix los exaltó brevemente para luego continuar con su cometido.

—¡Detrás del sofá tío Félix! —señaló Emma sumamente concentrada en finalizar con su obra de arte.

—Pero qué... —el chico se sorprendió al visualizar la travesura de su hijo junto a su sobrina y al pobre Hugo siendo víctima de ellos—. Se puede saber ¿qué están haciendo?

—Hey Fel, ya me han confirmado unos amigos para venir en... —Adrien detuvo sus palabras al percatarse del lío que habían armado los niños—. ¡Emma!

La pequeña rubia respingó en su lugar al asustarse por el llamado de atención de su padre.

Adrien aproximó sus pasos para coger a Hugo en brazos que comenzó a balbucear aplaudiendo con sus manos al visualizar a una de sus figuras más adoradas. Su padre sonrió para dejar un dulce beso en su mejilla apenas descubierta.

—¿Qué te han hecho pequeño terremoto? —intentaba con todas sus fuerzas no reír para no reforzar la acción de los niños.

—Kyle —suspiró Félix inclinándose para recibir a su hijo en brazos que se hallaba un poco asustado de ser regañado—. Tu tía apenas nos ha comenzado a recibir en su casa como para darle motivos de rechazarnos.

—¿La tía Mari dejará de quererme? —preguntó con cierta angustia escondiendo su rostro en el pecho de su papá.

—¿Qué yo qué? —indagó divertida Marinette ingresando a la sala junto a Kagami que dejaba un par de bolsas de compras en el suelo.

Adrien giró en su lugar con el bebé en brazos para responderle en silencio. El rubio apretó los labios frente a la cara desencajada de su esposa que intentaba no reír al igual que todos los adultos en la sala.

—Mamá, ha sido mi culpa —admitió la pequeña cabizbaja—. Kyle y yo queríamos salir a jugar con la nieve y hacer nuestro propio muñeco de nieve pero —exhaló sonoramente—, no creímos que ustedes nos permitieran salir.

Marinette relajó sus gestos al percatarse de que al fin y al cabo ellos eran niños, no podían prohibirles jugar con todo aquello que les ayudara a conocer el mundo por medio de sus sentidos.

—Busquen sus abrigos —ordenó Kagami captando la atención de todos—. Iremos a jugar con la nieve en este mismo instante.

Los niños chillaron felices saliendo del lugar como alma que se la lleva el diablo.

El matrimonio Fathom se dirigió a la cocina para preparar una cocoa caliente mientras Adrien y Marinette se encargaban de despegar los algodones que había en Hugo.

—Definitivamente tenemos una hija muy ocurrente.

—¿Cómo sabes que ha sido su idea y no de Kyle? —preguntó el rubio terminando de despegar lo último.

—Porque yo también he hecho un muñeco de nieve con algodón cuando era pequeña —sonrió con nostalgia—. Nunca creí que ella haría lo mismo.

—Bueno, a alguien tenía que salir creativa —posó sus esmeraldas en su esposa—. De mi lado sólo obtuvo lo guapa.

La azabache soltó una carcajada frente a las palabras de su gatito. Adrien la atrajo hasta su pecho en un cálido abrazo dejando castos besos en su coronilla mientras Hugo comenzaba a jugar con los mechones de su mamá.

Reto navideño || AdrinetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora