13 || Abrazo

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13 de diciembre #NaviFicsMLB

Otro día transcurrió en la vida de esta familia de cuatro personas.

Cada vez faltaba menos para la llegada de la festividad más esperada del año y también hoy trece de diciembre, Hugo cumplía otro mes de vida.

Ya eran siete desde su llegada a este mundo caótico pero lleno de amor en donde se hallaban sus padres y su amorosa hermana.

—Ba-ba-ba-ba-ba-baaaaa

Hacía tiempo que el pequeño había comenzado a balbucear algunas palabras y junto a Emma repetía simples sílabas..

A Marinette le frustraba mucho el hecho de que no había podido aprender a decir mamá pero sí papá.

Adrien se regocijaba por ello debido a que su princesa había logrado obtener la primera palabra de su primogénita cuando cumplió seis meses.

—Papá —repitió el ojiverde provocando la risa de su bebé y el enfado leve de su esposa.

—No pienso persuadir a nuestro hijo para que aprenda a decir una palabra, no como otra persona que conozco...

—¡Oh, vamos! —sonrió acercándose a ella que se encontraba sentada en la mesa mientras jugaba con la cuchara de Hugo simulando un avión—. Yo no le enseñé esa palabra, él sólo aprendió y comenzó a repetirla.

—Me frustra demasiado que haya cumplido siete meses y aún no diga mamá —esbozó un tierno puchero lastimero recibiendo un beso de su gatito en la mejilla.

—Dale tiempo, además a Hugo le encanta repetir intentos de palabras sin sentido.

La azabache rio ante tal verdad, el rubiecito podía inventar su propio vocabulario si quisiera. Resultaba gracioso que cuando quisiera la teta dijera pan y que cuando quería consuelo comenzara a llorar entrecortado como si fuese actuado.

El Agreste trataba de no darle mucha importancia a tal acontecimiento pero le generaba cierta culpa que su bebé dijera papá antes que mamá sabiendo que esta había sido quien lo había cargado por nueve meses.

—Tal vez si le enseño yo pueda comenzar a repetir sin problemas, ¿no crees? —apretó sus hombros en un intento de consolarla.

—Hugo no me quiere —soltó un suspiro alimentando a su pequeño que intentaba agarrar la cuchara por sí solo—. Tan sólo mira cómo me ignora cuando está comiendo.

—No es cierto —le quitó el elemento de su mano para comprobar ello—. A ver Hugo, aquí viene el avión lleno de nutrientes.

Comenzó a simular que la comida volaba captando la atención del bebé que había comenzado a desesperarse en su silla, moviéndola del suelo y golpeando su pequeña mesa con el plato lleno de papilla.

Tal fue el golpe que terminó embadurnando todo su rostro con su comida.

Adrien tomó una servilleta para intentar quitar el desastre que había provocado, lo cual provocó el llanto del bebé al sentirse desprotegido con el pegote en su rostro.

—Hugo, bebé —insistió intentando limpiarlo pero este quitaba su rostro para evitarlo—. Hugo Agreste...

Su rostro comenzó a arrugarse mientras su boca comenzaba a formar un puchero y sus lágrimas comenzaban a salir sin permiso provocando que todo su rostro se tornara rojo debido a la molestia que le generaba la situación.

Automáticamente su papá lo tomó en brazos ocasionando que Hugo gritara buscando con su mirada a su mamá mientras estiraba sus regordetes brazos.

—Creo que no soy su persona favorita en estos momentos...

—Hugo, mi amor —Marinette lo recibió en brazos, Hugo se aferró fuertemente contra su pecho dejando los restos de comida en él—. Shh, calma bebé.

La ojiazul comenzó a mecerlo abrazándolo fuerte contra su torso mientras simulaba tararear una canción, dejando besos en su cabeza. Hugo dejó paulatinamente de llorar con desesperación a medida que escuchaba la dulce voz de su mamá y comenzaba a suspirar por el esfuerzo hecho.

Marinette bajó su mirada buscando su cara que estaba llena de lágrimas secas y con sus ojitos a punto de cerrarse por el sueño.

—Papá te ha hecho llorar feo ¿verdad? —le preguntó sonriendo dulcemente para luego dejar un beso en su regordeta mejilla sonrosada.

Adrien se mantuvo estático en su lugar mirando esa encantadora postal de su esposa sosteniendo a su hijo, y este deseando unificarse con ella para no separarse de su lado.

—Dirá papá pero te aseguro que prefirió mil veces que tú lo cargaras.

—Es que lo llamaste por su nombre completo —lo abrazó aún más contra si—. Aunque no negaré que me hace sentir mucho mejor que me prefiera a mi antes que a ti en este momento.

El rubio rodó los ojos divertido mientras se acercaba para buscar con su mirada el rostro de su pequeño que había comenzado a empuñar la piel de su mamá.

—¿Puedes perdonar a tu papito querido? —esbozó un tierno puchero, pero Hugo lo rechazó moviendo su cabeza hacia el lado contrario.

—No, mamá no me llama por mi nombre en ese tono —respondió Marinette imitando la infantil voz del bebé.

—Hugo, tú amas los abrazos de oso que te doy yo —suplicó el ojiverde volviendo a buscar a su bebé, pero este continuaba ignorándolo.

Fue entonces que se le ocurrió jugar al escondite de un lado a otro buscando su cara, al cabo de unos segundos Hugo volvió a reír al verlo aparecer y desaparecer detrás de la espalda de su mamá.

—Resuelto, mi hijo me ha vuelto a amar.

—Tu princesa también ama los abrazos de oso —soltó inocentemente la azabache girando a su encuentro.

Adrien sonrió encantado, tomándola en sus brazos para estrechar a ambos en un abrazo de oso cariñoso y comenzar a repartir besos tanto en la mejilla de ella como la del bebé provocando sus carcajadas que se contagiaban entre sí.

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Reto navideño || AdrinetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora