No nos quitaron los sacos de la cabeza por un largo rato.
Obligados a andar por las calles de la ciudad subterránea, me sentía tropezar con cada adoquín fuera de lugar que había en el camino. Me arrastraba un soldado a cada lado, y aunque tenía el impulso de tirarme al suelo y salir corriendo, sabía que no daría ningún resultado, o Elián ya lo habría intentado. Sin ninguna idea de qué hacer, me dejé conducir hasta la parte de atrás de un automóvil que nos llevó por un largo rato hasta una ubicación desconocida. Los hombres no me soltaron en ningún momento, ni siquiera dentro del vehículo ni al bajarnos de él. Podía ver a través del saco que afuera estaba oscuro, pero no había pasado suficiente tiempo como para que se hiciera de noche. Debíamos estar en un edificio, pero ¿en cuál?
Cada cierto Elián tosía para hacerme saber que seguía allí, pero además de eso y el ruido del motor, nos envolvía un silencio absoluto. A la cuarta o quinta vez de intentar su treta alguien lo golpeó y entonces no volvió a hacerlo, sin embargo, podía escuchar que todavía iba tras de mí, por la forma deliberada en la que jadeaba como si estuviera cansado. Luego de hacernos caminar por pasadizos oscuros y fríos y de bajar muchas escaleras, los hombres nos echaron a una habitación que olía a encierro y cerraron la reja tras ellos. Dejaron los sacos sobre nuestras cabezas y manos, indiferentes ante nuestro miedo, pero Elián consiguió abrir las sogas que tenía en las muñecas y pronto me desató a mí también. Tomé una buena bocanada de aire antes de preocuparme de nada más; necesitaba respirar, pues la tela era tan gruesa que apenas pasaba el oxígeno entre las hebras de hilo.
—Es a prueba de magia —explicó Elián cuando se lo señalé—. La habitación también lo es. No podremos salir usando fuego.
Aquello me pesó, pero no me sorprendió. Miré alrededor para ver si había algo que pudiera ayudarnos, pero desde luego sabía que era inútil; no solo la tecnología de Chiasa era de alta calidad, sino que además las paredes eran lisas y estaban hechas de hierro, sin nada que pudiera servir de algo. No había en el suelo más que una colcha un poco más gruesa que una tortilla. Me senté, sin ganas de nada, sin energía para pensar cuando sabía que tenía que hacerlo. Al menos el colchón estaba limpio.
Al rato Elián me imitó, no sin antes revisar cada una de las paredes sin adornos en busca de algo que jamás iba a encontrar. Lo veía extender y cerrar su mano en busca de su fuego, pero no había nada. Por ahora, no quedaba nada más que esperar.
—Al menos Bo y Lily están a salvo —le dije cuando se dejó caer en la colchoneta—. Y Pyra pudo escapar.
—Pyra nunca se dejaría atrapar —aseguró con una sonrisa triste—. Pero no estoy muy seguro de que Bo y Lily estén bien.
—Lily tiene un dragón ahora. O es un dragón, en realidad no estoy segura. Y Bo es simplemente sorprendente.
—Pero está malherida —apuró. Se notaba que la preocupación estaba comiéndoselo vivo—. Y Lily no la soporta.
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Garza de Jade (Las Alas del Reino II)
FantasyCONTIENE SPOILERS DEL LIBRO I Luego de enterarse de la desaparición de Lily y la Reina Oria, Bo, Elián y Viana parten en su búsqueda inmediatamente. Viajando al sur a través del continente, la princesa comienza a abrir los ojos ante la realidad del...