EXTRA: Lysarel (III/III)

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Por la mañana, luego de otra ronda y después de bañarse, estaban listos para regresar a las montañas

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Por la mañana, luego de otra ronda y después de bañarse, estaban listos para regresar a las montañas.

Se despidieron de la joven moza que los había atendido, la cual los invitó a volver pronto, cargaron las compras en las alforjas de los caballos y emprendieron el retorno.

Con las ropas nuevas, el frío no era tan molesto, tendría que darle las gracias a Karel otra vez. No se sentía del todo bien dejándose consentir tanto, pero no podía ignorar el hecho de que los regalos eran bastante funcionales, excepto el perfume. Lysandro giró el rostro hacia el príncipe mientras cabalgaban y sonrió un poco. Esa fragancia la usaría solo para él.

Continuaron la cabalgata con tranquilidad y para el mediodía estaban de regreso en Cumbres de Vel.

Ambos desmontaron y llevaron a los caballos al pequeño establo detrás de la casita. Lysandro se encargó de acercarles agua y paja a los animales mientras Karel descargaba las bolsas del viaje.

Cuando abrió la puerta de la vivienda, Lysandro suspiró, más que nunca su hogar se le hacía pequeño y poco adecuado para alguien como el príncipe.

—¡Al fin hemos llegado! —exclamó feliz Karel.

El príncipe dejó las bolsas en el suelo, se giró y lo abrazó por la cintura. Lysandro rio un poco de su arrebato.

—No entiendo cómo puedes estar tan contento.

—¿Ah, no? ¿Y por qué no estaría contento?

—Pues por qué... —Lysandro se mordió el labio, indeciso si decirle o no lo que pensaba.

—Por que... —lo alentó a continuar, Karel. Lysandro suspiró.

—Es muy pequeña e incómoda. El cuarto de la posada era más grande.

Karel, sin soltarlo, le subió el rostro por el mentón y lo miró a los ojos.

—¿Eso crees? —Ante la pregunta, Lysandro asintió, decepcionado—. Cualquier sitio donde tú estés para mí será como el geirsholm, no habrá lugar mejor que ese. Prefiero mil veces tu casa acogedora que mi palacio frío en Vergsvert.

Lysandro negó un par de veces mientras sonreía.

—Karel... Es pequeña, mi cama también lo es.

El príncipe lo miró con los ojos en rendijas.

—¿Es una indirecta para que vaya a dormir con Nocturno y Luna?

—Tonto. —Lysandro le golpeó el pecho con suavidad.

Karel rompió a reír, después le besó la punta de la nariz.

—Si te parece pequeña, es algo que podemos solucionar.

—Solucionar, ¿cómo?

Karel lo soltó y dio unos pasos por la casa, apreciándola.

—Podemos agregar otro nivel arriba y mudar las habitaciones allí.

El amante del príncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora