Capítulo X

102 16 17
                                    


3 de noviembre de 1971

Pandora, Emmeline, Hestia y yo estábamos practicando encantamientos y haciendo deberes en el comedor, donde estábamos los alumnos de primero y segundo de varias casas. Todo estaba muy tranquilo. Algunos charlaban, otros estudiaban y esas cosas normales que sueles hacer un día por la tarde, supongo.
Pandora me estaba hablando sobre una leyenda que ocurrió en Halloween, festividad que celebramos hace unos días, cuando de pronto se escucharon varios estruendos, y un olor maloliente se coló por nuestras fosas nasales.

— ¡Puaj, qué asco! ¿Quién ha sido?

— ¡Ah, qué mal huele!

De repente, un chico, con su mochila en los brazos, salió corriendo de la mesa de Slytherin hacia la puerta, mientras todos los demás se reían.

Las chicas y yo nos miramos con una expresión de sorpresa, y empezamos a reír. Había sido bastante divertido la verdad, porque nadie se esperaba esto, ni siquiera yo. Pensaba que iban a hacer la broma mucho antes, incluso llegué a pensar que se habían rendido, aunque prefiero que haya sido después, en el banquete de Halloween habría llamado demasiado la atención.

Terminé de transcribir unas cuantas cosas más en mi pergamino y comencé a guardar mis libros en la cartera.

—He terminado ya, ¿Nos vemos en la cena? — le dije a mis amigas.

— ¡Claro! Te esperaremos aquí. — dijo Hestia. Resulta que era una chica más sociable de lo que todos creíamos.

Me levanté de mi mesa y me dirigí a la de Gryffindor, en la cual estaban los cuatro chicos junto a ellos, un poco más lejos, se encontraban Lily y otras chicas más que supuse que eran amigas suyas.

Me puse silenciosamente justo detrás de Sirius, haciendo un gesto de silencio para que evitar que James y Peter no reaccionaran. Me acerqué un poco a su oído, intentando aguantar la risa y dije con un tono de voz un poco más alto de lo normal...

— ¡Feliz cumpleaños Sirius!

El chico pegó un gran respingo y se dió la vuelta inmediatamente con una expresión de asombro, al mismo tiempo que Remus, James, Peter y yo estallábamos de la risa, lo que provocó que algunos de los alumnos nos mandasen callar.

— Muchas gracias Iria, aunque la próxima vez, prefiero no quedarme sordo.

— Eso no lo decides tú. Además, te he traído una cosa.— le mostré el paquete que llevaba detrás de la espalda. Él intentó cogerlo, pero conseguí esquivar rápidamente el movimiento de su de su brazo.

— ¡Eh, dámelo!

— ¡Eso, dáselo, queremos ver que es! — Exclamó James, con curiosidad.

— Está bien. — le di el regalo al mismo tiempo que hacía un gesto de rendición.

Sirius empezó a abrir el papel de regalo de todas las maneras posibles menos la correcta, si es que hay una. Sentí como una mezcla de entusiasmo e intriga aparecía en su interior, mientras que yo estaba nerviosa. Normalmente a la gente no le suelen gustar mis regalos.

— ¿Te gusta? — pregunté con miedo.

Su cara era un cuadro, tenía la boca completamente abierta, como cuando le conté lo de mis poderes en el bosque.

No le ha gustado.

No seas pesimista.

Remus, al ver la cara de Sirius, le echó una mirada por encima, y puso exactamente la misma cara que puso Sirius.

Ay madre, la he cagado.

Cállate conciencia.

— ¡Es completamente increíble! ¿Lo has hecho tú? — Exclamó de pronto Remus. Parece ser que a Sirius no le salían las palabras.

⋅Ataraxia⋅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora