Capítulo XXVII

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Finales de febrero de 1973

Suspiré por décima vez al no poder con la cantidad de emociones abrumadoras que cargaban el ambiente en la clase del profesor Binns, el cuál no dejaba de parlotear sobre la Edad Media Mágica y la Convención Internacional de Brujos de 1289 sin parar, con voz monótona y aburrida, como si el mismo se aburriera de lo que estaba diciendo.

Es que quien no se aburriría de estar durante varios años repitiendo los mismos discursos en bucle una y otra vez.

Cierto.

Consumida ya por el creciente aburrimiento, comencé a observar a la gente de mi alrededor a ver si no era la única que se estaba muriendo del asco. A mi lado, Pandora se estaba haciendo trencitas en su rubio pelo. Dorcas y Marlene se estaban pintando las uñas de colores, Lily y Remus estaban leyendo un libro tranquilamente en su regazo.

Y tú bien tonta que no te has traído uno como te dijo el prefecto de Ravenclaw.

Ahora no, conciencia, que estoy haciendo algo importante.

¿Analizar lo que hace la gente es más importante que atender en clase?

Si es en clase de historia, si.

Peter y Emmeline dormían apaciblemente sobre sus mesas, Hestia y Barty estaban hablando por trozos de pergamino y…

Ay por Merlín.

Sirius y James estaban tramando algo.

Que novedad.

Era capaz de notar su creciente y llamativa excitación, destacaba demasiado entre el aburrimiento y dudo que las expresiones de sus caras sean porque estén aburridos o cansados.

Que no te extrañe que en unos minutos vaya a pasar algo raro.

Decidí no preocuparme por ello. Total, nada iba a ser peor que la clase de historia de hoy.

¿Has probado acaso a escuchar al profesor Binns? A lo mejor no te aburres.

Pues… tampoco es mala idea la verdad.

— …pero al final acordaron que esa poción solo se podría usar en casos de extrema necesidad. — comentó el fantasma, escribiendo en la pizarra que se situaba encima de la tarima. Estaba todavía hablando de los acuerdos de la convención de brujos de la Edad Media. — Vale, a ver… El siguiente acuerdo fue sobre los usos de las Ataraxias, unos accesorios creados por las hadas de la Edad Media Mágica que…

De la nada, comencé a ver una serie de imágenes que no tenían nada que ver con la lección que estábamos recibiendo.

Las mismas imágenes del sueño que siempre tenía.

El bosque … la mujer pelirroja, corriendo, con un bulto entre los brazos…

Pero está vez, pude ver algo más.

Como la mujer pelirroja, a la cual no le podía ver el rostro, se quitaba del cuello un colgante con un medallón dorado, que brillaba a la luz de la luna y que si te fijabas bien, tenía algo grabado. La mujer dejó el medallón de manera extraña en el bulto que llevaba encima, y de repente vi el brillante resplandor verde que me dejaba sin respiración y sentí el inaguantable dolor que siempre finalizaba el sueño.

Volví a abrir los ojos y respiré agitadamente. Vi por el rabillo del ojo como Pandora desviaba su mirada hacia mí, ligeramente extrañada, pero la ignoré, tenía que hacerle pensar que no había pasado nada.

Porque ni siquiera yo sabía que acababa de pasar, ni recordaba de qué estaba hablando el profesor Binns para que me hubiese pasado… lo que me pasa siempre.

⋅Ataraxia⋅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora