Capítulo XVI

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— Espera, ¡¿Qué tenemos que colarnos en la sala común de Slytherin?! ¡¿Qué locura de plan es este?!

— El único que tenemos.

Estos chicos están locos.

Ya lo sabías desde hace tiempo.

Agh, cállate un mes.

Resulta que la broma consistía en unas pequeñas bombas con un temporizador con pintura en su interior. Cuando el tiempo pase, la bomba estallaría y la pintura salpicaría por todas partes. ¿Lo mejor de todo? Que es permanente. Mi hermano va a tener el pelo teñido durante una buena temporada.

— ¿Y si nos pillan? — pregunté, levantando una ceja.

— No os van a pillar. Tenéis familiares allí, pasaréis desapercibidos. — Respondió Peter.

— No es tan sencillo. Si nos ven, nos podrían castigar.

— En realidad, el único y verdadero problema que tenemos es la contraseña. — dijo Remus, cambiando de tema.

— Eso lo dices tú, Iria y yo nos la sabemos. — replicó Sirius.

— ¿En serio? — Preguntaron los tres, asombrados.

— De hecho, si. Digamos que la prima de Sirius, Bellatrix, es muy… insistente.

— Nos ha obligado a entrar varias veces.

— Todavía recuerdo cuando nos coló dentro y nos empezó a presentar a todo el mundo, como si fuésemos de Slytherin y nos importasen.

Al decir esto, todos estallamos en carcajadas durante unos largos minutos. En realidad, en ese momento no había sido divertido, sino incómodo. Desde hace unos años, Bellatrix suele dar bastante miedo. Pero mejor reírse de nuestras desgracias que llorar.

— Bueno, ya está, ya nos hemos reído. Ahora volvamos al trabajo. — Dijo Remus, con una expresión tan seria que solo me hizo reprimir más risas, y ganarme una mala cara por su parte. — Si lo miramos bien, nuestro plan es perfecto, solamente entráis, metéis el temporizador en algún lugar y ¡tachán! Mañana tu hermano aparecerá cubierto de pintura.

— ¿Y cómo hacemos para que no nos vean?

— Pues no lo sé, es nuestro único inconveniente. — dijo Sirius, pensativo

— Shhh… calma. Dejadme eso a mi. — respondió James, con una sonrisilla de la que no me fiaba nada.

— Genial, ahora tengo miedo.

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James nos puso la capa encima a Sirius y a mi.

— ¿Estáis seguros de que no se ve nada? — pregunté, dudosa. No me fiaba nada de este plan.

— Segurísimos. — respondió James, con convicción.

— ¿Tenéis las bombas? — Preguntó Remus

— Ehh… no.

— Tomad. — Peter levantó la capa, y me dejó las pequeñas bombas en la palma de la mano.

— Bueno, si ya estamos listos ¡allá vamos! — exclamó Sirius, sorprendentemente emocionado.

— Mucha suerte chicos. — dijeron los tres que estaban fuera de la capa.

Comenzamos lentamente a caminar por los pasillos de Hogwarts, evitando a los grupos de alumnos que charlaban tranquilamente y a los que más prisa tenían. Me estaba costando horrores controlar la barrera que protegía mi mente de las emociones ajenas, por el nerviosismo. Si nos descubrían, estábamos muertos.

⋅Ataraxia⋅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora