Día uno

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-Hola.

-Hola.

Un chico alto de tez bronceada se acerca a mí con una enorme sonrisa en el rostro. -Se nota a millas que no eres de aquí, ¿estoy en lo correcto?

Suspiro y me giro de nuevo al frente para seguir admirando la belleza del paisaje. - ¿Qué me delata?

Hoy es el último día antes de presentarme a Bontfalt, durante toda la semana estuve arreglando papeles en casa, familiarizándome con las ubicaciones de cada cosa, lo que si soy sincera aún me falla, pero de mi habitación a la sala, cocina, biblioteca y cochera, tengo el camino más que memorizado, creo que Dora y yo ya somos amigas, platicamos bastante y ya se rindió ante la idea de que voy si o si a ayudarle en la cocina, lo que me alegra bastante porque ya no tengo que insistir, Juntean por otra parte es mucho más reservado, habla poco, pero sus silencios son agradables, no me deja salir sola de casa porque dice que todo está muy lejos y es su trabajo llevarme, así que durante la última semana se ha convertido en mi guía de turistas, hoy le pedí que me llevara a un parque o bosque o algún lugar tranquilo en el que pudiese pensar en paz.

-Los locales pasamos de largo la belleza natural, dos o tres minutos son suficientes, llevas demasiado viendo a la nada.

Una enorme sonrisa aparece en mí y me giro de nuevo a él. -Pues no deberían, lo mejor de este lugar hasta ahora son sus paisajes y ustedes desperdician tal regalo solo pasando de largo.

-Tal vez con la compañía correcta uno se inclinaría más a observar la belleza natural.

-Una buena compañía es siempre un buen motivo.

-Podría ser usted esa compañía que yo necesito.

-La buena compañía viene siempre de lado de un buen amigo o una persona con la que la conversación o bien la confianza sean abundantes, para poder distraerte sin ofender a la otra persona.

-Si usted me acompaña señorita, no me ofendería en lo absoluto que se distrajera, porque sin duda yo me distraería la mayor parte del tiempo perdido en su belleza, si usted disculpa mis faltas de atención yo puedo sin problemas disculpar las suyas siempre que pueda seguir admirando sus hermosos ojos.

Vaya, pero qué manera tan original de alagar a alguien, sonrío para el chico frente a mí al mismo tiempo que veo a Juntean acercarse.

-Señorita ya es tarde, ¿desea quedarse un rato más o prefiere volver a casa?

Me fijo en Juntean que me ve con cara seria y luego al chico frene a mí. -Ya es tiempo de irnos. Regreso al muchacho y le sonrío. -Espero que encuentre la compañía necesaria para apreciar un lindo paisaje, sin necesidad de tener que disculpar tantas distracciones, con permiso.

Empiezo a caminar y Juntean hace lo mismo, justo cuando llegamos al auto y Juntean abre la puerta para que suba, me toman de la mano para detenerme. -No me ha dicho su nombre señorita.

Me giro para verlo y alejo su mano lentamente. -No sé cómo sean las personas aquí, pero en lo personal, no soy fan de que me toquen las personas que no conozco, si me disculpa.

-Soleil, señorita.

- ¿Perdone?

-Mi nombre es Soleil.

Sonrío con una pequeña reverencia. -Que tenga bonita tarde Soleil, Juntean es momento de irnos.

Subo al auto y él cierra la puerta lentamente, lo veo dar la vuelta para tomar su lugar al frente y conducir mientras el otro joven se queda solo observando mi ventanilla con una sonrisa enorme.

De camino a casa veo por el espejo como una sonrisa se forma en el rostro de mi acompañante. -Si no es muy atrevido de mi parte, ¿puedo saber qué es lo que le tiene tan feliz?

Siempre a veces es muchoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora