Abismo

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Los ojos me pesan como no creí que fuese posible y una ligera punzada empieza a crecer en el lado izquierdo de mi cabeza. Ayer Samuel terminó conmigo, dijo que ya no me amaba y eso es algo que no pudo ocurrir de la noche a la mañana, ¿Cuánto tiempo pasó deshaciéndose de nosotros para poder decirlo con tanta facilidad? ¿Cómo pudo decirme todo eso? Un millón de veces le pedí que habláramos, cada vez que iba a salir con Cástor se lo consulté, siempre estuvo de acuerdo y parecía bastante feliz al respecto.

Escucho que tocan a la puerta y limpio una lágrima que corría por mi mejilla mientras me aclaro la garganta. -Adelante.

Veo la puerta abrirse y a Cástor aún en pijama con el cabello revuelto entrando a mi habitación. -Buenos días corderito. Su voz suena más áspera de lo habitual y por la ropa, es claro que acaba de levantarse.

-Buen día.

-Dora me dijo que aún no habías desayunado, así que le pedí que nos prepara algo ligero, te molesta si...

Hace un movimiento con la cabeza señalando hacia mí y me muevo un poco sin levantarme. -Adelante.

Deja primero la comida sobre mi cama y luego toma lugar. -Perdona si te desperté.

Sonrío un poco y muevo la cabeza de lado a lado mientras me siento para acompañarlo como es debido. -Tenía unos minutos de haber despertado, solo no quería levantarme.

Asiente levemente y toma una de las tazas en la charola para luego acercarla a mí. -Es hora de iniciar el día, no seas floja.

Tomo la taza y sonrío moviendo la cabeza. -No tienes derecho a decirme floja cuando claramente también acabas de despertar.

Una enorme sonrisa se esconde detrás de su taza de café mientras bebe un poco. -Pero a diferencia de ti corderito, yo ya he pedido el desayuno y cambiado de habitación, así que te llevo ventaja.

-Mmmm aja. Es lo único que puedo decir antes de llevarme la comida a la boca.

Su sonrisa crece, pero en menos de un minuto desaparece y se me queda viendo. -Ayer escuche que tu fabuloso jefe les había dado el día a todos los organizadores del evento, tengo una excursión en puerta, ¿te gustaría acompañarme?

Tueso un poco para evitar ahogarme con la comida. - ¿Qué mi jefe es qué?

Levanta una ceja y me ve con su cara de niño orgulloso. -Es fabuloso, eso todos lo dicen en la oficina.

-Sí por supuesto. Río mucho y continúo comiendo.

- ¿Eso es un sí a mi excursión?

Siento que algo dentro se estruja y muevo la cabeza de lado a lado. -No tengo mucho ánimo para ir de excursión lobito.

- ¿El centro comercial llama más tu atención?

Una mirada extrañada es lo que recibe como respuesta automática. -Sabes perfecto que no soy fan de esos lugares.

- ¿Y si vamos a las carreras?

-En realidad no tengo mucho ánimo de nada, quisiera quedarme aquí a descansar.

Con una de sus manos toma mi barbilla y me obliga a verlo, la preocupación se desborda de sus ojos, pero finge sonreír para no preocuparme. -No creo que sea conveniente que estés aquí todo el día tampoco, ¿te parece si por la tarde nos vamos de picnic a tu pequeño bosque?

Siento como algo se estruja dentro de mi pecho y alejo su mano suavemente. - ¿No me dejarás tranquila si no acepto verdad?

-Sabes lo terco que puedo llegar a ser corderito.

Siempre a veces es muchoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora